Él lo negó, pero ya sabemos que el auténtico valor del rumor es que no importa la cantidad de veces que lo desmientas, ni siquiera necesita que demuestres su falsedad; una vez lanzado, no desaparece nunca. Como la purpurina, como el alioli, como un desliz en Internet, como la culpa.
El crítico y cinéfilo Peter Biskind publicó, al comienzo de esta década trastornada, Star: How Warren Beatty seduced America, una biografía de la que únicamente se recuerda una cifra: 12.775. Son las mujeres con las que, según Biskind, se acostó Warren Beatty a lo largo de su vida. No es un algoritmo fiable. Es un cálculo aritmético basado en la edad en la que perdió la virginidad (20 años), en los 72 años que tenía cuando se publicó la biografía (el pasado marzo cumplió 80) y en las declaraciones de sus amantes que confirmaban su entrega, prácticamente diaria, al deseo sexual.
Biskind, en aquel momento, calculó unos 19.000 días hábiles para sexo e hizo una aproximación que le llevó a concluir que Warren Beatty había tenido dos amantes cada tres días. Beatty negó el dato con la condescendencia fanfarrona del machote, esa que fomenta que se hable del tamaño de su pene, de lo buen amante que es en la cama, del número de mujeres que ha seducido, para luego restarle importancia con una sonrisa maliciosa.
Ir a Hollywood y no acostarse con Warren Beatty es como ir al Vaticano y no visitar al Papa
Leía una declaración de mi admirado Bob Pop en la que afirmaba que los buenos diarios eran aquellos que hacían que te asesinasen. Con los libros de memorias y biografías sucede lo mismo. Los datos no nos interesan. Eso ya lo tenemos en la Wikipedia. Queremos rencores, secretos, miserias, polvazos y gatillazos. Queremos imperfección, que es eso que nos hace humanos, que equilibra el cielo y el infierno. No queremos aprender del pasado; necesitamos justificar nuestro presente.
A ver, que si yo hubiese nacido con el físico de Warren Beatty les aseguro que hubiese multiplicado mi discreto número de amantes. Por pura y lógica demanda. Y si alguna vez un hombre como ese atractivo de El cielo puede esperar –en ese chandal, por favor- se hubiese fijado en mí, ya les aseguro que la demencia de Natalie Wood en Esplendor en la hierba hubiese sido una frivolidad comparada con la mía. ¿Quién no buscó el poema de William Wordsworth para escribirlo en una carta de amor que nunca se atrevió a enviar? Menos mal que el tiempo, aunque solo sea por salud mental, apacigua los instintos de la adolescencia.
La revista Entertainment Weekly publicó que la vida sexual de Warren Beatty era su mayor contribución a la cultura pop. Y es cierto. Fundamentalmente porque una destacable proporción de esas amantes tenían premios Oscar, habían estado nominadas o eran reclamo de taquilla: Jane Fonda, Natalie Wood, Vivien Leigh, Joan Collins, Julie Christie, Brigitte Bardot, Cher, Barbra Streisand, Faye Dunaway, Diane Keaton, Madonna,… Llama mi atención que su quinta película como director, La excepción a la regla, sea un ejercicio de nostalgia hacia un Hollywood dorado en el que Howard Hughes prohibía a sus empleados intimar con sus estrellas. Aquel Hollywood no era mucho mejor que el actual. Era machista, déspota, desagradecido, cruel,… como lo es nuestra sociedad contemporánea. Hollywood solo es una empresa que trabaja con los sueños de todo un planeta. Nada más.
Recuerden que Madonna, una de las muchas amantes de Warren Beatty, sufrió el ataque furibundo del pensamiento heteropatriarcal por mostrarse activa sexualmente, por jugar a la provocación. Incluso teóricas feministas como Camile Paglia la señalaron como un sofisticado objeto sexual. Warren Beatty, con sus infinitas conquistas, es todo un ídolo para una generación. Porque el tío que liga mucho, que folla mucho, sigue siendo un tótem para el propio hombre, que es a su vez quien impone las reglas del juego, quien decide que esa misma particularidad es una medalla en su solapa y una letra escarlata en el pecho de ella.
No me gustaría pasar por alto que, para otra generación mucho más joven, Beatty es el viejo que se equivocó en los Oscars. Tampoco hemos mejorado mucho en la evolución de la especie
No me gustaría pasar por alto que, para otra generación mucho más joven, Beatty es el viejo que se equivocó en los Oscar. Tampoco hemos mejorado mucho en la evolución de la especie. Parece que forjamos nuestra autoridad siempre en el desprecio del otro: sea mujer, sea gay, sea musulmán, sea viejo. El error fue de otros pero el chiste bueno era el de los dos viejos gagás incapaces de dar un premio correctamente. A veces los chistes hablan tan bien de nosotros mismos…
Quizá me he puesto un poco intenso. No era mi intención. Y menos cuando pretendía hablar de sexo. Voy a procurar enmendarlo. Les diré que Warren Beatty es una categoría en sí mismo. Como lo fueron los chistes de Lepe, los memes con frases de Paulo Coelho o la foto de Julio Iglesias con la leyenda ‘y lo sabes’. De hecho podría haber llenado este artículo solo con frases inspiradas en Warren Beatty pero como ya es tarde, señora, les voy a dejar con mis tres citas favoritas. Quítense la ropa, por favor.
“Ir a Hollywood y no acostarse con Warren Beatty es como ir al Vaticano y no visitar al Papa” (Sonia Braga)
“Si alguna vez tuviera la oportunidad de reencarnarme, me gustaría volver convertido en las yemas de los dedos de Warren Beatty” (Woody Allen)
“La perra Lassie y yo somos las únicas hembras de Hollywwod con las que Warren Beatty no se ha acostado” (Shirley MacLaine)