El neorrealismo italiano marcó un antes y un después en la historia del cine. Lo hicieron sus historias, pero también la representación que hacía de la mujer. En un mundo dominado por estrellas rubias y despampanantes de Hollywood, Fellini, Visconti y compañía llevaron a la gran pantalla a mujeres reales. Voluptuosas, fuertes, raciales, como aquella Anna Magnani que se convirtió en todo un icono. Mujeres que eran bellas independientemente de la edad que tuvieran. La experiencia se marcaba en su rostro, y la cámara lo retrataba de forma hermosa.
En las últimas décadas el cine de EEUU ha querido imponer de nuevo su aburrido canon para la mujer moderna. Reinas de la comedia romántica pavisosas y perfectas para todos los públicos, pero en medio de todas ellas siempre quedan nombres como el de Monica Bellucci, que se toma el paso de los años negándose a aceptar la dictadura de Hollywood, que jubila a sus actrices cuando cumplen los 40. Bellucci ya tiene 52 y es capaz de ser sensual chica Bond en Spectre y musa del cine de autor en lo nuevo de Emir Kusturica, En la vía láctea, que se estrena en España el 14 de julio.
Todavía hay más directores que directoras, más médicos que médicas y más políticos que políticas, pero la revolución de la mujer ya ha empezado y lo importante es que no pare
En ella da vida a una mujer con mucho de aquella Anna Magnani en un filme muy inspirado por Fellini, tal como confirma la propia actriz, que ha acudido a Madrid a presentarlo ante la prensa. “Kusturica es un enamorado del cine italiano, y es una de sus inspiraciones. Puede que por eso eligiera a una actriz italiana y escribiera este personaje, que es muy intenso, porque es una expresión de la feminidad que tiene muchas facetas, es materna, protectora, pero también es capaz de matar si tiene que hacerlo. Conoce el mundo femenino muy bien y me sorprendió que un hombre como el, con su presencia, que no se sabe muy bien quién es, fuese capaz de escribir algo tan poético, tan femenino y tan sensible, fue un placer”, cuenta Bellucci a EL ESPAÑOL.
En esta fábula sobre el horror de la guerra de los Balcanes también hay sitio para el amor, y en la otra cara de la moneda coloca a otra mujer que “representa la juventud, mientras que yo soy alguien no tan joven, que tiene experiencia”. Una mujer que es deseada y que desea, más allá del paso del tiempo y de las heridas del pasado. Bellucci cree que algo está cambiando, y que el cine ya ha aceptado que la sensualidad no es cuestión de la edad y que a partir de los 40 no se deja de ser el objeto del deseo: “A mí no me ha pasado. He sido el objeto de deseo para James Bond, en Mozart in the jungle soy el objeto del deseo de un hombre joven, y en esta soy la mujer que representa el amor y la sensualidad”.
“En los tres personajes soy como soy, una mujer de 50 años. Creo que las cosas están cambiando y se puede tener 50 años y ser el objeto del deseo. Hay una nueva forma de mirar a la mujer, mira Julianne Moore, Catherine Deneuve, Isabelle Huppert, Helen Mirren… hay tantos ejemplos en tantos países que demuestran que las cosas están cambiando. Las mujeres cambian y tienen cada vez más poder en la sociedad, porque antes estaban en casa. Eran sólo las madres, y ahora las mujeres han empezado a representarse en la sociedad, tienen más respeto por sí mismas y se miran de otra forma, y los hombres también les miran de otra forma y esa nueva forma de mirar está en el cine y el cine es una representación de la realidad”, añade la actriz.
Es consciente de que, pese a todo, el tema avanza poco a poco, y que la representación de la mujer en el cine sigue respondiendo a estereotipos y personajes secundarios. “Va a llevar tiempo. Todavía hay más directores que directoras, más médicos que médicas y más políticos que políticas, pero la revolución de la mujer ya ha empezado y lo importante es que no pare. El problema es que cuando no haya democracia no habrá evolución de las mujeres, y todo esto, si no hay democracia, puede pararse en un segundo”, opina Bellucci.
Leo el guion y contesto por instinto. No sé qué va a pasar a partir de ahí con la película. Es la forma que tengo de explorarme a mí misma
La italiana conocía de sobra la obra de Kusturica, al que conoció con El tiempo de los gitanos. “Es maravillosa, cuando la vi supe que iba a ser una de las grandes películas de la historia del cine, así que cuando me llamó me alegré mucho. Sabía que iba a ser una película especial, tiene un sello, esa dualidad entre fantasía y realidad, entre poesía y la violencia. Son películas que representan una forma suya de escaparse de la violencia y de la tristeza de la guerra en su país. El trasfondo de la película es la guerra, pero es una historia de amor entre dos personas que han pasado por muchas dificultades en la vida y aunque no les quede nada por perder y no son jóvenes, surge algo mágico cuando se conocen. Esto demuestra que el amor y la sensualidad son cuestión de energía, no de edad”, dice de En la vía láctea.
Alterna con facilidad los taquillazos de Hollywood con el cine independiente, pero no responde a ningún plan trazado con tiralíneas, sino que siguen sólo una máxima: hacer caso a su instinto. “Leo el guion y contesto por instinto. No sé qué va a pasar a partir de ahí con la película. Es la forma que tengo de explorarme a mí misma, cuando trabajo con Sam Mendes, Gaspar Noe o Kusturica, sé que son películas especiales, y alguna no tenía ni distribuidora y lo mismo ni salía adelante, pero de verdad es mi instinto, necesito ir ahí porque necesito servirme a mí misma, tengo que explorarme, y a veces hay éxito y otras no, pero todas tienen su historia”, dice con esa seguridad neorrealista que impregna cada palabra que dice.
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