“Me llamó José Rabadán y maté a mis padres y a mi hermana”. Lo dice el que fuera conocido como 'asesino de la catana' sin titubear. Han pasado 17 años desde que el caso conmocionara a España. Aquel chaval de 16 años que acabó con su familia dejó al país pegado a la televisión, siguiendo un caso convertido en fenómeno mediático. Videojuegos violentos, artes marciales, sectas satánicas… entonces se especuló con cientos de teorías sobré qué podía pasar por la cabeza de un adolescente para cometer tal barbaridad.
El que ahora lo explica es el propio asesino, que en el documental de Dmax Yo fui un asesino, el crimen de la catana -que emitirá el miércoles 29 y el jueves 30-, habla por primera vez sobre qué ocurrió aquella noche en la que mató a su padre, a su madre y a su hermana de síndrome de down. Quiere demostrar que está rehabilitado, que la reinserción funciona y que puede ser un ejemplo para la sociedad. Ahora abraza a la iglesia evangélica y vive con su mujer y su hija en Cantabria. Hasta ahora nadie sabía en su nuevo entorno que él fue aquel chaval con el pelo a la taza que abrió los telediarios durante meses.
Ya no luce melena. Ahora llevo el cuerpo tatuado y menciona que “Cristo me compró con su preciosa sangre” en su reconversión religiosa. Habla de su familia fallecida en presente, y reconoce su crimen sin desarmarse, sin llorar, como dijeron los periódicos de la época. Sólo se emociona cuando se acuerda de su hermana. Intenta explicar por qué cometió aquel asesinato. En su momento, en su primera declaración, argumentó que “quería ser libre”, y aunque ahora reconoce que se estaba “quemando por dentro”, ahora argumenta que en un momento de su vida “tomó un camino que no tenía que haber cogido nunca”.
Se refiere a sus tendencias esotéricas, su curiosidad por el satanismo, las ciencias ocultas y los chats en los que fantaseaba con cometer ese crimen. Ahí fue cuando por primer vez pensó en matar a sus padres. “Lo imaginaba, pero no para llevarlo a cabo, aunque jugaba con eso”, explica mirando a cámara. Al final lo cometió. Cuando recuerda el suceso lo hace como si se tratara de una película de sucesos paranormales. Dice que su hermana predijo el crimen un día antes, y que él sólo quería demostrarse que podía hacerlo, pero que algo pasó cuando se encontró con la catana levantada delante de su padre. “No fui yo, fue mi cuerpo, pero no yo. Me sorprendió mi propio acto. Sólo quería volver a mi cama para que no me viera, pero mi espada bajó, bajó sola”, explica Rabadán.
No fui yo, fue mi cuerpo, pero no yo. Me sorprendió mi propio acto. Sólo quería volver a mi cama para que no me viera, pero mi espada bajó, bajó sola
El equipo de Discovery Max se lanza a lo grande con este documental al género del 'true crime' que tan buenos resultados está dando en EEUU con Making a murderer y aquí con Muerte en León. Para ello ha conseguido la primera declaración del asesino, pero también la del comisario que entró en la casa y otras veinte personas que ayudan a comprender la dimensión del caso con el que España dio la bienvenida al siglo XXI. El primer crimen grave cometido por un menor en nuestro país, y el primero juzgado tras la entrada en vigor de la Ley del Menor en enero de 2001. Por ello pasó seis años en un centro de menores y otros dos en régimen de libertad vigilada. Una sentencia que a la opinión pública le pareció vergonzosa por el poco tiempo que estuvo retenido, y por el juicio de 30 minutos en el que se decidió la sentencia.
Una de las personas que interviene en el documental, Javier Urra, fue también uno de los autores de dicha ley, defensor del menor aquel año, y psicólogo forense en la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y Juzgados de Menores de Madrid desde 1985. Cuando Rabadán ingresó en prisión tras el asesinato, Urra redactó una carta a la juez para pedir que fuera trasladado a un centro de menores. Lo logró y allí supervisó de cerca el tratamiento que se le dio hasta que fue puesto en libertad.
Urra ha acudido también a la presentación del documental a los medios, donde ha opinado que aunque Rabadán ha cumplido su condena penal, "no ha pagado moralmente", y ha añadido que le parecería "abominable" que él "quisiera vivir de esto y que se le permitiera decir que se ha convertido la maldad en un hombre bueno".
Por su parte, los creadores del proyecto han explicado cómo eligieron este caso por “estar cerrado” y al ver cómo su protagonista se encuentra "totalmente rehabilitado" y vive "con toda normalidad" con su mujer y su hija de tres años, integrado en la comunidad evangélica con la que pasó los dos años de libertad vigilada. Además quieren provocar un debate en la sociedad sobre las penas a los menores y si estamos preparados para aceptar que aquel chaval que asesinó a sus padres y a su hermana pudiera ser nuestro nuevo vecino.