Hace un año y medio una actriz sacudía el panorama cinematográfico mundial. Una mezcla de rostro angelical, seguridad y fuerza rompían la pantalla. Una mirada desconocida para casi todos aguantaba un plano secuencia de 140 minutos y revolucionaba el cine alemán. Ella ni siquiera era de allí, pero había llegado gracias a una oportunidad inesperada. Se trataba de Laia Costa, que con 28 años recibía el regalo de su vida en forma de thriller trepidante y en una sola toma pero fuera de su casa.
No es la primera ni la última que ha tenido que huir en busca de oportunidades. Hasta ese momento sólo había tenido suerte en la tele. Ella fue una de las revelaciones de Pulseras Rojas. El cine se le resistía, y excepto algún secundario como el de Palmeras en la nieve no terminaba de aterrizar. Victoria lo cambió todo. Desde su presentación en Berlín no dejó indiferente a nadie. Tanto que varios medios americanos la eligieron como uno de los talentos a tener en cuenta y los BAFTA británicos la nominaron como una de las Rising Stars, o estrellas emergentes internacionales. Para completar el círculo fue la primera española en ganar un Lola (el Goya Alemán) a la mejor actriz protagonista.
Ahora la vemos en castellano en pantalla grande gracias a Nieve negra. Una coproducción hispanoargentina en la que comparte plano con Ricardo Darín, Leonardo Sbaraglia y Federico Luppi. Ella no se achanta en este thriller con aires de western sobre secretos familiares. Será de las pocas veces que escuchemos a Costa en nuestro idioma, porque a pesar de todo siguen sin llegar los papeles desde España. En el futuro cinco protagonistas en EEUU. Ninguno aquí. Ella confirma sin rubor que todas las propuestas no han sido españolas. “No se por qué, pero todas las oportunidades me vienen de fuera. Desde Victoria he trabajado fuera porque así se ha dado, no porque lo haya escogido aposta. Buscas la mejor historia, el mejor personaje...”, cuenta la actriz catalana a EL ESPAÑOL.
No se por qué, pero todas las oportunidades me vienen de fuera. Desde 'Victoria' he trabajado fuera porque así se ha dado, no porque lo haya escogido aposta
Se resiste a aceptar que estas sean las normas del juego, “porque nunca hay que aceptarlas”, y recuerda que hay muchas mujeres que están triunfando fuera a las que desde los medios y la industria se está ignorando sistemáticamente. “Mira, Ana Asensio acaba de ganar el premio a la Mejor película en el Festival de Austin. La ha escrito, dirigido, y protagonizado ella, ¿y dónde está esa noticia?. A mí me produce orgullo que ella triunfe en un festival tan importante, de prestigio y competitivo, y más en un país donde la industria tiene tanta fuerza. Y lo mismo pasó cuando ganó Carla Simón en la Berlinale, ¿donde están las portadas con ella?. Hay algo que es que estamos más allí y a la vez nos morimos de ganas de trabajar aquí”, cuenta sin perder su mezcla de dulzura y seguridad y señalando la debilidad de la industria española cómo causa de la falta de papeles.
Mujer y protagonista
De momento todos los papeles que le han llegado son de mujeres fuertes, decididas. Ni rastro de damiselas en apuros en busca de su príncipe azul. Un lujo por el que se siente afortunada pero que no la hace inmune a la falta de personajes protagonistas femeninos. “Si ese debate está ahí y pide que se hable del tema es porque ocurre y es cierto, como es cierto que las mujeres a partir de los 45 años dejan de trabajar. La edad juega un papel completamente injusto con las mujeres y no con los hombres. Yo he tenido mucho suerte, tanto Victoria como Laura -su personaje en Nieve Negra, como fuera. Ahora tengo cinco proyectos americanos, cuatro son protagonistas con unos papeles en los que es ella la que lleva la película. Es más, uno estaba escrito para un hombre y al final se dieron cuenta que el género no importaba y que podía ser una mujer. Me siento muy afortunada. Primero por trabajar en un momento en el que cuesta tanto en todas las profesiones. Segundo por escoger en lo que quiero trabajar, y tercero por encontrar escritores directores y productores que apuestan por mujeres al frente de una historia”, explica Laia Costa.
A pesar de haber saltado a EEUU y haber ganado premios por todo el mundo, quita importancia al hecho de ser actriz, y cree que el foco que se pone en ellos es excesivo, cuando hay otros miembros del equipo de una película que lo merecen tanto o más que ellos. “Hay una reivindicación de los guionistas con la que me siento muy identificada, porque el actor es sólo un elemento más de la película, si te gusta Nieve Negra el responsable es ese señor de allí -señala a Martín Hodara, el director y guionista-. El actor es un elemento más, el guion es muy importante, el montaje, la fotografía… todos explicamos la película, pero los focos, la prensa, alfombra roja, todo se queda con el actor. Mira la polémica de los Goya hace dos años -no dejaron desfilar por la alfombra roja a los guionistas nominados-, ¿tú sabes lo importante que es un buen guion? Sin un buen guion… eso no hay actor que lo levante. Hay muchas figuras importantes que se quedan en la sombra”, dice combativa.
El actor es un elemento más, el guion es muy importante, el montaje, la fotografía… todos explicamos la película, pero los focos, la prensa, alfombra roja, todo se queda con el actor
Ahora toca “disfrutar mucho” de este momento. Inlcuso ya se atreve a llamarse a sí misma 'actriz'. “Hace cinco años no te hubiera dicho que soy actriz. Empecé más tarde que otras personas y en mis inicios me costaba decirlo, seguía diciendo que era ejecutiva de cuentas de una agencia de publicidad. Tenía un cierto pudor, porque para mí esto no era un trabajo, y siempre había un plan b que estaba ahí para volver en cualquier momento si esto no salía bien, pero cuando hice Pulseras Rojas ya empecé a descubrir la profesión en esa dirección”, apunta.
Este año estrenará Newness, lo último de Drake Doremus (el director de Like Crazy) junto a Nicholas Hoult y también estará en Life Itself, de Dan Fogelman, guionista de prestigio y creador de This is us, la serie de moda en EEUU. El futuro es suyo, aunque sea lejos de casa.