Érase una vez una mujer que soñaba con sólo tres cosas: tener muchos hijos, un mono y un castillo. Lo primero sólo fue cuestión de ponerse manos a la obra, lo segundo tampoco costó mucho, pero lo último se le resistía, hasta que recibió una herencia millonaria que le permitió cumplir con sus deseos. La señora en cuestión es real, se llama Julita Salmerón, es la madre del actor Gustavo Salmerón y va camino de convertirse en la revelación del cine español de 2017. Ella es la protagonista del documental que ha dirigido su hijo para contar su historia y que se ha estrenado en el Festival de Cine de San Sebastián -llegará a las salas el 15 de diciembre-.
La película no podía llamarse más que Muchos hijos, un mono y un castillo, y es el descubrimiento de una señora fascinante, hipnótica y con un mundo interior tan fascinante que uno nunca llega a saber si lo que sale por su boca es verdad o su último número de magia para que nos partamos de risa con ella. Julita, además, es la historia de España metida en un castillo. Como suena. El documental recupera sus vivencias desde la Guerra Civil hasta la crisis, siempre con el humor y lo políticamente incorrecto por bandera.
El director pone el foco en las perlas que su madre suelta por la boca, y que son recuerdos pasados por el filtro del esperpento. Porque Julita Salmerón estaba enamorada de Primo de Rivera. Como lo oyen, tanto que hasta soñaba con hacer croquetas con el cuerpo del dictador. Un sueño recurrente que ha contado a su familia toda la vida y que ahora se lo cuenta como un secreto a todos los espectadores. “De pequeña mi madre tenía muchas pesadillas, y tenía el sueño de Primo de Rivera y otros, soñaba con su abuela muerta, también, y tenía mucho cacao mental, ideológico, de sueños… por eso es tan fascinante”, cuenta Gustavo Salmerón a EL ESPAÑOL.
Ha estado 15 años grabando “como si fuera un yonki” a su familia y ahora ha llegado el momento de activar “la bomba atómica” que es su madre cuando “le pones una cámara delante”. La película ganó premio en Karlovi Vary y ha arrasado en Toronto, donde “no se oían los diálogos de lo que se ríe la gente”. Imaginen ahora la reacción en España cuando Julita Salmerón se declare masona, atea, o confiese que sigue siendo falangista porque nunca se dio de baja.
Es contar la historia de España a través del disparate, tiene algo de Berlanga, de Azcona, de esa cosa absurda española
“Es contar la historia de España a través del disparate, tiene algo de Berlanga, de Azcona, de esa cosa absurda española, y la historia de España está. Está la república, la guerra, la posguerra, la llegada de la democracia, la transición, cómo se dan cuenta de lo que era el franquismo, la abdicación del rey, la crisis…”, asegura el realizador, que ha tenido el valor de mostrar a su propia madre reconociendo que le tocó ser falangista, porque no tenía otra visión del mundo.
La abuela de Julita y su sobrina fueron asesinadas en la guerra por “los rojos”, como le dijeron a ella. Pusieron sus cadáveres al lado del río y los cubrieron de piedras. Así que la familia tuvo claro de qué lado ponerse cuando acabó la Guerra. Pero con esta señora todo tiene un giro inesperado, y su familia guardó la vértebra de la muerta como recuerdo, un hueso que se esconde en algún sitio del castillo en el que vive junto a su marido y sus seis hijos. “Es una generación que vivió la guerra. Vieron muchos muertos de niños y vieron la muerte muy cercana”, explica Salmerón sobre la forma en la que su madre se toma la muerte. Con ironía, casi riéndose en su cara, y sabiendo que más pronto que tarde llegará, Julita les dice a sus familiares que le pinchen en el culo con una aguja de hacer punto para asegurarse de que está muerta antes de que la quemen.
Salmerón se sigue sorprendiendo de las palabras de su madre, y hasta se siente avergonzado en pantalla cuando bromea con Primo de Rivera o con el carné de falangista, pero tiene claro que “es demócrata y que le parece un horror la falange”. “En la guerra mataron a su abuela y creció con esta cosa de que la habían matado los rojos. Su padre, de hecho, era de izquierda republicana, pero cuando acabó la guerra se hizo de falange como forma de sobrevivir. Ella se hizo de falange con 10 años pero en mi casa nadie ha sido franquista, pero ella utiliza muy bien para la comedia esto de llevar la realidad al límite. Me gusta también porque ahora parece que en aquella época nadie fue franquista, y es falso, por lo que fuera mucha gente apoyó a Franco, fuera por represión, porque te tocó en ese lado… y me parece eso interesante, que se trate con naturalidad porque no se puede juzgar algo así, hay que entenderlo en el contexto de una niña de cinco años cuando acaba la guerra. También está en la película el lavado de cerebro que hacían en los colegios durante la dictadura”, aclara el director.
Ni siquiera él tiene claro cuántas de las cosas de su madre (que quiere que la vistan de monja cuando se muera aunque ella es atea) son verdad y cuántas un nuevo show de Julita, pero tiene claro que lo que sale de su mente es único y hay que cuidarlo: “Mi madre vive en una realidad paralela, en un mundo de fantasía, como Alicia en el país de las maravillas, es como una niña que juega, y es muy difícil decirla que no juegue porque su mundo fantasioso es muy bonito y arrastra a toda la familia”. Apunten su nombre, porque la próxima estrella del cine español tiene 82 años y estaba enamorada de Primo de Rivera.