Paco Martínez Soria, el único obrero que hizo reír a Franco
Una película recupera la figura más olvidada del actor: sus comienzos en los teatros de asociaciones obreras.
12 febrero, 2018 01:08Noticias relacionadas
A Paco Martínez Soria siempre se le recordará con la boina puesta, llegando a Madrid para ver a su hijo desde el pueblo y sintiéndose como un pez fuera del agua. Su ingenuidad, sus ojos al descubrir un nuevo mundo fueron los de toda la sociedad, que vivió junto a él la emigración del campo a la ciudad, y también los primeros signos de libertad en un país que veía como la dictadura de Franco iba agonizando.
Por ello, a Paco Martínez Soria se le ha asociado siempre al régimen. Su cine era inofensivo, amable con la dictadura, y muchos no se lo perdonaron. Él nunca se manifestó al respecto, tampoco con la democracia, pero hace unos años salió a la luz una noticia: habían encontrado el carnet de la CNT (sindicato anarquista) del actor. Se descubría el pasado obrero de Paco Martínez Soria, que se eslomó para sobrevivir en los momentos más duros para el país. Aunque nunca lo contara, un documental -El precio de la risa- rescata ahora ese lado secreto del actor, el de sus primeros pasos, el del trabajador que lo único que hizo fue sacarse las castañas del fuego.
Un filme con el que su director, Gabriel Lechón, quiere “quitar la boina” a Paco Martínez Soria y acabar con ese topicazo que tan bien describe José Sacristán en el documental: “parece que porque nos guste su cine somos unos paletos”. El precio de la risa recoge sus primeros pasos en las tablas, desde que era un niño y cobraba cromos a sus compañeros por hacer “teatro de polichinelas”, como recuerda su hijo, hasta que compra el teatro Talía en Barcelona. Una operación que le cuesta toda su fortuna y le hace malvivir por toda España.
Ya en 1909 se apunta a las asociaciones obreras de Barcelona para poder hacer teatro. Primer como apuntador, y poco a poco tomando más peso. Ahí es donde se afilia a la CNT, ya que ellos tenían la hegemonía de la producción teatral y cinematográfica del país. “La gente en esa época o iba a las tabernas o a las asociaciones de obreros”, explican en el documental. Allí, antes de la guerra ya destaca haciendo papeles cómicos -los que nadie quería- en comedias en grupos de izquierda por los que cobraba 10 pesetas. Ya tras la guerra se vivió su ascenso, pero antes de que el cine lo convirtiera en una estrella del humor, se había enfrentado a Shakespeare y Molière en el teatro. Luego se calzó la boina y todo el mundo se olvidó de aquello.
Ese era el objetivo del documental, “mostrar lo que hay detrás de esa imagen icónica de Paco Martínez Soria, con la boina y las gallinas, pero es que hizo teatro en 1910, hizo a Shakespeare, compró un teatro, se arruinó, se fue de gira en la España de posguerra sin poder pagar ni el hostal...”, cuenta Gabriel Lechón a EL ESPAÑOL, que cree que parte de su encanto, todavía ahora, es porque es “ese abuelo al que todos quieren y que es cariñoso”.
Para el director es injusta la asociación de Paco Martínez Soria al franquismo, sólo porque “hizo su cine bajo una dictadura”. “Eso no se puede cambiar, pero de ahí a decir que estaba asociado al franquismo… creo que es por los temas que se trataban, porque en sus películas no se criticaba el régimen, pero casi nadie lo hacía, entonces todo el cine hecho a partir del 39 sería franquista, y no creo que sea así. Es verdad que era amable con el régimen y que no criticaba, pero es que le tocó vivir esa época”, apunta y recomienda ver una entrevista que Martínez Soria, con casi 80 años, hizo en TVE junto a Bibiana Fernández para descubrir que “su pensamiento no era el de alguien asociado al franquismo”. En ningún momento alabó al franquismo, ni se asoció. Él sólo vivía por y para su trabajo”, zanja.
También rechaza la connotación despectiva del término españolada, de la que recuerda que salieron actores como José Sacristán, Alfredo Landa o Concha Velasco. “En ese cine te puedes quedar en la superficie, pero también se habla de la inmigración, de los hombres sencillos y sus lecciones en la ciudad. Se sigue asociando españolada con algo despectivo, pero como dice José María Clemente en el documental, este cine fue la transición entre el cine de la posguerra y el destape”.
Si tuviera que definir a Paco Martínez Soria con un adjetivo, él usaría “entrañable”, pero también destacaría un humor que, a pesar de todo, sigue haciendo reír a carcajadas a jóvenes y viejos, porque todos, de vez en cuando, nos calzamos la boina y sentimos que la ciudad no es para nosotros.