La Fiscalía de Los Ángeles no presentará cargos penales contra el cineasta Roman Polanski por una de las últimas acusaciones de abuso que ha recibido: una mujer asegura que la acosó en 1975, cuando ella tenía diez años, pero la Justicia cree que los hechos son “demasiado antiguos” y explica que el presunto delito ha prescrito.
Polanski, de 84 años, sigue impune: vive como un fugitivo de la justicia y de sus responsabilidades penales desde que en 1978 huyó a Francia mientras esperaba la sentencia por agredir sexualmente a una niña de 13 años. No puede pisar Estados Unidos, o sería detenido de inmediato. El pasado febrero, el director presentó una serie de documentos para poder regresar a EEUU y cerrar el caso sin tener que pasar por prisión, pero un juez de Los Ángeles rechazó su propuesta. En 1977, Polanski, de 43 años en ese entonces, drogó y obligó a Geimer, de 13, a mantener relaciones sexuales después de una sesión fotográfica, delito por el que fue arrestado.
Polanski se declaró culpable y pasó 42 días en la cárcel, pero estando en libertad bajo fianza y ante el temor de tener que volver a prisión para cumplir una condena mucho más severa huyó de EEUU a finales de 1978. El director de cine argumentó para su huida que en su día llegó a un acuerdo con las autoridades para cumplir sólo 48 días entre rejas, pero que escapó del país porque el magistrado Laurence Rittenband pretendía imponerle una condena más dura de la pactada.