Había cumplido 38 y en un año debía subvertir el orden de la moda. Condé Nast no le iba a dar más margen como directora de Vogue Italia. Por eso hoy conocen a Franca Sozzani, por ser una mujer independiente, libre, orgullosa, temeraria… y frágil. Así se muestra ante su hijo, Francesco Carozinni, que dos años antes de morir su madre decide pasar un tiempo con ella y con una cámara. Ella le concede el mínimo tiempo indispensable para responder a sus preguntas. Si alguna le parece mala, no se anda con rodeos. Si otra no le interesa, patadón adelante y a otra. No siempre reina el buen talante y normalmente se encuentran a la carrera, en la parte de atrás de un coche que les lleva por la ciudad.
El documental se titula Franca: Chaos and Creation, puede verse en Netflix y debe hacerse. Porque es un involuntario portentoso retrato de un ser humano firme en sus convicciones, pero flexible en sus creencias. “Levedad es lo que necesitamos en la vida. Para mí la levedad es meterme tanto en algo que puedas volar alto”, cuenta a cámara, en uno de los momentos más íntimos, cuando esta mujer vibrante, alegre e intuitiva reconoce que si una foto no sale bien, no pasa nada. “Igual que con un matrimonio”. Para ella es lo mismo: si un matrimonio no funciona, pasas página. Levedad. “Todo pasa. La vida empieza de nuevo cada día”.
Sin rodeos
En un momento revela la clave de su éxito (haber permanecido durante 28 años al frente de Vogue Italia): hacer todo lo contrario a lo que le aconsejaban los estudios de mercado. “Prefiero no escuchar los consejos”, porque teniendo talento quién quiere consejos. “Me enorgullece profundamente no haber seguido las normas de nadie”. Franca, como su nombre indica, no se anda con rodeos, es un ángel con tachuelas. El retrato que hace su hijo es de una mujer tan libre como para dejar a los demás que se expresen en total libertad. Sin miedos ni cobardías. Insobornable.
Me enorgullece profundamente no haber seguido las normas de nadie
¿Su secreto? La confianza. Los fotógrafos que trabajaron para ella durante todos estos años subrayan la importancia de dar libertad, de creer en su equipo, de respetarlos. Se llama dignidad y por cuidarla en tu entorno, en tus relaciones, en tus productos te conceden premios y reconocimientos, como la Legión de Honor francesa, en 2012. Dice a la cámara que, en realidad, no les dio tanta libertad: “Mi talento era encontrar gente con mucho talento”. Y así fue cómo convirtió a Vogue Italia en una revista de moda, en la que lo más importante era la fotografía. Franca buscaba contadores de historias, no escaparatistas (con perdón). La moda era un elemento más dentro del relato de cada número.
“He visitado miles de mundos a través de sus puntos de vista”, dice de ellos. Hay testimonios de Bruce Webber, Baz Luhrmann o Paolo Roversi, algunos de los fotógrafos más importantes de su carrera. También dan testimonio Valentino, Naomi Campbell o Donatella Versace. Webber, dice la protagonista, le enseñó a salir del mundo burgués de la moda para ser libre. Y lo fue, vaya que sí.
Moda política
Abrió las puertas a una nueva era de la moda, descaradamente menos comercial. “Una revista de moda no debe limitarse a mostrar ropa. Tampoco es arte, es una postura”. Y esto le reportó muchas críticas, porque jugaba en terrenos fronterizos, sin terminar de definirse. Era una actitud insoportable para quienes lo necesitan todo claro. “¿Por qué una revista de moda no puede hablar de lo que está pasando?”. Incluso si es violencia de género.
Una revista de moda no debe limitarse a mostrar ropa. Tampoco es arte, es una postura
Exhibía la vena más radical y logró convertir la revista en una de las cabeceras más influyentes del último cuarto de siglo. Mientras el resto opinaba que se equivocaba, que se pasaba de la raya, que la terminarían despidiendo, ella estaba convencida de que “hacía un trabajo para el futuro”. En realidad, cada número producido era un autorretrato suyo.
Pero no sólo. Han pasado a la historia editoriales de moda dedicados a la cirugía estética, la guerra, la rehabilitación de las drogas, la contaminación, la violencia de género o el íntegro de belleza negra (afroamericana). Hasta la llegada de Franca a la moda, si había un lugar donde podías ir a olvidarte de esos problemas, supuestamente, era a una revista de moda…
Dar en el clavo
“No aporto el sueño. Añado el sueño”, le dice a su hijo hablando de un editorial de moda en la que apenas aparece ropa o en el que la ropa es lo menos importante. “El sueño es el momento en el que puedes ser libre con tu fantasía y tus pensamientos. Soñar es gratis. No puedes ser avaro con tus sueños, han de ser lujosos. ¿Por qué debería escatimarle los sueños a la gente?”.
Soñar es gratis. No puedes ser avaro con tus sueños, han de ser lujosos. ¿Por qué debería escatimarle los sueños a la gente?
“Doy en el clavo con todas mis ideas”, dice orgullosa antes de entrar en terrenos pantanosos. “No di en el clavo con mi vida amorosa, pero la pregunta es: ¿realmente lo deseaba? No estoy hecha para una vida familiar. Los hombres no quieren mujeres que construyan un desafío”. Y a pesar de eso seguía pensando en los príncipes azules. En que terminaría por llegar. Su primer matrimonio fue una manera de irse de casa, por eso no tenía recuerdos de aquellos tres meses.
Su hijo pregunta si alguna vez le llevó a los parques: “No, nunca. Jamás, ni siquiera en el cochecito y me perdí tu graduación de Primaria. Llegué a casa el día siguiente”, responde.
“Está hecha de una fragilidad que parece salida de un cuadro de Botticelli”, dice de ella el filósofo francés Bernard-Henri Lévy. Franca, la mujer que inventó a las supermodelos, la responsable de destruir los cánones de la moda, camina por el Central Park nevado. Su padre nunca entendió a qué se dedicaba.