Cuando uno va a Nueva York siempre vuelve con la maleta llena de souvenirs con la misma frase: I love New York. Los turistas regresan enamorados de la ciudad que, según dicen, nunca duerme. Pero hay otra Nueva York que nadie ve, la cara B de una ciudad que devora a la gente. Perfecta para aquellos que la visitan una semana, siniestra para los que van a ella para cumplir el sueño americano o cambiar de vida.
La gran manzana ha cambiado mucho, y si bien ahora es una ciudad en la que nadie se preocupa por nadie, y en la que la globalización y el libre mercado han fagocitado todo, durante los años 80 también fue el lugar en el que los artistas más radicales, punkis e iconoclastas se reunían para dar riendo a unas locuras que cambiaron el mundo que conocían. La escena underground de Nueva York fue el caldo de cultivo para que surgieran nombres como Andy Warhol.
Una generación en la que se abría las puertas a todo el que llegara a uno de los garitos nocturnos que nunca cerraban y que eran como hogares para los que venían con ganas de dejar atrás una vida de represión y marginación. Así, en aquella época, empieza a ebullir el movimiento LGTB con más fuerza que nunca. Especialmente el trans, que hasta entonces había estado más oculto. Es el momento en el que surgen nombres como Chloe Dzubilo, Amanda Lepore, T De Long y Sophia Lamar, mujeres transexuales que revolucionaron la escena underground y la noche de Nueva York. Hicieron de aquel lugar un sitio más libre, con menos prejuicios y mucho más moderno.
Nueva York es la capital del mundo y viene gente de todos los lugares que se sienten minorías pero al llegar a la ciudad descubren que hay otros como ellos
Todas ellas son las protagonistas de I hate New York, el documental de Gustavo Sánchez y producido por Juan Antonio Bayona que se ha presentado en el Festival de Málaga. Sánchez necesitó diez años de grabaciones con una cámara doméstica para acabar su proyecto de radiografiar la escena nocturna de la ciudad "que no se ve en los medios de comunicación" y a través de los ojos, memorias y recuerdos de estos cuatro personajes, diferentes entre sí, pero complementarios para entender lo que supuso aquella época.
La cara oculta de una ciudad mucho más inhóspita de lo que parece en las postales. "Esa imagen de I love NY no era lo que yo estaba viendo y quería mostrar ese lado que no se ve. En Nueva York puede convivir todo. Es la capital del mundo y viene gente de todos los lugares que se sienten minorías pero al llegar a la ciudad descubren que hay otros como ellos", explica su director a EL ESPAÑOL.
Lo que parecía una vida de juergas, vistas a clubes clandestinos, drogas y diversión, mutó en uno de los movimientos activistas por los derechos trans mas importantes de la historia de EEUU. Y todas ellas fueron protagonistas. Sophie y Amanda demandaron a un pub por no dejarlas entrar, y hasta hubo manifestaciones en las calles. Luego se convirtieron en dos de las celebrities de un underground que cada vez era menos clandestino. Ahora son dos divas enfrentadas. Una con la única misión de ser una réplica de Marilyn Monroe y vivir ajena a la realidad. La otra con un pie todavía puesto en las performances políticas y la provocación.
Sin duda la nota más guerrera la pone Chloe Dzubilo, ya fallecida y que a través de canciones irreverentes se convirtió en un referente en la lucha por los derechos de los enfermos de SIDA en una época en la que eran mirados como apestados. Un personaje que fue uno de los motores del director para realizar este documental que ha levantado contra viento y marea, rodando durante diez años y para el que entrevistó a más de 70 personas de la noche de Nueva York hasta dar con la clave. Cuatro personas que "enamoraron" al director de Lo imposible y a su hermano, que entraron como productores y lograron que la película pudiera terminarse en un momento en el que hasta el propio realizador dudaba de que todo este sueño pudiera acabar bien.
El 11S supuso un shock muy fuerte y las escenas underground eran las más débiles. Los gobiernos tienden a vigilar más y eso provoca una serie de recortes de libertades a todos los niveles
Todas ellas, a su manera, desde la frivolidad más absoluta, al compromiso político, han sido fundamentales en el activismo LGTB de la ciudad. "Es verdad que, por ejemplo Amanda, puede parecer banal, pero ella se ha convertido en lo que quería, es quien quería. Ya solo por el hecho de ser ella misma, de ir a por todas, para mí ya es una forma de activismo y para ella tambié", ha dicho de una de las protagonistas más peculiares de su historia
Para el realizador, la escena underground ha ido perdiendo su esencia, pero hubo un hecho que la cambió drásticamente, el ataque a las torres gemelas el 11 de septiembre: "Supuso un shock muy fuerte y las escenas underground eran las más débiles en ese estado de shock tan potente que había en la ciudad. Los gobiernos tienden a vigilar más y eso provoca una serie de recortes de libertades a todos los niveles que impiden que estos grupos underground puedan expresarse con la misma libertad", ha zanjado. I hate New York ha sido uno de los estrenos más esperados del Festival, donde se ha presentado fuera de la Sección Oficial y arropado por Bayona, antes de pasar por otro certamen, el D'A de Barcelona, que pronto conocerá a estos cuatro personajes que harán que nadie mira igual a Nueva York.