Hay algo en Cataluña que huele a cine, y que hace que de allí salgan los últimos talentos de nuestra industria. Talentos, además, con nombre de mujer. En un sector en el que las directoras escasean, en los últimos años han salido nombres como los de Mar Coll, Elena Martín, Carla Simón y, ahora Elena Trapé, que ya despuntó con su ópera prima, Blog, y que con su segunda película, Las distancias, ha arrasado en el Festiva de Málaga donde se ha llevado los dos premios más importantes, las Biznagas a la Mejor película y la Mejor dirección.
Todas ellas han salido de la ESCAC o de la Pompeu Fabra, y todas ellas apuestan por un discurso de desnudez narrativa, de pocos artificios y de mucha verdad. En las distancias, Trapé lo usa para radiografiar a una generación que ya pasa de los treinta años y que se está chocando de bruces con la realidad constantemente. Todo lo que les habían prometido no ha ocurrido, y sus vidas tienen un aire a desencanto marcado a fuego por una crisis que no les deja levantar cabeza. Un filme maduro, inteligente y rico en matices, que ha tenido que esperar siete años para llegar a las salas, porque la crisis también afecta a las directoras.
Han pasado siete años desde Blog… ¿Por qué tanto?
Pues mira, empecé a escribirla en 2011, cuando me dieron una beca para ir a Berlín, y me fui con uno de los guionistas, pero es que no ha sido nada fácil. De 2012 a 2014 ha sido muy complicado levantar un proyecto. Luego tuve la suerte de encontrarme con Marta Ramírez, que estaba tan loca como para decirme que sí a hacer la peli, y desde entonces ha sido relativamente rápido.
Siempre dicen que hacer la segunda película es más difícil todavía que la primera, y los estudios de CIMA demuestran que para las mujeres todavía aún más.
A ver… no es fácil. Aquí ha un tema muy estructural donde además la maternidad entra en juego. Yo tuve una hija en 2012, y eso también ralentizó el proceso. No sé si eso tiene que ver, que te pille en ese momento de decisión, pero es complicado.
¿Nunca pensó que la película no se haría?
Yo no sé de dónde saqué la obsesión, pero nunca perdí la fe, y esto era como una relación de pareja, cuando yo la perdía otro tiraba del carro, pero siempre tuve claro que la haría.
En estos ocho años, la gente ha cambiado, y España ha cambiado, ¿el guion ha cambiado también?
El primer cambio grande de guion fue justo al ir a Berlín, porque iba a ser más un viaje, y seguir a los personajes desde Barcelona, pero hice ese recorrido en coche y me di cuenta de que no me interesaba porque sería una película llena de elipsis, así que lo cambié y ahí lo que hice fue pulir y pulir, y explicar más a los personajes para poder contar todo desde el subtexto más que desde la literalidad, pero desde 2015 el guion es el que es. Pero hay cosas más tontas, como el personaje que fuma cigarrillos electrónicos, que dije: ostras, esto está desapareciendo, y me encantaba la escena y no quería perderla. Sufrí un poco por eso.
En los últimos ocho o nueve años, donde en el cine vemos reflejada la riqueza lingüística. Yo quería que fuese bilingüe porque esa es mi realidad, y ese era el punto de partida
En la película es más importante lo que ve, y lo que no se dice, que lo que se dice. ¿Cómo se construye un guion en el que eso es fundamental?
Lo primero fue construir muy bien a los personajes, y muy bien me refiero que hicimos información y un dossier de cómo se conocieron, qué estudiaron cada uno y hasta un esquema lingüístico de quién hablaba en catalán, quien en castellano y con quién en qué lengua y por qué motivo. Había tantos detalles que se hizo más fácil el escribir con qué gestos y miradas íbamos a explicar lo que queríamos explicar. Teníamos que tener a los personajes muy claros, sus manías, sus características... teníamos hasta una frase que les definía.
En la película hay una naturalidad en el uso del lenguaje, ellos hablan en catalán o castellano dependiendo de con quién se relacionen. No sé cómo se construye esa naturalidad y si el hecho de que sea bilingüe es un hándicap para la película en su proyección comercial.
A ver, yo creo que ha habido un cambio en los últimos ocho o nueve años, donde en el cine vemos reflejada la riqueza lingüística. Yo quería que fuese bilingüe porque esa es mi realidad, y ese era el punto de partida, y es que así, estas en una mesa con cinco personas y hay uno que habla en catalán, otro castellano, otros lo mezclan, dos que hablan en catalán entre ellos, pero que si los ha presentado un tercero hablan en castellano… nunca dudé de que fuera bilingüe. Son miedos, porque es verdad que con Blog salió ese tema, porque el idioma original era el catalán y me arrepentí de no haberla hecha en castellano y en esta no lo dudé.
Viendo su película me doy cuenta de que nuestra generación está muy jodida….
No hombre… no es verdad.
Hemos crecido en la opulencia, en una superpreparación académica y cultural, y de repente no es así
Pero no sabemos ser felices.
Hay una cosa existencial, que es que están entrando en la edad adulta, y tienen que aceptar fracasos y decepciones y eso no es agradable, y ademas hay un contexto que te pone una mano en la cara y te dice: vas a estar en precario más tiempo, lo de la segunda vivienda no va a ocurrir. Hemos crecido en la opulencia, en una superpreparación académica y cultural, y de repente no es así. Esa melancolía de hacerse mayor está y está ese contexto que ha frustrado las expectativas y aspiraciones.
Esta ese contexto de la crisis del que ahora hablas y que está en el aire de la película pero de que nunca se habla, pero que hace que nadie sea feliz… No sé si además de la crisis ha contribuido a ese desencanto el que la generación anterior nos vendiera que todo era maravilloso.
A ver, no es una película generacional, es sobre un grupo de amigos, pero yo creo que es que hemos visto en casa que nos decían que todo iba a ir bien y no es tan fácil. Comas, además, tiene una gestión infantil de las emociones, todos en general no saben comprometerse, y es algo muy difícil, no les juzgo, de hecho me identifico con ellos. Me gusta la idea de unirles en ese fin de semana que es un estado de excepción en el que es más difícil mantener las formas y las cosas salen, porque es que si se conocieran ahora esos amigos, no se caerían ni bien, porque alguno se ha convertido en un cretino, pero necesitan que no desaparezca porque con ellos se va su juventud.
¿Qué tenéis las chicas de la ESCAC y de Cataluña que estáis triunfando en el cine?
Desde la ESCAC lo que hay, es que el factor hombre-mujer no entra en los proyectos que se hacen, y hay muchas mujeres en las aulas y eso se muestra. Y lo que hay es la intención de ayudar a que se produzcan películas y se ha creado un centro de producción vinculado a la escuela y que pedagógicamente se aprende a rodar rodando, y esa apuesta que, la hace también la Pompeu Fabra con los proyectos fin de carrera, hace que esa sinergia se contagie. Creo que afortunadamente no hay una intención de que lo haga una mujer, sino que sale de forma natural, y eso quiere decir que antes había una situación de desigualdad,
¿Van a pasar otros ocho años hasta lo próximo?
Espero que no, ya estamos trabajando en lo próximo.
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