'Roma' es, de lejos, la película más importante del año. Primero, porque ha hecho que se debata sobre la forma de ver cine y sobre los nuevos modelos de producción y distribución. Segundo, por su calidad. Una obra maestra incontestable en el que el director revisa sus memorias para darse cuenta de que el cariño hacia la señora que le crió estaba condicionado por la diferencia de clase, género y raza. Todo está ahí, en sus detalles, en su simbolismo casi felliniano, en la limpieza de su puesta en escena.