El Festival de Cannes cuenta con estrellas inesperadas que no tienen nada que ver con el mundo del cine. Ayer paseaba por La Croisette Keylor Navas, el portero del Real Madrid, y hoy (aunque sólo en espíritu) lo ha hecho el Papa Francisco, que es el protagonista de un documental sobre su figura que ha dirigido el alemán Wim Wenders. El realizador, tan ecléctico como acostumbra, ha pasado de un drama con el terrorismo como telón de fondo a una hagiografía del sumo pontífice. Porque su trabajo da voz a su mensaje -moderno en una institución anclada en el pasado- pero no se empeña en sacar las sombras de la iglesia o sus propias contradicciones.
Wenderse, que ha lamentado que el Papa no haya pisado la alfombra roja, se ha dejado producir el documental por el Vaticano y ha caído rendido a su figura que ha modernizado la iglesia con sus mensajes. Así, el documental muestra a un religioso convencido con la causa feminista, en contra de los pedófilos y que cree que la riqueza es el peor enemigo de los católicos.
El director alemán acerca al papa Francisco a una audiencia mundial y cinematográfica en un documental que recoge las ideas del sumo pontífice en primera persona y se adentra tanto en su rol oficial como en sus creencias como persona. "Pope Francis. A man of his word", proyectado hoy dentro de las Sesiones Especiales del Festival de Cannes, obtuvo un acceso sin precedentes a Francisco y a imágenes exclusivas de los archivos del Vaticano sobre sus numerosos viajes.
"Siento que el protagonista no haya podido venir", bromeó el director en la presentación de la cinta, en la que el papa se expresa aparentemente cómodo con la cámara tanto sobre cambio climático como sobre los peligros del consumismo. En poco más de hora y media deja constancia de que, desde su elección en el cónclave de 2013, la atención de su pontificado hacia los pobres no ha cambiado.
Jesús, dice, no está en una iglesia que ponga su esperanza en la riqueza, que en su opinión siempre ha sido "la gran tentación de los cristianos". Más que una biografía, la cinta sirve para repasar el pensamiento de un hombre que no tiene problemas en reclamar una "tolerancia cero frente a la pedofilia" o en defender la causa feminista, consciente de que "un mundo sin el aporte de la mujer no puede ir adelante".
El documental acompaña al papa en viajes como al memorial de la Shoah en Jerusalén, al campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos, o a centros de detención, en los que le muestra predicando con el ejemplo. "El papa no tiene otro arma que su palabra", destaca el cineasta, que en este mismo festival, entre otros premios, recogió en 1984 la Palma de Oro por "París, Texas".
Wenders establece un paralelismo constante entre el pontífice y el santo de Asís, el patrón de los pobres de quien tomó el nombre, y sostiene que, como él, él papa ha conseguido que la Iglesia se mueva. El filme presenta su trabajo, sus reformas y sus respuestas a cuestiones de actualidad como la desigualdad económica o la crisis migratoria y la integración de los refugiados: "Las diferencias nos dan miedo porque nos hacen crecer", sostiene el papa en el mismo.
El director, de 72 años, ofrece al espectador cierta sensación de intimidad con el pontífice, y, como muchos católicos, parece haber caído rendido ante el santo padre, de quien alaba que cumpla con su palabra en una época en la que, sostiene, "incluso la verdad se ha convertido en una especie amenazada".