Puede que esta vez sea algo más que un “deseo” del secretario de Estado de Cultura: en el preacuerdo entre Albert Rivera y Mariano Rajoy para cerrar los Presupuestos Generales del Estado de 2018 se incluye la posible bajada del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) del cine, para dejarlo en el 10 %. De esta manera, se pondría final a una situación que durante seis años ha cargado la entrada con una tasa del 21%, la más alta de Europa. Hasta dentro de una semana, cuando el PP tenga el beneplácito del PNV, será presentado por el Gobierno.
De consumarse esta medida, incluida en la petición de Ciudadanos para ampliar las partidas sociales por valor de 8.300 millones de euros, se equipararía al cine con los espectáculos en directo. Si el teatro fue el beneficiado con el acuerdo en 2017, todo apunta a que en 2018 será el cine. La industria, no el espectador.
El aumento en 2012 del IVA al 21% ha afectado a la recaudación para los cines y a la recaudación de impuestos. En el primer año íntegro de aplicación de la medida, 2013, Hacienda recaudó 14,7 millones de euros. Los siguientes años el cine aportó a las arcas públicas casi tanto como lo aportado por las arcas a su desarrollo: 27,6 millones (2014), 23,4 millones (en 2015) y 23,3 millones de euros (en 2016). El Gobierno invirtió en ayudas al cine, en 2013, 29,4 millones, 27,1 millones (en 2014), 32,3 millones (2015), 30 millones (en 2016) y en 2017 hay 30 millones de euros congelados.
De haber firma y rebaja, sólo los exhibidores tendrán respuesta a la bajada del precio de la entrada al cine. Aunque los productores ya han adelantado que, después del pellizco de estos años, han sufrido tanto como para no bajar, sino subir el precio. “Tienen que recuperarse de todos estos años”, comentaban los productores a EL ESPAÑOL. Han sujetado mucho tiempo el precio a cambio de reducir costes.