Hace 13 años se aprobaba en España el matrimonio entre personas del mismo sexo. El 3 de julio de 2005 nuestro país se ponía a la cabeza de la defensa de los derechos LGTB con una medida que luego siguieron todos los países occidentales. Ocho días más tardes se celebraba en Tres Cantos (Madrid) la que fue bautizada como la primera pareja gay en casarse: Emilio Menéndez y Carlos Baturin, pareja desde hacía más de 30 años, cumplían así su sueño.
Lo que pocos sabían es que Emilio y Carlos no fueron los primeros. Mucho antes que ellos estuvieron Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga, la primera pareja del mismo sexo que se casó en España. Ellas lo hicieron en 1901, hace más de un siglo, cuando el matrimonio homosexual estaba prohibido, pero ellas desafiaron todo para lograrlo. Para que se hiciera realidad Elisa se tuvo que disfrazar de hombre y se convirtió en Mario Sánchez, nombre con el que apareció en el acta de matrimonio.
Las peculiaridades de su historia no acaban ahí, ya que se casaron por la Iglesia Católica, en la parroquia de San Jorge, donde Elisa apareció vestido de Mario y engañó al cura, aunque posteriormente descubrió su mentira y las denunció, comenzando una persecución que las hizo huir. La iglesia anuló inmediatamente su matrimonio, pero no pudo evitar que la noticia viajara por toda España y por todo el mundo. Dos mujeres habían conseguido casarse, el amor había triunfado aunque fuera por poco tiempo.
La historia, famosa en Galicia, ha vivido este año un renacer en el resto de España gracias a Isabel Coixet, que vio en el amor de estas dos jóvenes los mimbres para una gran película que retratara a dos heroínas adelantadas a su tiempo. Diez años ha tenido el guion de Elisa y Marcela en un cajón hasta que Netflix ha decidido producirla con Natalia de Molina y Greta Fernández en los papeles protagonistas.
El filme seguirá las aventuras de estas dos mujeres desde que se conocen en la Escuela Normal de Maestras de La Coruña en 1885. Allí Marcela estudiaba para ser profesora, mientras que Elisa ya trabajaba en la institución. Cuando la relación se fue forjando, el padre de Marcela, temeroso de lo que pudiera surgir y del qué dirán, mandó a su hija a Madrid.
Su reencuentro se produce meses después. Pero su relación se retoma en el mismo punto donde se quedó, y en 1889 consiguen vivir juntas. Van rotando por distintos pueblos hallegos, dependiendo del destino profesional de Marcela, pero en 1901 deciden casarse. Además de disfrazarse y adoptar la personalidad de un hombre, Elisa se inventa un pasado para Mario, para el que toma referencia a un primo suyo que pasó su infancia en Londres. Elisa fue bautizada, tomó la comunión y finalmente se casó con Marcela,pero poco duró la alegría para ellas.
Los vecinos comenzaron a hablar, y su secreto se desveló pronto. Ante las noticias publicadas ambas perdieron su trabajo, fueron excomulgadas, y se dictó una orden de busca y captura. La Guardia Civil nunca dio con ellas. Pasaron por Vigo y Oporto, y después se perdió su pista aunque todos los rumores indican que se fueron a Argentina. Ahí es donde empieza una ola de rumores sin confirmar, un reto también para la película de Coixet, que tendrá que elegir el final que más fiable le resulte.
La investigación más exhaustiva sobre estas dos heroínas la realizó Narciso de Gabriel, profesor de la Universidad de Coruña, que está reeditando su propia obra publicada en 2008 (y que ha servido como brújula a la directora). Según publicó La Voz de Galicia, el investigador ha rastreado y la última vez que las vieron juntas fue en 1904. Ambas se hacían pasar por amigas o familiares, y de Marcela hay datos que indican que desembarcó con un bebé en brazos en 1902. Elisa, por su parte, parece que se casó un año después con un comerciante danés 25 años mayor que ella.
Ahí la pista se pierde otra vez. Algunos periódicos informaron de que Elisa se desplazó a México, donde se tiró al mar para acabar con su vida, pero según De Gabriel esa hipótesis tiene demasiados agujeros, y él nunca ha podido encontrar ningún documento que lo acredite. Otra teoría apunta a que vivió hasta la década de los 40, cuando murió de cáncer, pero tampoco se puede acreditar al 100%.
¿Y ese bebé con el que Marcela desembarcó en Argentina? Una niña a la que ya esperaba cuando se casaron. Las versiones también son diversas en este sentido. Algunos dicen que ella tuvo una pareja anterior. Otros que fue un plan de ambas para poder acreditar que se casaron y cambiaron de identidad para evitar la deshonra de ser una madre soltera en una época donde no estaba permitido. Fuera como fuere, la pequeña llegó a Argentina, pero nadie ha dado con ella ni sabe si volvió a España. El legado de Elisa y Marcela sigue perdido, por ahora.