Desde que saltó el escándalo que vinculaba a Imanol Arias con un entramado para defraudar a Hacienda dentro de los famosos Papeles de Panamá, el actor ha vivido parapetado bajo Antonio Alcántara, su personaje en Cuéntame, la serie más longeva de la televisión y uno de los más queridos por el público. Pocas declaraciones a la prensa, más allá de actos promocionales, y unas cuantas presencias en festivales como el de Málaga es todo lo que se ha sabido desde aquel mea culpa en forma de petición al juez de levantar el embargo de su casa de Madrid para "constituir una hipoteca sobre ella y destinar el importe del préstamo obtenido al pago de 716.533 euros correspondientes a la deuda contraída con la Hacienda Pública en los ejercicios fiscales 2012 y 2013”.
Arias ha vuelto al cine con Despido Procedente, una coproducción hispano argentina que se estrena este viernes en España y que irá de la mano de Netflix en el resto del mundo, y ha intentado evitar todas las preguntas polémicas y hablar sólo del filme, una comedia sobre un ejecutivo que será puesto en jaque cuando su empresa quiera hacer recortes y se cruce en su vida un misterioso personaje (al que da vida Darío Grandinnetti).
Un filme que humaniza a los directivos de las grandes corporaciones, y hasta les da una moral y la capacidad de redimirse. Arias reconoce que “el capitalismo salvaje está presente en todo”, y aporta un punto de vista que normalmente no se ofrece. “En la película hay un momento en el que los ejecutivos son amenazados con ser despedidos. Cuando hay despidos cuesta dinero, hay que indemnizar, pero al ejecutivo se le despide y no tiene un sindicato que le defienda. Al trabajador se le despide y cuesta una indemnización y tiene un sindicato. Es más normal la unión y una ideología en la defensa del trabajador que en el ejecutivo, que no tiene nadie que le defienda. Los trabajadores tienen una indemnización mucho menor, sí, pero pueden, si tienen un concepto de unión, enfrentarse a la empresa, hacer huelga. Nunca he visto una sentada de ejecutivos despedidos después de un crack”, cuenta a EL ESPAÑOL.
Al margen de todo
El actor, que durante décadas ha sido un referente interpretativo, pero también de compromiso ideológico, ha asegurado que intenta mantenerse al margen de todo el terremoto mediático provocado por las el caso Nummaria, y que nunca se ha considerado así. “Yo no soy ejemplo para nadie y eso es un alivio. Las circunstancias de mi vida han hecho que no sea un ejemplo y que no lo quiera ser. Lo único a lo que aspiro es a hacer bien mi trabajo y ser lo mejor persona posible. Eso es lo que pienso de mí mismo. Sigo pensando que se puede cambiar el mundo, pero no como cuando tenía 18 años. No me doy por vencido, soy feliz, lo intento cada día. No sé de lo que me habláis, porque no leo los periódicos, a mí no me gusta ese negocio, solo escucho música, leo, hago deportes y trabajo. Es como he decidido vivir, pero desde mucho antes de esto. Nunca he contado mi vida a las revistas del corazón. No me siento responsable ante nadie, tengo derecho al anonimato como cualquier ser humano”, ha añadido de forma tajante.
No leo los periódicos, a mí no me gusta ese negocio. Es como he decidido vivir, pero desde mucho antes de esto. No me siento responsable ante nadie
Desde 2015 no hacía cine, pero no cree que tenga nada que ver con las consecuencias de las noticias sobre los Papeles de Panamá, sino por el poco tiempo que le deja su trabajo en televisión. “Ruedo desde septiembre a mayo y vuelta a empezar. A veces saco tiempo para una película que me interese, aunque ahora estoy haciendo otra serie que es Velvet y aun así hago otra película en octubre. Así que todo depende de como vaya el calendario laboral. Puede que cuando deje la tele me dedique más al cine o al teatro, es una profesión incierta”, asegura.
En su próximo proyecto cinematográfico, la adaptación del cómic Sordo, dará vida a un soldado del bando nacional, que “vivió la guerra como algo duro y entre hermanos”. No le parecen más fáciles los personajes si empatiza ideológicamente con ellos, porque “los personajes no se defienden, se descarnan, como los cadáveres cuando venían en la época de Colón, que se descarnaban, había que quitarles las vísceras”.
De nuevo una comedia española que quiere funcionar en taquilla, aunque para Imanol Arias esta sea diferente porque tiene a Buenos Aires como protagonista, “una ciudad que tiene mucha especialidad en crisis y donde conviven la picaresca española, con contables judíos e industriales alemanes”. “Normalmente las comedias en España, que las hay muy buenas, se basan en el gag, en las diferencias regionales, en la modernidad, en la sexualidad, que es algo novedoso e interesante, pero esta se basa en la mezcolanza, en el que no hay que tener miedo a nada, es una comedia que dice que si no aceptas lo complicado de las situaciones van a repetirse hasta que aprendas”, continúa el actor, que este viernes vivirá en sus carnes si el público le pasa factura por sacar el dinero fuera de España.