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La mente del artista siempre está creando. No puede parar. Los genios no descansan y la historia del arte nos ha demostrado que la vida familiar muchas veces es una utopía para ellos. En el mundo del cine los procesos son todavía más largos y complejos. A la escritura del guion hay que sumar la preproducción, rodaje y posproducción. Lo que puede llevar a un director a estar meses absorbido por un proyecto. Jornadas maratonianas en las que apenas pisa por casa y no ve a sus hijos. Una ausencia que no tiene que ver con ser peor padre o madre, sino por querer compaginar dos pasiones. A veces, incluso, una es más potente que la otra, y las ganas de dar vida a lo que pasa por sus cabezas supera a las de pasar tiempo con su familia.

Lo explicaba en este periódico la cineasta Inés París cuando hablaba de la dificultad de conciliar. Reconocía que muchas veces la habían hecho sentir una mala madre por amar lo que hacía. "El mundo creativo me absorbe y entusiasma: nunca he disfrutado tanto de estar en el parque como escribiendo o dirigiendo. No quiere decir que no haya tenido y tenga momento familiares inolvidables, pero la profesión me llama más”, explicaba. No es la primera ni será la última. Si no que se lo digan a Carlos Saura, cuya vida familiar y profesional (y los lazos entre ellas) quedan al descubierto en Saura(s), el documental de Félix Viscarret que se estrena este viernes.

Fotograma del documental sobre Carlos Saura.

La idea era simple. Viscarret se había dado cuenta de que cada cambio en la trayectoria del maestro, había estado precedido de un cambio sentimental, y normalmente por un hijo nuevo. “No quiero meterme en su vida privada, pero creo que en todo creador, en todo artista, se puede ver un paralelismo o entender mejor ciertas decisiones artísticas si comprendes a la persona que hay detrás. Esa era una de las pulsiones que me acercaba a hacer la película. Ese misterio quería desvelarlo”, cuenta el director a EL ESPAÑOL.

Para ello pone a Saura delante de cada uno de sus hijos, y le enfrenta a las películas que realizaba en la época en las que era padre. Ellos hablan de su infancia, de las largas temporadas en las que su padre no estaba en casa, de cómo avanzaba con otra pareja. No hay reproches, no se le echa en cara, pero todos reconocen que han conectado con su padre cuando han sido más adultos. De todos los hijos de Carlos Saura hay uno que no aparece, Shane, nacido de su relación con Gerladine Chaplin y el más crítico con su padre. Accede a hablar por teléfono, y admite que hablan poco y que su caso es diferente.

Es verdad que podía haberles hecho más caso en muchos momentos, porque los niños piden mucha atención, más de lo que se les da la mayoría de las veces

Viscarret trata con pudor ciertas partes de la vida de Saura, “porque no quería hacer exhibicionismo”, pero la verdad se acaba colando por cada esquina. En una escena, el director de Cría Cuervos revisa -y eso que odia ver sus propios filmes- una escena de Elisa, vida mía en la que Fernando Rey abandona a Ana Torrent y la emoción aparece en su cara. No recuerda ni haber rodado eso, pero cree que es muy hermoso, aunque también muy cruel. Es imposible no pensar en que el director se estaba viendo a sí mismo cada vez que salía por la puerta para ir a un rodaje.

Carlos Saura no recuerda esa dicotomía entre el artista y el padre de familia. “En mi caso no la veo, mis hijos siempre han estado en mis cuartos, pintando conmigo. Es verdad que podía haberles hecho más caso en muchos momentos, porque los niños piden mucha atención, más de lo que se les da la mayoría de las veces. Yo me he llevado bien con mis hijos, les he querido mucho y no tengo la sensación de haber separado vida y trabajo. A lo mejor mis hijos han tenido otra sensación”, decía desde el Festival de Cine de San Sebastián.

También reconocía que nunca había sido “un padre pegajoso, de esos pesadísimos que son insoportables y llaman todo el día”. “Quizás por mi vena aragonesa, pero cuando me han necesitado ahí he estado yo, nunca les he dado la tabarra. He querido que sean libres, que descubran lo que es la vida, que sean independientes, que encuentren su lugar sin decires que tiene que hacer una cosa u otra”, añadía.

Fotograma del documental de Carlos Saura.

Saura se ve en el documental como un actor, y juega todo el rato a despistar haciendo creer que todo es una ficción en la que él interpreta a Carlos Saura. “Es una idea genial hacer una película que parezca todo verdad, que es un documento vivo y que todo sea mentira. ¿Porque tú qué sabes si es verdad o mentira? Imagínate que fuera todo inventado, daría lo mismo”, aseguraba uno de los padres del cine de autor en España.

Por fin parece que va a poder levantar uno de sus proyectos más ansiados. El biopic de Pablo Picasso junto a Antonio Banderas, pero siempre se ha encontrado con “problemas para rodar”. “Hay muchas películas, unas 8 o 9 que no he podido hacer. He tenido siempre prohibiciones, tengo un guion sobre Felipe II, otro precioso sobre Miguel Ángel… Pero a mí me ha ocurrido también lo contrario, por ejemplo, con Cría Cuervos la crítica española fue muy negativa, me dijeron que era una mierda. Llegue a Canadá con Geraldine pensando que mi carrera estaba acabada, y luego a Cannes le gusta la película y a partir de ahí ya es una pelicula maravillosa”, decía el maestro que cree que al cine español le falta una cosa: productores como los de antes, como ese Elías Querejeta que se partía el pecho para traer un cine diferente a las salas.