Sexo, drogas y acción: las marionetas ya no son para niños
Hablamos con Brian Henson sobre su irreverente y provocadora película '¿Quién está matando a los moñecos?'. Un azote a la corrección política.
20 agosto, 2018 00:09Noticias relacionadas
Las marionetas siempre se han vinculado a los niños. Desde pequeños se nos hace monerías con un calcetín en la mano como si fuera un conejo, nos cuentan historias con ellas y nos hacen creer que son territorio exclusivo de la infancia. Luego llegan unos titiriteros con un juego de palabras y una obra para adultos y se lía. Que se lo digan a Manuela Carmena. Ocurre lo mismo con los dibujos animados, que de tanto usarlo para calmar los nervios de los pequeños han perdido cualquier capacidad para ser críticos o hablar de temas adultos.
De vez en cuando surgen creadores que apuestan por la irreverencia y lo políticamente incorrecto. Que dan la vuelta a los tópicos y ponen a los dibujos y a las marionetas a hacer ‘cosas de mayores’. Ocurrió con Matt Groening cuando con Los Simpson dinamitó la animación televisiva, y ahora es Brian Henson el que ha hecho lo mismo con las marionetas.
Si el apellido les suena familiar es porque su padre es el mítico Jim Henson, creador de los teleñecos y de criaturas míticas del cine y la televisión como Fraggle Rock o Barrio Sésamo. Él ya había dirigido películas como Los Teleñecos en la isla del tesoro, pero ahora ha dinamitado la cabeza de los más conservadores con ¿Quién está matando a los moñecos?, en las que usa las marionetas para hacer una película de humor gamberro y hasta soez. Sus criaturas ya no enseñan a contar, sino que follan, dicen tacos y asesinan. Un thriller de comedia en los que los protagonistas se mueven con cuerdas y acompañan a otra reina del humor, Melissa McCarthy. Su tráiler ya ha levantado ríos de tinta al ver a una marioneta eyacular durante un minuto.
Henson quiere romper con esta película con esa “suposición de que las marionetas y los dibujos son sólo para niños”. “Cuando usas marionetas entretienes años niños, y se ha hecho ya la unión de que si salen marionetas tiene que ser para niños, pero los únicos que hacen esa suposición son los adultos. El niño no asume nada, pero al adulto se le fuera a ver las cosas desde una perspectiva diferente y más abierta, porque pensaba que lo que veía iba a ser para niños por esas marionetas”, cuenta el director a EL ESPAÑOL.
En una época de dictadura de lo políticamente correcto, en la que Hollywood despide a directores como James Gunn por bromas de mal gusto en Twitter, Brian henson sabe que su filme traera cola, pero se lo toma como una pequeña “rebelión”. “Es interesante lo que pasa ahora, porque EEUU está dominado por un movimiento de triunfo de lo políticamente correcto, y en el que todo es ofensivo y eso es horrible. No encontramos el equilibro y todo el mundo está en conflicto, así que hay que ser siempre correcto,pero es que si todo es correcto no hay nada interesante que contar, porque no hay conflicto… eso no es un mundo interesante. Por eso en nuestra película las marionetas hacen y dicen cosas que no se dirían ahora mismo en las calle, pero que la gente sí que las piensa realmente. Esa es la lucha. Creo que estamos siendo demasiado políticamente correctos. No podemos decir nada sin ser malinterpretados. Es muy loco lo que pasa ahora en EEUU, es un lío”, explica.
Es interesante lo que pasa ahora, porque EEUU está dominado por un movimiento de triunfo de lo políticamente correcto, y en el que todo es ofensivo y eso es horrible
Henson no quiere oír hablar de una segunda edad de oro de las marionetas, entre otras cosas porque cree que nunca se han ido, y que por mucho que avance la tecnología hay cosas que nunca conseguirá,. “La audiencia decidirá, a mí me encanta trabajar con ellas porque supone volver a la esencia. Nuestro trabajo es el mismo que antes, trabajar los labios, los ojos… los efectos especiales son extraordinarios, ya se puede hacer cualquier cosa con ellos, pero siempre será el tiempo de las marionetas, porque no son una cosa antigua, no son dinosaurios, no se han muerto, y el CGI no los puede reemplazar, son cosas diferentes. Con los efectos especiales pones lo que sea donde quieres, y la gente se lo cree, pero no puedes hacer cosas espontáneas, no capturas esa forma especial en la que se relaciona un actor con una marioneta”, opina.
Tiene claro que siempre habrá espacio para ellos, porque su esencia no es dar una sensación de realidad, sino todo lo contrario: “Tú sabes que no están vivos, y les hacemos actuar como si lo estuvieran, es parte de la gracia. Esto es una forma de arte diferente. Tienes que saber que no están vivos y apreciar esa ilusión y que los actores finjan que creen que lo están. Así ha construido un thriller de misterio y acción en el que los cacos de la droga son de trapo y los policías parecen peluches que dicen tacos y pegan mamporros. Si Don Pimpón levantara la cabeza no se creería lo que ahora ocurre en el barrio.