Los tiburones no pasan de moda. Desde que Spielberg atemorizara a todo el mundo con su película, se instauró un subgénero en el cine, el que daba protagonismo a esos escualos como villanos. Sustituir al asesino en serie con máscara por un animal salvaje y con ganas de sangre funciona siempre, sea en forma de thriller, de terror o de la comedia más loca, como ese Sharknado que creó una saga que este año estrenará su quinta entrega.
El año pasado fue un director español (Jaume Collet Serra) el que se rindió a un tiburón en Infierno Azul, una de las sorpresas de la temporada, y este 2017 ha sido también un guionista de nuestro país el que ha metido el miedo en el cuerpo de Hollywood con otro taquillazo de escualos. A 47 metros se ha convertido en todo un sleeper en la taquilla de EEUU. Rodada con apenas cinco millones de dólares ya lleva casi 50 sólo allí y con todo el mercado internacional sin explotar. Una graciosa y desacomplejada producción que coquetea con el cine de serie B y que ha nacido de la pluma de Ernest Riera, que todavía se encuentra en una nube intentando asimilar lo que ha ocurrido, que define como “una sorpresa absoluta” y “una pasada”.
La premisa del guion de este mallorquín no podía ser más simple, dos submarinistas encerradas en una jaula bajo el mar y un montón de tiburones asediando. La ha dirigido su amigo -y coguionista- Johannes Roberts, con el que empezó hace muchos años, cuando le “producía sus películas y hacíamos cosas mucho más barateras”. En 2010 consiguieron llegar a las salas con F, en la que ya colaboraron en la historia y esta es la primera vez que la gente les ha respaldado. Aunque lo piense no encuentra la respuesta al porqué de su éxito. “Cuando esto sucede, que conectas con el público, es imposible de predecir. Quizás es porque es la primera que se ha rodado toda debajo del agua y ese aspecto técnico que ofrece una sensación nueva y que no se había visto antes ha provocado un batido de emociones”, cuenta a EL ESPAÑOL.
En ese “subgénero” confiesa que es complicado ser original, pero ellos lo han logrado. “Es difícil hacer algo que sobresalte a la gente, todos los años llega una película de serie B de tiburones, y hay pocas que tengan algo que contar”, explica el guionista español, que cree que los tiburones gustan tanto porque “son los dinosaurios de las profundidades, son los monstruos más cercanos que todavía se puede ver y tocar”.
La idea de hacer un filme sobre este animal la tenían clara. Johannes Roberts es buzo y un amante de los tiburones, así que él ayudó para introducir esa “parte de realismo y aventuras que le han pasado y ha vivido”. “Esa fue la base, pero queríamos hacer una película algo diferente, darla un ángulo distinto, que no se hubiera hecho. Así que nos metimos en su guarida. Hasta ahora se hacían desde la superficie, ves la aleta etcétera, pero nosotros queríamos estar dentro, que pudieran venir de cualquier sitio y no supieras de dónde ni cuando. Sentir angustia y desesperación”, explica.
Queríamos hacer una película algo diferente, darla un ángulo distinto. Hasta ahora se hacían desde la superficie, ves la aleta etcétera, pero nosotros queríamos estar dentro
Para este guionista Tiburón siempre será la “referencia absoluta” y algo “imposible de superar”, pero también reconoce que con Sharknado se echó “unas risas impresionantes”. Gracias a los tiburones su vida ha cambiado, ahora llaman a su puerta para encargarse de proyectos más ambiciosos. “Ha habido bastantes ofertas, y nosotros como siempre siempre no nos movemos por lo más comercial, si no por lo que más nos gusta. Dentro de las ofertas siempre prima el gusto personal, pero ahora no paro de leer guiones. Hay cosas interesantes”, confiesa Riera, que ya está manos a la obra con sus dos siguientes guiones, uno de ellos -una adaptación de Corazones en la Atlántida, de Stephen King- ya en marcha.
Ser español no ha sido un lastre para triunfar en EEUU. Al revés, el terror nacional siempre se ha visto fuera con buenos ojos, y eso ha ayudado a Ernest Riera, que reconoce que allí “a los guionistas de miedo se les respeta mucho” y que no descarta escribir algo que, por fin, se ruede en España, donde “las producciones que llegan muy lejos son apuestas difíciles por su presupuesto”. “Soy un fan del cine español, un gran defensor, pero es necesario que se apoye al cine desde las instituciones, que se le favorezca, estamos en un mercado muy competitivo y otros Gobiernos apoyan mucho al cine, nosotros necesitamos eso”, zanja un guionista que ha alcanzado el éxito en el lugar más difícil con una apuesta cuyo valor es, precisamente, la sencillez.