Batman tiene ya 77 años, edad para estar jubilado, en su mansión disfrutando el tiempo y de los lujos que un rico se puede permitir. Y sin embargo, ahí sigue, al pie del cañón. El icono nunca muere, y cada generación tendrá su propio hombre murciélago. Desde que Bob Kane lo creara el mundo quedó fascinado por ese hombre traumatizado que busca el bien saltándose la ley a la torera. Da igual que fuera en la televisión y con un hombre en mallas soltando mamporros, en el cómic con el giro oscuro del personaje o con las versiones cinematográficas de Burton, Nolan -ignoremos las versiones de Schumacher y sus trajes con pezones- o hasta el cuestionado Zack Snyder, el caballero oscuro siempre ha sido el héroe más profundo y lo sigue siendo.
Para aquellos principiantes en el personaje, o los cuñados que piensen que en las viñetitas y las películas de superhéroes no hay nada, se ha publicado Batman mola más que tú (Timunmas), de Arturo González-Campos y Juan Gómez-Jurado, director del podcast Todopoderosos, y que ya se atrevieron a explicar el fenómeno Star Wars a los no iniciados. Ellos tienen claro que Batman es el héroe que más mola, y no porque lleve un espray antitiburones en el cinturón, “sino porque es ambiguo, neurótico, obsesivo y marcado por el asesinato de sus padres”. “Un loco que hace el bien”, dicen los autores en la introducción del libro.
Esa oscuridad que fue potenciándose en las películas, hasta alcanzar su culmen en esa obra maestra que es El Caballero Oscuro y caer en esperpento en el Batman V Superman de Snyder. Para González-Campos y Gómez-Jurado, Batman es “un Quijote tan absurdo como el de Cervantes tratando de parar con las manos el crimen de su ciudad”. “Su misión no es otra que tratar de evitar un crimen que ya ha sucedido, que sucedió delante de sus ojos cuando era un niño”, añaden. Porque por muchos autores que hayan revisitado el mito todos han mantenido su origen trágico, esa muerte de sus padres que le hacen convertirse en alguien que combate la ley, pero que como decían en la segunda parte de la trilogía de Nolan, necesitaba de ese caos, de esa anarquía para seguir existiendo. El crimen era su vida, y si se acabara Batman no existiría.
Del Camp a Nolan
Aunque en los cómics Batman ya había demostrado una madurez y una oscuridad que no se veía en otras historietas, en el cine faltaba alguien que lo rescatara del cutrerío de la serie de los años 60, pero también del gótico esteticista e inofensivo de Tim Burton. El encargado fue Christopher Nolan, que después de dejar a todo el mundo con la boca abierta con Memento se embarcó en una trilogía que hizo tanto bien como mal al cine de superhéroes. Tras la trilogía del Caballero Oscuro todo se oscureció, los personajes engolaron sus voces y todo era trágico.
La trilogía de Nolan no es la historia de Batman, es la de Wayne. La del hombre que creó un monstruo para luchar contra otros monstruos y luego no veía la forma de acabar con él
Pero hasta que llegó Nolan “aún te encontrabas a gente que tenía de Batman la imagen de aquella serie de los 60 con un señor de barriguita cervecera disfrazado por su madre para una función de cole”, tal como recuerdan los autores sobre ese producto protagonizado por Adam West, colorista y lleno de onomatopeyas por el que se pasearon todos los villanos existentes y que ahora es un producto de culto. La mano del director y de su hermano (con el que coescribió el guion) daba por fin importancia a quién hasta ahora no la había tenido: Bruce Wayne.
“Cuando salí del cine no me lo podía creer. Estos tíos habían leído a Frank Miller, a Loeb, a Moore… Estos tíos entendían que Batman no puede dar una buena película si no consigues explicar a Bruce Wayne. Porque esta película (y la trilogía completa) no es la historia de Batman, es la de Wayne. La del hombre que creó un monstruo para luchar contra otros monstruos y luego no veía la forma de acabar con él”, dicen los autores en Batman mola más que tú.
Nolan hizo hincapié en la oscuridad y en los conflictos morales que plantea el personaje y sus némesis, especialmente el increíble Joker al que dio vida Heath Ledger, pero también en algo que se había olvidado: Batman no es un superhéroe. “No es un superhéroe, no tiene poderes. Batman está en el límite de que el ser humano puede llegar a lograr, de lo que puedes lograr y de lo que nunca lograremos”, explican en la obra sus autores.
Las influencias desconocidas
Una biblia sobre Batman para entender que lo que importa es el cerebro de Bruce Wayne y no los puñetazos que meta, “que sus badgagets importan menos que sus intentos por controlar esa ira interior que le hace ponerse el traje”. Para ello bucea en las influencias desconocidas del hombre murciélago. Algunas están presentes como homenajes en alguna de sus obras, por ejemplo todo lo que el caballero oscuro tiene de El Zorro, empezando por su propia indumentaria, capa y máscara.
El propio Frank Miller lo evidencia cuando al reescribir el mito hace que Bruce y sus padres salgan de ver esa película en el momento de su muerte y en el que se origina el héroe. Otras no están tan a simple vista como las de Leonardo da Vinci, Sherlock Holmes o una película desconocida para casi todo el mundo llamada The bat whispers (el murciélago susurra). Todo para comprender que “Batman mola más que todos nosotros juntos, y nunca podremos, ni remotamente, acercarnos a él”.