Semana Santa, época de procesiones, torrijas, vacaciones y películas bíblicas. Es una tradición que en estas fechas se sucedan en la televisión una retahíla de títulos que han cogido los pasajes del antiguo y el nuevo testamento como materia prima, especialmente la vida y muerte de Jesucristo. La pasión por la figura del hijo de Dios sigue intacta en la actualidad, y desde que Mel Gibson arrasara con La pasión de Cristo el cine puso toda la carne en el asador con los títulos religiosos.
Ante tanta oferta uno se pierde. Ya no sabe cuál es Rey de Reyes, qué película rodó Zeffirelli o cuántos actores han dado vida a Jesús de Nazaret. Como en todo, la gente tiene sus preferidos. Algunos señalarán La última tentación de Cristo como su filme favorito sobre su figura y otros dirán que es mejor la de Gibson. Pero, ¿cuál ha sido la mejor aproximación a Jesucristo y cuál ha sido el actor que mejor lo ha encarnado?
Alfonso Méndiz es Catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad, Decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universitat Internacional de Catalunya (UIC Barcelona), y además uno de los pocos que han publicado en español -Jesucristo en el cine (ediciones RIALP)- un libro acerca de la figura mesiánica en el cine. Para el autor es importante señalar que “la figura de Cristo ha interesado siempre en el cine”. “Se han hecho más de 160 películas sobre su vida, y muchas de ellas han pasado a la historia del Séptimo Arte. Sin duda, es uno de los personajes más veces llevado a la pantalla”, cuenta a EL ESPAÑOL.
Lo que también es cierto es que aunque siempre ha estado presente, desde “la película que hicieron los hermanos Lumiere en 1899” hasta las últimas aproximaciones, “la gente sigue interesada en conocer a Jesús”. Y lo busca en el cine, en una pantalla grande o en el salón de su casa, pero sigue queriendo que alguien le explique el misterio. “Para mí la más importante es que Jesucristo sigue despertando el interés de la gente, tanto los creyentes como los que no lo son”. Para Méndiz el punto de inflexión en los últimos años lo puso La pasión de Cristo, que hizo comprender a los ejecutivos de Hollywood que existía una demanda del público que hasta entonces no habían sabido atender”.
El papel de su vida
Para el Catedrático es difícil elegir la película que mejor ha retratado a Jesucristo, así que prefiere quedarse con tres. La primera es Jesús de Nazaret (Franco Zeffirelli, 1979), “por la iconografía de Jesucristo (es el rostro que la mayoría de las personas tienen en su mente cuando hablan de él), por conjugar en el guion libertad creativa y fidelidad a los Evangelios, y también por el amable y particular retrato de cada uno de los apóstoles que interactúan con él”, explica a este periódico.
La siguiente sería “El hombre que hacía milagros, porque dibuja un Jesús cercano y amable, que sonríe y gasta bromas, que tiene detalles muy humanos con sus amigos Marta, María y Lázaro, sin dejar de ser Dios”. “La tercera es, a pesar de la polémica, La pasión de Cristo, que nos hace ver todo el sufrimiento, todo el horror de la pasión que Jesús quiso padecer por nosotros. También por su retrato de la Virgen, que acompaña a su hijo en todo el Vía Crucis; y por esos ‘flash backs’ que descubren, como contrapunto, la figura cordial de Jesús con su madre y con los apóstoles”, apunta.
Alfonso Méndiz también se moja respecto al mejor actor que ha dado vida a Jesucristo en la historia del cine. Apunta que para los más puritanos es Max von Sydow en La historia más grande jamás contada, pero que para él la pugna “está entre Robert Powell en Jesús de Nazaret, por esa caracterización visual que ha quedado grabada en nuestro imaginario colectivo; y Jim Caviezel en La Pasión de Cristo, por esa encarnación de Siervo doliente, con un Jesús que sufre auténticamente la pasión en toda su crudeza”.
En todo caso, hemos de reconocer que el propio Jesucristo excede a todos los actores que lo han interpretado. Y quizás por eso muchos de esos actores no han tenido éxito después de interpretar ese papel
“En todo caso, hemos de reconocer que el propio Jesucristo excede a todos los actores que lo han interpretado. Y quizás por eso muchos de esos actores no han tenido éxito después de interpretar ese papel. En todo caso, para ellos, éste ha sido casi siempre 'el papel de su vida'. No necesariamente el más notorio, sino el que más define su capacidad interpretativa. En muchos casos es la interpretación por la que serán recordados”, zanja.
De la Biblia a la revolución
Desde la primera representación de Jesús hasta la última ha pasado mucho tiempo, y la sociedad no es igual, por lo que la forma en la que se ha plasmado ha cambiado radicalmente, tal como explica Alfonso Méndiz: “En la época muda las películas se concebían como una plasmación en imágenes de las escenas bíblicas. No siempre hay un hilo conductor, y las más de las veces la cinta se configura como una sucesión de estampas fílmicas que invitan a la contemplación”.
“Más adelante, a partir de los años cincuenta, Hollywood apuesta por el espectáculo y acomete grandes producciones sobre la Biblia: Quo Vadis? (1951), La túnica sagrada (1953), Los diez mandamientos (1956), Ben-Hur (1959)… Por influencia del puritanismo protestante, a Jesús se le ve siempre de espaldas o en la lejanía. Su rostro es hurtado a la mirada de los espectadores, por temor a “humanizarlo” o a minusvalorar de alguna manera su divinidad. Por eso también aparece siempre serio, con una majestad un tanto acartonada”, añade.
El cambio más radical ocurre en los años setenta, cuando “aparece un Jesús casi “revolucionario”, acorde con los tiempos”. “En Jesucristo Superstar (1973) nos encontramos a un Jesús escasamente redentor, que flirtea con María Magdalena y basa su mensaje en los buenos sentimientos. Una película que consagró una imagen hippie de Jesús, una imagen contestataria y deliberadamente ambigua: ¿es Dios, es un rebelde o es un farsante? No lo sabremos. Sólo se nos muestra que, no obstante su firmeza y capacidad de liderazgo, parece ir como dando tumbos, a la búsqueda de su identidad”, apunta.
El cambio más radical ocurre en los años setenta, cuando aparece un Jesús casi revolucionario, acorde con los tiempos
A finales de los ochenta llegaron filmes más críticos y descreídos: La última tentación de Cristo (1988) o Jesús de Montreal (1989). Y con el nuevo milenio, “aparece también una nueva imagen de Jesús: desde El hombre que hacía milagros (2000) a Son of God (2015)”. “Ahora, la nueva imagen de Jesús parece más equilibrada: es Dios, que obra milagros y predica un mensaje salvador; pero es también Hombre, que ríe, se preocupa por sus discípulos y, sobre todo, vive profundamente la amistad y la solidaridad con quienes le siguen. En suma, un reflejo de su doble naturaleza, divina y humana”, reflexiona Mendiz. Puritano, humano, revolucionario… lo que está claro es que Jesús tiene cuerda para rato, y Hollywood piensa seguir explotando la Biblia hasta que deje de dar dólares a sus arcas.