La pequeña JonBenet Ramsey resplandecía con su tutú rosa. Su sonrisa era contagiosa y sus rizos eran tan perfectos que parecían de mentira. Nadie se resistía a su encanto, tampoco los jurados de los concursos de belleza infantil, que ganaba sin pestañear. Su madre también fue modelo de niña, y por ello cosía sus trajes a mano y la maquillaba con mimo. En ella estaban puestos muchos de los sueños que se quedaron sin cumplir.
El brillo de JonBenet se apagó de golpe con sólo seis años, cuando fue encontrada muerta en el sótano de su casa. De repente, la estrella de las pasarelas había dado paso a uno de los casos más escabrosos de la historia de los crímenes de EEUU. La pequeña localidad de Boulder, California, se vio sacudida por un suceso que se convirtió en el segundo más seguido de la televisión, sólo por detrás del de O.J. Simpson.
Los padres de JonBenet habían llamado a la policía después de encontrar una nota de secuestro en las escaleras de su casa que decía: “Tenemos a vuestra hija, no llaméis a la policía”. Lo hicieron y la vivienda familiar se llenaba de amigos y profesionales buscando la menor pista. Ocho horas después, el cabeza de familia, John Ramsey, bajaba al sótano con un amigo y encontraba el cuerpo de su hija cubierto por una manta. Había sido asfixiada y presentaba un fuerte golpe en la cabeza.
¿Quién había podido matar a la reina de belleza infantil?, ¿cómo había aparecido en la casa familiar?, ¿quién había pedido un rescate para un secuestro inexistente? Muchas preguntas sin respuesta que se encargaron de resolver los medios sensacionalistas y los juicios paralelos en la calle. La familia fue la primera en ser señalada. El hecho de que la niña apareciera en su propio hogar les hacían los sospechosos perfectos. La gente señaló a matrimonio, que hasta dieron una rueda de prensa para desmentirlo. Una decisión errónea. Su frialdad al negar las acusaciones echaron más gasolina al incendio.
En esos meses en los que EEUU enloqueció, se dijo de todo. Desde que había sido su hermano por celos hasta que el matrimonio Ramsey mató a su hija en una extraña práctica sexual, cosa que nunca fue demostrada. La única prueba que daba alas a esa teoría era que los raptores pedían 118.000 dólares, una cantidad muy similar a un bonus económico que había recibido John Ramsay hacía poco. Suficiente para la opinión pública, que nunca entiende la palabra 'presuntamente'. El caso se cerró sin ningún acusado y nunca se supo quién asesinó a la pequeña JonBenet, y Patsy la madre, murió de cáncer en 2006 sin ser condenada ni conocer al asesino de su hija.
Netflix reabre el caso
Once años después de aquella fatídica navidad, Netflix reabre el caso con Casting JonBenet, el documental de Kitty Green que no intenta resolver el misterio de quién la asesinó, sino el de qué tienen estos sucesos escabrosos para conmocionar y convertirse en un asunto de estado. Para ello propone una especie de experimento sociológico que ríete tú de Gran Hermano. La realizadora se traslada a la misma localidad donde ocurrió el asesinato y monta un cásting masivo para realizar una película ficticia, una táctica muy parecida a la que se realizaba en My scientology movie, aunque con distintos propósitos.
Si en la segunda se partía de este truco para contar algo a lo que era imposible acceder, en Casting JonBenet se hace para dejar en evidencia los juicios populares que sufren los protagonistas de estos casos. Nadie sabrá nunca si los padres mataron a su hija, pero para el público que miraba con palomitas cada novedad desde el sofá de su casa lo habían hecho.
Todas las personas que se presentan al casting son preguntadas por sus recuerdos y sus opiniones, y un 99,9% establecen teorías no probadas pero que ellos han dado por seguras. Hablan de que el bolígrafo con el que se escribió la nota era de la casa, igual que el cuaderno, que la madre tenía celos de su hija por su éxito, de que el padre podía maltratarlas, mil historias, mil rumores y ninguna verdad. Pero todos ellos aseguran conocerla de primera mano. Un amigo de un amigo les contó que… una reflexión sobre el periodismo de sucesos, el poder de los rumores y lo marcado que puede quedar alguien por ello.