Es el año de las mujeres. Hollywood parecía tenerlo claro. Los Globos de Oro se convirtieron en un altavoz para denunciar el machismo de la industria y los premios del Sindicato de Actores fueron presentados por una mujer y entregados sólo por mujeres. El caso Weinstein parecía que había sido un punto de inflexión para que todos despertaran de su inactividad. Ahí estaban iniciativas como #Metoo o Time’s Up para demostrar que era el momento de cambio, aunque los Oscar han pensado que todavía no era la hora.
En unas nominaciones que sí que han penalizado a los actores y directores involucrados en casos de acoso sexual -no hay nominación para James Franco ni tampoco para Woody Allen, y sí para Christopher Plummer por sustituir a Kevin Spacey-, no hay una presencia femenina significativa. Del total de categorías en las que hombres y mujeres compiten juntos (es decir, sin contar las interpretativas que distinguen por géneros y aquellas como Película extranjera o Animación en la que se reconoce el filme y no a profesionales concretos) hay 129 hombres y sólo 34 mujeres. Un 20%.
Tras las nominaciones, la Academia sacaba pecho porque en el quinteto de directores nominados había, por quinta vez en la historia, una mujer entre los finalistas. Greta Gerwig sigue los pasos de Lina Wertmüller, Jane Campion, Sofia Coppola y Kathryn Bigelow; pero su presencia sigue siendo algo testimonial. Sólo una realizadora en un año en el que varias de ellas han presentado obras con méritos suficientes para estar nominadas. Títulos que, posiblemente, si tuvieran a un hombre al frente hubieran tenido más repercusión en la temporada de premios.
Es el caso de Dee Rees, la directora de Mudbound, que sí que ha conseguido ser nominada en la categoría de Guion Adaptado, y cuyo filme logra otras tres menciones, pero a la que los académicos no han tenido en cuenta en los premios gordos, ya que tampoco está en Mejor película. Lo mismo ha pasado con Sofía Coppola, que con La seducción fue distinguida con el galardón a la Mejor dirección en Cannes, pero que en los Oscar ha sido olvidada, igual que lo ha sido Kathryn Bigelow, la única mujer que ha ganado este premio y que con Detroit se ha ido de vacío. Muchos también pedían reconocimiento para Patty Jenkins por Wonder Woman, filme del que se acordó el Sindicato de Productores, pero no los académicos de Hollywood.
Para ver que la paridad todavía es una cuestión que queda muy lejos en la industria del cine sólo hay que echar un vistazo al resto de candidaturas. En tres de ellas no hay ninguna mujer nominada: banda sonora, efectos especiales y montaje de sonido. Algo sangrante en estas dos últimas, cuando son grandes equipos de trabajo los nominados, grupos en los que todo son hombres.
Al menos en 2018 se ha conseguido romper la estadística más infame de los Oscar, ya que hasta este año no ha habido una mujer nominada en Fotografía. La que ha roto la maldición ha sido Rachel Morrison por Mudboand, que también ha hecho historia al conseguir la primera nominación a Guion Adaptado para una mujer afroamericana, Dee Rees. Premio de consolación para su ausencia en dirección.
De la única mujer que se han acordado los Oscar es de Greta Gerwig, que hace doblete de nominaciones (dirección y guion original) por su ópera prima Lady Bird. Es una de las películas del año, y su ausencia hubiera sido vergonzosa y hubiera provocado un movimiento en contra de los premios más importantes del año.
En casi todas las categorías en las que hay mujeres nominadas, sólo hay una. Así que la paridad no se encuentra en ninguna de ellas. Una mujer en dirección, una mujer en guion adaptado, una mujer en fotografía… sólo una categoría rompe esa tendencia, la de mejor vestuario, uno de los pocos gremios en los que hay más mujeres que hombres y en el que hay tres nominaciones para ellas (aunque la misma diseñadora tiene dos de ellas). En guion original hay tres mujeres, pero dos de ellas comparten crédito con sus coescritores masculinos, por lo que al final el recuento de la categoría es cuatro hombres y tres mujeres.
La desigual presencia femenina en ciertas áreas de una película es lo que ha provocado el cambio en el reparto de puntos de las ayudas del ministerio en España, ya que muchos filmes se estaban aprovechando de los puntos que se daban por tener a mujer al frente de equipos creativos colocando a mujeres en las áreas de vestuario o maquillaje. Ahora, para lograr la ansiada paridad, sólo se darán esos puntos (que han pasado de 4 a 7) a los que tengan mujeres en sectores donde el desequilibrio es mayor, como dirección o guion.
El problema de las nominaciones no es un problema de exclusión, lo que hay es un problema de representación. Tiene que haber más películas escritas y dirigidas por mujeres
Medidas necesarias para que el año que viene no ocurra otra vez lo mismo, que ninguna directora o sólo una opta al Oscar, o que sólo el 20% de los nominados sean mujeres. La anterior presidenta de la Academia creía que su apuesta por incluir a nuevos miembros con una presencia mayoritaria de mujeres y donde se premiara la diversidad racial sería suficiente. La cruda realidad es que eso sólo fue un espejismo ante al que hay que actuar. Si el tiempo del machismo ha terminado, los premios deberían demostrarlo.
La reacción de actrices como Amber Tamblyn, una de las fundadoras de Time's Up, no se ha hecho esperar, y en una serie de tuits ha dejado claro su desencanto con las nominaciones y ha pedido un cambio profundo para que haya más mujeres en las películas: "El problema de las nominaciones no es un problema de exclusión, lo que hay es un problema de representación. Tiene que haber más películas escritas y dirigidas por mujeres y mujeres de color. Punto".