Woody Allen vuelve a la polémica. El director de cine intenta evitarla en todas las entrevistas y siempre se muestra evasivo con la prensa, pero al final todo sale a la luz. Su declaración sobre el caso Weinstein, en la que pedía que esto no “se convirtiera en una caza de brujas donde cualquier hombre que guiñe el ojo a una mujer en la oficina tenga que llamar a un abogado" le mostraban cómplice de todos los actos de abuso de poder que han llevado a la situación actual que Hollywood está intentando poner freno con iniciativas como Time’s up.
Fue, precisamente, el hijo de Allen con Mia Farrow uno de los que destapaba el caso de los abusos del productor. Ronan Farrow ha sido el principal azote del realizador de Annie Hall, ya que es una de las personas que siempre recuerda que el director fue denunciado por su propia hija por abusos sexuales, un caso que nunca llegó a los tribunales porque el juez lo desestimó por falta de pruebas.
La polémica por el interés de Allen por las mujeres mucho más jóvenes que él, una de las constantes de sus películas, vuelve ahora por un artículo de Richard Morgan en The Washington Post en el que analiza el contenido de las 56 cajas llenas de guiones, cuadernos y notas personales del cineasta que están en la Universidad de Princeton y que nadie había leído. De ellas el autor saca una conclusión: la obsesión sexual de Allen con las jovencitas… y con Nati Abascal.
Morgan le define como misógino, y cuenta los argumentos de muchas de sus obras y guiones que nunca han visto la luz. “Sus guiones suelen ser freudianos, y normalmente lo muestran a él, o a un avatar suyo, siguiendo casi religiosamente la misma fórmula: una relación a punto de romperse es llevada al caos por la llegada de alguien de fuera, que casi siempre es una mujer joven”, explica.
Esto ocurre en relatos como By Destiny Denied: Incident at Entwhistle’s, donde un hombre “educado y respetado” vive con una “india” de 21 años en una primer borrador. En la siguiente su edad se reduce a 18, y en una tercera versión la presencia masculina se multiplica: dos mujeres de 18 años. En un proyecto para televisión aparece una adolescente de 16 años que se describe como “una llamativa rubia sexy con un llamativo vestido de noche de corte bajo rojo con una larga abertura en el lateral”. Alguna vez hasta se imagina él como alter ego de los personajes, es lo que ocurre en el borrador de otra historia de 1977 llamada The Kugelmass Episode en la que un señor de 45 años está fascinado con las universitarias del City College of New York. Allen escribe una nota al margen: "soy yo".
Saqué un contrato de mi bolsillo y ambos firmamos, no antes de que le explicara la obligación sexual que formaba parte del trabajo de las actrices que colaboran conmigo
Uno de los contenidos más polémicos es una falsa entrevista a sí mismo en la que habla de su relación con varias de sus actrices, entre ellas la española Nati Abascal, que trabajó con él en Bananas, y de la dice: ¿Podía actuar? Sí, lo descubrí. Bloqueó mi mano cuando iba por su muslo y llevaba su rodilla hacia mi ingle mientras discutíamos de negocios… Saqué un contrato de mi bolsillo y ambos firmamos, no antes de que le explicara la obligación sexual que formaba parte del trabajo de las actrices que colaboran conmigo”. Sobre Janet Margolin, con quien colaboró en Annie Hall y Toma el dinero y corre asegura lo siguiente: “De vez en cuando fui obligado a hacerle el amor para obtener una interpretación decente. Hice lo que tuve que debía, por el negocio”.
Un texto que el periodista reconoce que está concebido como una parodia, pero en el que se muestran las obsesiones sexuales de Allen, como cuando en otro texto asegura que la ciencia ha fallado porque ha conseguido mandar a un hombre a la luna, pero no ha logrado que cuando un hombre de ochenta años tiene delante a una chica de dieciocho pase algo. El representante de Allen no ha contestado a las llamadas del periodista del Washington Post para comentar el contenido de unas cajas que sacan a la luz, otra vez, la cara oculta del director.