Hay directores que son impredecibles. Su filmografía viaja de un lado a otro, de lo autoral a lo comercial, sin apenas despeinarse. El caso de Steve McQueen -el director, no el actor fallecido en 1989- es especialmente destacable. El británico comenzó en el mundo del videoarte, realizando pequeñas y minimalistas piezas que se proyectaban en las paredes de un museo.
La primera de sus piezas que sorprendió a todos fue Bear, en la que dos hombres desnudos (él uno d ellos), se miraban fijamente sin saber si iban a partirse la cara o darse un beso. Así, en bucle. En sus trabajos artísticos ya mostró su gusto por el cine, como en Deadpan, en la que interpretaba una mítica escena de Buster Keaton y hacía que cayera sobre él un muro de ladrillos que evitaba al estar colocado justo en el hueco de la puerta.
Era cuestión de tiempo que McQueen saltara al largo. Su ópera prima fue contundente. Hunger, biopic sobre el activista del IRA Bobby Sands, que realizó una huelga de hambre en la cárcel para protestar contra la situación de los presos. Su mirada distante, sin juzgar, y su potencia visual le colocaron en el foco de la industria. La confirmación fue Shame, su segundo filme en el que repetía sus rasgos estilísticos en una obra que hablaba de la adicción al sexo como metáfora de la autodestrucción del personaje que bordaba Michael Fassbender, protagonista también de Hunger.
McQueen hizo del actor una estrella, y además se puso al frente de uno de esos proyectos que pueden hundir una carrera o catapultarla: 12 años de esclavitud. En su título más comercial radiografió el maltrató a los negros en EEUU con una obra que prescindía de la sensiblería para apostar por la verdad. Ganó el Oscar a la Mejor película, aunque perdió el de Mejor director frente a Alfonso Cuarón, por Gravity.
Su siguiente paso era esperado, y aunque primero anunció una miniserie con HBO, al final McQueen se decantó por el proyecto que nadie esperaba, un remake de una serie británica de los 80, Viudas, que él se ha llevado a Chicago para contar el atraco de un grupo de mujeres que han perdido a sus parejas, una banda de ladrones. Por supuesto el realizador no se ha quedado en el puro entretenimiento, y se las apaña para hacer un retrato despiadado del poder y el presente en EEUU.
¿Cómo acaba un vídeo artista haciendo una película de atracos?
Buena pregunta… no lo sé, no lo he pensado tanto… cómo he acabado haciendo esto… quiero que mis películas le interesen a un público numeroso, que les preocupe lo que hago, que se sientan enganchados con la historia, quiero llegar a más gente… No lo sé. Realmente no lo sé. Me encanta el cine, lo amo, y amo las historias.
El poder corrompe, y eso es evidente, al menos después de un tiempo. Al principio todo es muy bonito y vemos en muchos países que los mandatarios cuando pasa el tiempo se corrompen
Siempre se dice que el thriller es el mejor género para hablar de las cloacas de la sociedad. No sé qué opina.
Es el mejor... bueno puede ser el mejor para hacer esto, porque el publico espera sorprenderse en ese viaje, pero también va a ver cosas que son parte de nuestro día a día, y eso es lo que quería hacer, meter a la gente ahí y que salten en sus asientos con el entretenimiento, pero que también sean conscientes de las cosas que nos rodean.
Si visión de la clase política y el poder es pesimista, todo el que lo ostenta se corrompe, hasta la iglesia.
El poder corrompe, y eso es evidente, al menos después de un tiempo. Al principio todo es muy bonito y vemos en muchos países que los mandatarios cuando pasa el tiempo se corrompen, por eso los cargos no pueden perpetuarse. No creo que todos sean corruptos, pero la sociedad sufre por esa corrupción.
En la película se habla del tema racial,pero más importante que la raza es la clase social. En Viudas el personaje de Viola Davis, a pesar de ser negra, está por encima de sus compañeras por ser rica. ¿En EEUU la clase es más discriminatoria que la raza?
Son las dos... ella gana dinero, peor sigue siendo negra. Yo siempre me acuerdo de un chiste que decía Chris Rock, que decía: “no conozco a ningún hombre blanco que quisiera estar en mi lugar como negro, y soy muy rico”.
En la película se muestra una multiculturalidad, hay mujeres polacas, latinas… pero todas ellas se encuentran en un estrato bajo de la sociedad, pelean y hasta delinquen por alcanzar ese sueño americano. ¿Cree que es un sueño pervertido, que se vende como ideal y que al final se intenta conseguir de cualquier modo?
Realmente, si lo piensas siempre ha sido así, siempre ha sido ese el caso. Gente de muchas circunstancias y orígenes diferentes vinieron para hacer de EEUU lo que es este país ahora. EEUU se basa en un genocidio y en la esclavitud, pero cuando la gente se junta... eso es EEUU, pero hay personas que intentan desgarrar ese tejido, y si desgarras ese tejido que hay ahora en EEUU lo que se produce es el caos. Hay que unir fuerzas, hay que unirse y trabajar, si no no hay nada.
Escribe el guion junto a Gillian Flynn, que en Perdida demostró que sabe usar el género para ir más allá, ¿cómo ha sido esa colaboración?
Lo que Gillian tiene es su capacidad de escribir diálogos. Es maravillosa, son metáforas… tienen una velocidad. Nuestra colaboración es muy dinámica, en un momento ya no sabíamos quién escribía casa cosa, éramos como dos guitarras en las que no sabes qué nota está tocando cada una.
Ganó el Oscar a la Mejor película por 12 años de esclavitud, y Viudas está otra vez en esa carrera, ¿le interesa esta competición o es algo que simplemente está ahí?
Los Oscar importan porque ponen la atención en ciertas películas sólo por el hecho de que están en esa conversación, pero no es una cosa queme interese si te soy honesto, pero es la realidad.