A mediados de los noventa había una actriz en España que lo hacía todo. Estaba en las películas de autor, en las comerciales, en la televisión… hasta en los anuncios de compresas. Silke debutaba en nuestra industria a lo grande, como protagonista absoluta de Hola, ¿estás sola?, ópera prima de Icíar Bollaín. Su entrada fue un huracán. Todos quedaron enamorados de la frescura de una actriz atípica. Silke era diferente. Con su piercing y su descaro, la cara B de todas esas niñas monas y perfectas que salían cada año a patadas.
Su confirmación vino con Tierra. Silke tenía todo para ser la musa perfecta de Julio Medem, y la película lo confirmaba. Lograba su primera (finalmente fue la única) nominación a los Goya como actriz revelación. Ese 1997 pisó el acelerador para protagonizar todo lo que pillaba hasta alcanzar el cenit con el cambio de milenio. En 2000 y 2001 estrenó tres películas por curso, entre ellas éxitos inesperados como Tuno Negro. Silke también se convertía en nuestra reina del grito. Poco a poco bajó el ritmo hasta que en 2006 desapareció por completo.
Aquella chica que hizo el anuncio de EVAX más famoso (y parodiado) de la historia de la marca se había esfumado y el cine español perdido a una de sus estrellas más fulgurantes. ¿Dónde se había metido Silke? Hasta para desaparecer ella fue diferente. Normalmente, en la industria cinematográfica son los productores los que se olvidan de los intérpretes, pero esta vez fue ella la que dejó al cine colgado. La fama la superó, colgó las botas y cambió radicalmente.
Todos los rumores decían que Silke se había hecho hippie y se había ido a Ibiza, y tenían parte de razón. Años después los medios la encontraban en el mercadillo de Las Dalias en la isla vendiendo su ropa y artesanía. Seguía siendo artista, pero a su manera. .Ya no salía en películas pero seguía creando, algo que hacía ya antes de que algún cazatalentos la descubriera. Cuando se confirmó, la ya exactriz dio unas cuantas entrevistas cuando se cumplían diez años de su retirada.
En una de ellas, en el periódico El País, confirmaba que la fama había podido con ella. “Lo llevé muy mal, me desbordó la situación. En ese momento quise desaparecer, pero no del cine, sino del planeta Tierra", decía en el medio tras explica rque antes de recaer en Ibiza pasó por la India en una especie de retiro espiritual.
La vida de Silke no se parece en nada a la que se suele dar de la isla. No va a las discotecas, ni a los clubes de moda, tampoco a sitios muy llenos. Ella dieseña sus piezas en su taller y las vende en el puesto de Las Dalias, en su propio local y ahora también por internet. Un giro imprevisible para una estrella que podía haber hecho lo que quisiera en el cine.
No dejé el mundo del cine. Simplemente elegí un estilo de vida. Eso no significa que no pueda salir un proyecto interesante
Su vinculación con su nueva tierra adoptiva es total y no se plantea abandonar un lugar al que llegó huyendo y en el que ya lleva más de 20 años y en el que “todos los proyectos que he empezado me han salido bien”. “Es un lugar que me pone las cosas fáciles y donde todo fluye y me siento a gusto. Para otras personas no ha sido así y al cabo de un tiempo se han tenido que ir. Yo siento que estoy en España, pero a la vez en otro planeta”, confesaba a la web de Las Dalias, el mercadillo donde vende sus piezas.
A ellos les dejaba la puerta abierta a un posible regreso a la interpretación, pero nunca como ocupación principal, sino como aventura esporádica para no perder el gusanillo de lo que una vez fue su vida: “No dejé el mundo del cine. Simplemente elegí un estilo de vida. Eso no significa que no pueda salir un proyecto interesante. De hecho, estoy en un proyecto independiente que es una maravilla y hace un año también hice una película en Ibiza que quedó muy linda”.