El PP se la tenía jurada al cine español. Desde aquella gala de los Goya en la que todo el mundo se posicionó en contra de la Guerra de Irak, la derecha española encontró un nuevo enemigo. Tras los años de buena relación entre la cultura y José María Aznar, la tregua se rompía de golpe y se recuperaba la vieja costumbre de enfrentar al votante conservador con la gente del sector, tradicionalmente de izquierdas.
Entre medias llegó el Gobierno de Zapatero, unas partidas económicas en los presupuestos bastante cumplidas y la promesa de que la cantidad que recibiría el ICAA para gestionarse y dar las ayudas tenía que llegar a los 100 millones de euros. Y entonces llegó la crisis, y con ella el PP y los recortes. Tras años de atacar al cine, el Partido Popular tendría su particular venganza en forma de una subida del IVA al 21%. Daba igual que las empresas se quejaran y alertaran de que muchas cerrarían, la decisión fue fulminante. Se tomaba en septiembre de 2012 con la promesa de que sería temporal y sólo hasta que la recesión se detuviera.
Pasaron los años y el IVA, como el dinosaurio, todavía estaba allí. El PP ya cantaba a los cuatro vientos que la crisis había pasado, pero el impuesto seguía lastrando a las industrias culturales. Con las elecciones del año pasado la cosa prometía cambiar. Rajoy necesitaba socios para formar Gobierno, y los encontró en Ciudadanos, que hicieron una lista de 40 medidas para dar su apoyo. Entre ellas estaba la dichosa bajada del IVA cultural. Montoro, con Álvaro Nadal como fiel escudero, se opusieron a que el cine consiguiera salirse con la suya, así que aceptaron reducirlo para los espectáculos en directo, dejando un castigo al cine que confirmaba lo que todos pensaban: aquella subida fue más ideológica que recaudatoria.
2017 veía como las entradas a los conciertos conseguían el IVA al 10%, pero ir al cine seguía grabado con un 21%. Ciudadanos, que hasta entonces había tenido una relación inmejorable con el cine español, era acusado de cómplice del castigo. Marta Rivera aclaraba a este periódico que dejarles fuera fue condición imprescindible para lograr que el resto se beneficiaran. El matonismo del PP contra el cine volvía a cobrar forma y se convertiría en la última amenaza del partido a sus antiguos enemigos.
Con la reforma de la Ley del Cine aprobada, y hasta una pequeña corrección de los incentivos fiscales, el IVA cultural, ese que durante años negaron su existencia, seguía utilizándose como arma arrojadiza y de chantaje. Desde bien pronto comenzaron los rumores de su bajada. Lo iban sugiriendo miembros de Ciudadanos, y poco después lo negaban desde el PP.
Pasó lo mismo en septiembre, cuando el Secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo, anunciaba una bajada y pocas horas más tarde el Ministro Méndez de Vigo le rectificaba diciendo que eso sólo era “un deseo”. El PP seguía jugando con la industria del cine. Les ponía en la boca el caramelo que tanto deseaban para quitárselo después. Hasta que tres semanas más tardes llegó el anunció definitivo: el gobierno pactaba con Ciudadanos la bajada del IVA que llegaría con la aprobación de los presupuestos de 2018, que entonces dependían del PNV.
Y si en 2012 llegó la Crisis, en 2017 llegó Cataluña, el desafío independentista y la parálisis del país para solucionar el problema nacionalista. El Gobierno ha dedicado el último trimestre del año al 1-O, el 155 y las posteriores elecciones, así que no era tiempo de aprobar las cuentas del año siguiente. Mientras tanto daba el visto bueno al cupo vasco, lo que le aseguraba con casi total seguridad el apoyo de los nacionalistas vascos de cara a aprobar unos presupuestos que no llegarán antes de los primeros meses de 2018.
Así que el cine se ha pasado otro añito en el infierno, sufriendo el 21% y con la agria sensación de que la bajada llegará condicionada a la aprobación de las cuentas del PP, lo que significa tenerle otro año al frente y seguir recibiendo ayudas que son ridículas comparadas con la del resto de países europeos. Al menos 2017 será el último año en el que se les amenazó con que no se les bajaría el IVA cultural que han sufrido durante más de cinco años.