La caída de Harvey Weinstein ha provocado un terremoto en los cimientos de Hollywood. Muchos tiemblan en sus casas. Si los delitos y secretos del todopoderoso productor han salido a la luz, eso emuestra que nadie es inmune, que se acabó la cultura del silencio y que todos los que hayan acosado o abusado de alguien serán descubiertos.
Uno de los primeros en salir a la palestra ha sido Kevin Spacey, el actor fue la semana pasada acusado por el actor Anthony Rapp de haberle acosado cuando tenía sólo 14 años. “Trataba de seducirme. No sé si hubiera utilizado ese lenguaje. Pero era consciente de que estaba tratando de tener sexo conmigo", ha contado Rapp en un comunicado en el que explica cómo Spacey se tumbó sobre su cuerpo hasta que tras unos segundos logró zafarse de él. Spacey no negaba los hechos. Decía no acordarse de nada, y pedía perdón. Además, aprovechaba su comunicado para confesar que era gay, una actitud reprobada por la mayoría, que consideran que creó una cortina de humo para que no se hablara del acoso.
Fui a pedir una bebida y Kevin vino hacia mí. Me dijo que me fuera con él del local. Puso su mano en mi entrepierna y me tocó el paquete. Le quité la mano
La jugada salió mal. Pocas horas después Netflix cancelaba su serie House of Cards, de la que era productor y paralizaba el rodaje de su sexta temporada. Además, otros tres jóvenes han declarado haber sido acosados por el dos veces ganador del Oscar. El actor Roberto Cavazos, el director Tony Montana y un actor anónimo han señalado la conducta inapropiada del protagonista de House of Cards. Cavazos estuvo trabajando en varias producciones en el teatro Old Vic, donde Spacey fue director artístico entre 2004 y 2015, y ha escrito un comunicado en el que cuenta como Spaceu buscaba a actores menores de 30 años.
"Era tan común que hasta se volvió un chiste local (de muy mal gusto)", lamenta el intérprete, que desvela que Spacey solía preparar un picnic con champán en el escenario del teatro para "hablar de su carreras" y tratar de establecer un contacto más íntimo con los actores. "Somos muchos los que tenemos un 'Kevin Spacey story'. Parece que sólo hacía falta ser un varón menor de 30 para que el señor Spacey se sintiera libre de tocarnos", confesaba Cavazos, que lamenta que Spacey haya aprovechado la ocasión para confesar su homosexualidad. Por su parte, el director y productor Tony Montana ha confesado en una entrevista a RadarOnline que Spacey "puso su mano en mi entrepierna y me tocó el paquete. Le quité la mano, pagué mi bebida y me alejé de él".
En dos semanas Kevin Spacey ha pasado a ser uno de los dioses de Hollywood al nuevo Harvey Weinstein. La caída al abismo de una de las personas más respetadas del mundo del cine. Una autoridad y el ejemplo en el que muchos jóvenes se miraban. El clásico actor de método que ha trabajado con los mejores directores -hace poco Ridley Scott, con el que estrena filme, le definía como uno de los mejores- y que era un seguro de vida para cualquier título. Una carrera que comienza en 1986 y que vuelve a dejar en entredicho a toda la industria de Hollywood, que vivió los abusos del intérprete sin que nadie le dijera nada y alzándole a su firmamento.
La autoridad de Spacey se ha labrado también en el teatro. Desde 2004 a 2015 dirigió el Teatro Old Vic de Londres y lo llevó a su cima artística con el de responsable y en un gran número de obras que llenaron el patio de butacas. Precisamente en sus tablas es donde muchos dicen que se sufrían esos acosos, de hecho el propio teatro ha habilitado un correo confidencial para que los trabajadores -actuales y antiguos- puedan dejar quejas y testimonios. El actor no ha confesado las nuevas acusaciones, pero ya ha dicho que se va a someter a “evaluación y tratamiento”.
Realidad y ficción
Queda por ver si estas acusaciones afectan a la carrera de Kevin Spacey, al que todos recuerdan por el papel de Lester Burnham en American Beauty, por el que logró el Oscar al Mejor actor protagonista. Una película que parece el oscuro presagio de lo que estaba por venir. En ella, el cuarentón con la vida acabada se obsesiona con la amiga de su hija de 16 años. Se masturba pensando en ella e intenta seducirla haciendo uso de su posición de poder. Algo parecido a los cargos de los que le acusan Anthony Rapp y el resto de jóvenes.
Las redes sociales han rescatado también el discurso que dio cuando ganó el Oscar por esa película, y en el que muchos han querido ver una confesión sobre sus comportamientos. “Se lo dedico a mis amigos, por señalarme mis peores cualidades. Sé que lo hacéis porque me queréis, y por eso me ha encantado interpretar a Lester, porque vemos sus peores cualidades y aun así le conseguimos querer. Esta película para mí trata sobre cómo cualquier acto individual de cualquier persona fuera de contexto es condenable”, dijo Spacey con la estatuilla entre sus manos.
El caso de Kevin Spacey ha conmocionado más a Hollywood que el de Weinstein, porque de él no se lo esperaban, mientras lo del productor parecía ser un rumor a veces que taparon entre todos. Spacey, sin embargo, ha seguido al pie de la letra la máxima del otro personaje por el que ganó el Oscar, Keyser Soze, que en la mejor frase de Sospechosos habituales decía que “el mejor truco del diablo fue convencer al mundo de que no existía”.