"Invertir en igualdad": la solución para acabar con el próximo Harvey Weinstein
El caso de los acosos del productor ha sacudido el mundo del cine, que ha vivido años en una cultura del silencio. Hablamos con expertas sobre cómo se ha llegado a esa situación y qué hay que hacer para evitar que haya más depredadores sexuales.
4 noviembre, 2017 02:46Noticias relacionadas
El caso Harvey Weinstein ha sido como una bomba nuclear para la industria del cine. Los acosos y abusos del productor de Hollywood a decenas de actrices han abierto una caja de Pandora que ha dejado en evidencia un sistema machista que había normalizado una situación deleznable. Han tenido que ser unas cuantas valientes las que años después se atrevieran a denunciarlo en los artículos de The New York Times y The New Yorker que destaparon el caso.
Desde entonces, todo el mundo ha ido en busca de los otros Harvey Weinstein que se creían inmunes. El mundo del arte ha denunciado que ellas también lo han sufrido, Kevin Spacey y Dustin Hoffman han sido denunciados por acoso a menores hace décadas, y esto no ha hecho más que empezar. Muchos han considerado que la responsabilidad ahora está en aquellas mujeres que lo sufrieron, pero el problema viene de mucho tiempo antes. La sociedad veía por bueno que un jefe tocara la pierna a una becaria o la invitara a cenar compulsivamente. Las autoridades tampoco han hecho mucho. En el Instituto de la Mujer no hay datos sobre el acoso sexual en el trabajo. Las últimas estadísticas datan de 2006, según confirman fuentes de la institución a este periódico.
Para María Bustelo, Delegada del Rector para la Igualdad de Género en la Universidad Complutense de Madrid, ese es “uno de los problemas, que era un problema oculto”. “Lo que está ocurriendo es que se está empezando a visibilizar por una voluntad de la sociedad. Lo que ha ocurrido ahora con el caso de Harvey Weinstein es lo que ocurrió hace años con el tema de la violencia de género, que en un momento dado se decidió que era un problema público, no algo privado. La sociedad no estaba dispuesta a tolerarlo”, explica a EL ESPAÑOL sin mostrar sorpresa por la falta de datos, ya que según confiesa que “en España hay tres estudios, no hay más”.
Lo que ha ocurrido ahora con el caso de Harvey Weinstein es lo que ocurrió hace años con el tema de la violencia de género, que en un momento dado se decidió que era un problema público, no algo privado
En la Complutense se está realizando uno de ellos. Su compromiso con el tema del acoso es total, ya han creado un protocolo de acción que define los tipos de acoso, la forma de prevenirlos y también han creado un órgano para poder denunciarlo. Para Bustelo, este caso ha puesto el problema en el foco y espera que no se haga demagogia y todo quede en que Weinstein era un único depredador. “La cuestión es que el acoso está presente en muchos ámbitos de la sociedad, no es algo de dos o tres locos que hacen esto. Es un tema enraizado, de carácter estructural y que tiene que ver con la violencia de género, es un signo más de la desigualdad que hemos desarrollado”, apunta.
Esa cultura del silencio se ha basado en que “estaba normalizado” y en que en estas relaciones entraba un doble juego de poder: “Son relaciones desiguales, los hombres siempre han estado por encima, y si a eso le añades una jerarquía de otro tipo, pues se entendía que esto era lo normal, había que aguantarse o lidiar con ello, hasta ahora. Estaba oculto porque las personas que sufren acoso siempre se sienten culpables, piensan que ellas no han hecho lo suficiente por evitarlo y sienten culpa”, apuntan desde la UCM que explica ese fenómeno llamado “revictimización”. “La gente denuncia y eso a veces se le vuelve en contra y acabas teniendo un acoso secundario. Tiene un coste muy alto, y por ello es importante que institucionalmente haya elementos para luchar contra esto”.
El acoso no es algo de dos o tres locos. Es un tema enraizado, de carácter estructural y que tiene que ver con la violencia de género, es un signo más de la desigualdad
Para María Bustelo es importante establecer un protocolo de acción y de definición del propio acoso, además de la acción de unas instituciones que pasan del tema. Sólo así se podrá acabar con los próximos Harvey Weinstein. "Lo más importante es hacer prevención, y eso no es más que invertir en igualdad. Invertir en igualdad es lo más inteligente, pero también hay muchos elementos intermedios para concienciar a la sociedad de que esto es un problema que no queremos tolerar, y explicar las consecuencias y los efectos que tienen estas cuestiones”, zanja.
Desde la Unión de Actores, su Secretaria de Igualdad, la actriz Berta Ojea, también apuesta por la inversión en igualdad como parte de la solución, pero se muestra más contundente. “Esa es una de las claves fundamentales, invertir en leyes, en igualdad, que cada vez más están más vacías. Nosotros tenemos una ley de igualdad extraordinaria que no se cumple, se están cumpliendo los mínimos, pero no se está usando por las instituciones. Las leyes tienen que tener dinero, porque si no es inútil. También tenemos un pacto de estado recién firmado con medidas importantes, pero si no se pone dinero, si no cuentan con presupuestos, no hacemos nada. Desde el Ministerio que tiene esta responsabilidad de igualdad se están tomando pocas medidas, y sobre todo en el sector de la cultura. Hay que hacer algo específico, no vale con organizar un concierto para que canten los problemas que tenemos”, explica.
También apuesta por la educación para acabar con “un problema que le da igual a la sociedad”. “Esto no es algo sólo de un sector, nos ocurre a todas. El acoso es continuo y permanente desde que la mujer se incorpora a los trabajos”, apunta y subraya que la prensa muchas veces ha preferido el morbo de ver quiénes han sido acosadas y por qué no han denunciado en vez de denunciar un sistema que lo permitía. “Denunciar es muy difícil, y la pregunta no debería ser por qué no denuncias, sino decirle al acosador: oye, por qué acosas. La mujer se queda aislada porque sabe que van a mirar al otro lado. Se siente sucia, y siempre ponemos la responsabilidad en ella. Hay que tomar medidas preventivas para que esto no ocurra”, añade Ojea.
Denunciar es muy difícil, y la pregunta no debería ser por qué no denuncias, sino decirle al acosador: oye, por qué acosas
Como parte del mundo del cine, Berta Ojea -que ante la inacción de las autoridades prepara un foro de denuncia dentro de la Unión de Actores- también es autocrítica con su sector, y cree que están ofreciendo siempre “contenidos machistas”. “Damos contenidos donde las mujeres son muy jóvenes y siempre el objeto del deseo del protagonista, que encima tiene diez o quince años más que ella. El cine y el audiovisual está avanzando en igualdad, pero se sigue creando contenido que no nos representa y que es un mal caldo de cultivo de cara a la sociedad. Hay que ser responsable con lo que hacemos”.
Una opinión que comparte la presidenta de la Asociación de Mujeres Cineastas (Cima), Virginia Yagüe: “es importante que el cine genera modelos de conducta, igual que se invierta en medidas de igualdad a nivel general. La mirada de las mujeres cineastas es imprescindible, igual que lo son los contenidos igualitarios para intentar revertir esos modelos conductuales. Nuestra cinematografía no puede permitir propuestas de relato donde haya violencia de género consentida o con una forma lúdica, de espectáculo o justificada, es muy peligroso, y ahí sí que hay que hacer trabajo activo, con mujeres contando nuestras historias”.
Nuestra cinematografía no puede permitir propuestas de relato donde haya violencia de género consentida o con una forma lúdica, de espectáculo o justificada, es muy peligroso
El caso Weinstein ha tocado directamente a su sector, pero cree que trasciende al mundo del cine y que “estos comportamientos aberrantes que deberían estar abolidos hablan de algo “muy alarmante” como es “una estructura social que marca unos comportamientos que se generalizan, perviven y que habría que analizar por qué han sobrevivido y no se han tomado medidas”. Para ello buscan datos, esos que no se encuentran en el instituto de la mujer y que creen imprescindibles para “tomar medidas de acción”. “Hay que exigir a las instituciones ese dato y tienen que hacer un trabajo activo para tenerlo”.
Todas tienen clara una cosa. Es algo que ha podido, y puede pasar a cualquiera. Un abuso de poder potenciado por la desigualdad de género. Para ello piden también más mujeres en los consejos de administración de las grandes empresas o en las directivas de las instituciones, pero nada de esto llegará a buen puerto si el otro actor no se implica: “el hombre tiene que liderar también la lucha, son el 50%, y son indispensables para que esto termine”.