Siempre me ha llamado la atención, por coincidencia de criterio, una escena del capítulo Our Children, Ourselves de la segunda temporada de Modern Family en la que Phil y Claire Dunphy, una de las parejas protagonistas, se dirigen a cámara exhibiendo orgullosos su pasión por el cine kitsch. Hay perversiones magníficas que algunos prefieren ocultar en el sótano, junto al resto de sus cadáveres, mientras otros, afortunadamente, las airean con satisfacción.
Phil comienza a enumerar los tipos de películas que más les gustan, indicando que sus favoritas son las de “animales de ingeniería genética que salen mal”, a lo que Claire añade: “Viejos y jóvenes que intercambian cuerpos”. Phil menciona entonces las de tipos duros que cuidan bebés, y Claire alcanza por fin la categoría clave: “Todas las terceras partes y en adelante”. “¡Oh, sí!”, exclama Phil, “suelen cambiar el reparto y ahí es donde realmente empieza la magia”.
Y es cierto. Hay algo fascinante y cautivador en ese momento en el que un personaje principal deja de ser interpretado por el actor de siempre y, sin previo aviso, adquiere otra cara, otro cuerpo, otra voz. En la divertida naturalidad forzada con la que la propia serie o película lo adopta. No es difícil apreciar en ese instante todo el encanto de lo inesperado. Como si se tratase de un pequeño pero inevitable milagro.
Hay algo fascinante y cautivador en ese momento en el que un personaje principal deja de ser interpretado por el actor de siempre y, sin previo aviso, adquiere otra cara, otro cuerpo, otra voz
Todavía recuerdo la alegría con la que El príncipe de Bel Air acogía súbitamente a una nueva tía Viv, que ya no era ella sino otra señora muy risueña que no se parecía a la anterior ni por detrás, y todo el mundo se comportaba como si no hubiese pasado nada. Daba la impresión de que, salvo al espectador, a nadie le chirriaba. Qué gran anomalía. Qué feliz artificio.
Harry Potter y Cuéntame
En la saga Harry Potter ocurre hasta en doce ocasiones. Doce personajes que han pasado a ser interpretados por otro actor. Una metamorfosis que todavía se retuerce más en series como Cuéntame, en la que Inés Alcántara ha llegado a ser encarnada por tres actrices diferentes, o Juego de Tronos, donde al personaje de Ser Gregor Clegane, conocido como “La Montaña”, le han dado vida Conan Stevens, Ian Whyte y Hafþór Júlíus Björnsson.
Estos días hemos sabido que Warner Bros prepara una nueva entrega de Matrix, la célebre franquicia de ciencia ficción estrenada en 1999 sobre un mundo distópico gobernado por las máquinas. Sin embargo, no entra en sus planes que el Elegido sea Keanu Reeves —algo que entroncaría con la tesis que defiende que Neo no muere en The Matrix Revolutions—, sino Michael B. Jordan, conocido por interpretar a Adonis, el hijo de Apollo Creed, en Creed: La leyenda de Rocky.
No es infrecuente que el Síndrome Darrin —que es como se denomina el fenómeno del cambio de actor— ocurra a partir de la tercera secuela o la cuarta temporada
No es infrecuente que el Síndrome Darrin —que es como se denomina el fenómeno del cambio de actor— ocurra a partir de la tercera secuela o la cuarta temporada, pero en este caso la decisión se justifica argumentando que, en realidad, se trata de un reboot de la saga. Un nuevo arranque de la historia que parte del reinicio de la propia Matrix al final de la tercera entrega.
De acuerdo; aceptamos barco
El problema comienza cuando, además de renovarse todo el reparto original, nos encontramos con que la producción tampoco correrá a cargo de Joel Silver y la película no será escrita ni dirigida por las hermanas Lana y Lilly Wachowski —conocidas antes como los hermanos Larry y Andy Wachowski—. Una circunstancia que, tratándose de una historia en la que se produce una conexión tan personal y estrecha entre obra y creador, podría llevar a alguno a presentir que la nueva Matrix se va a parecer tanto a Matrix como la señora risueña a la primera tía Viv.
Pero tal vez ahí resida la gracia. En que Matrix, que tal vez sea una de las tramas más calculadas y con una mayor carga intelectual de la historia de la ciencia ficción, añada a su franquicia una nueva entrega producida por alguien que nada tuvo que ver con la trilogía anterior, dirigida por alguien cuya forma de entender el cine podría no parecerse en nada a la de la anterior dirección, y lo que es más emocionante, escrita por alguien que no es el autor de la historia ni conoce al detalle las interrelaciones que la dotan de cohesión y garantizan su coherencia interna.
Porque a veces es interesante que las cosas, en lugar de ser lo que son, sean todo lo contrario. Esa es la única forma de garantizarse un espléndido descalabro.
La nueva Matrix se va a parecer tanto a Matrix como la señora risueña a la primera tía Viv
Parece improbable que sin Joel Silver, las Wachowski y el reparto habitual quede algo de Matrix en la nueva Matrix, salvo quizá el nombre y los cimientos de la idea original. Pero, sinceramente, qué más da. Cuanto mayor sea el cambio, mejor. Como dijo Phil Dunphy, ahí es donde realmente empieza la magia. Tal vez, si encuentro un hueco este verano, me ponga yo a escribir la tercera parte del Quijote. Verás qué risas.