La carrera por el Oscar llega a su fin. Este domingo la Academia de Hollywood decidirá cuál es la mejor película del año en un curso en el que ninguna llega como clara favorita y cualquier cosa puede pasar. La noche será emocionante, ¿hará Netflix historia con su primer Oscar por Roma?, ¿será la vilipendiada Bohemian Rhapsody la que dé la campanada?, ¿habrá sorpasso de Green Book?
Por si acaso alguien no ha decidido su favorita, en EL ESPAÑOL mandamos a la hoguera a todas las nominadas. Sacamos sus puntos flacos y lo que nadie quiere ver de las ocho candidatas al Oscar a la Mejor película de este año.
'Roma'
Es la gran favorita de la crítica. Desde que se presentó en el pasado Festival de Venecia todos se rindieron a la obra maestra de Alfonso Cuarón, un regalo a la mujer que le crió y una crítica a cómo la raza y la clase social condicionan todas las relaciones personales.
Para Iván Reguera, de Cuarto Poder, “Roma es la típica filfa de festival, de crítico de cine que dice ‘amén’ a todo lo que sea ‘cine oficial’, el cine que tiene apariencia de ‘importante’”. Muchos han señalado que Cuarón se coloca por encima de su historia, que se le ve en cada plano y que lava su conciencia de burgués con esta película.
Pero sobre todo, lo que el espectador normal no perdona es aburrirse con un filme, y en Roma a los cinco minutos estaban cansados. Sólo los títulos de crédito ponen la paciencia a prueba, y muchos no pasan la prueba.
'Green Book'
La otra favorita es Green Book. Si un cinéfilo le cuentan hace cinco años que Peter Farrelly, máximo exponente del humor escatológico, iba a estar nominado al Oscar a la Mejor película le da un paro cardíaco. Quizás por ello han preferido no incluirle en el quinteto de mejor director, quizás también porque su trabajo está muy lejos de los cinco nominados.
El trabajo de Farrelly es tan efectivo como simplón. Hay piloto automático todo el rato en un filme que hemos visto tantas veces que uno sabe lo que va a ocurrir en cada momento desde el primer fotograma. Es el típico filme de buen corazón que se lleva el Oscar de forma injusta para un año después estar en la lista de: ganadoras más injustas de la historia.
Green Book es, sobre todo, una palmadita en la espalda a los americanos, un lavado de cara en tiempos de Trump. No hay política en un filme que debería ser un gran canto contra el racismo que ha resucitado en EEUU.
'Bohemian Rhapsody'
El éxito del año. La película que ha reventado la taquilla de todo el mundo y que ha devuelto a Queen a las listas de éxito. También ganó el Globo de Oro a la Mejor película dramática. Y la gente todavía sigue preguntándose cómo es posible que esto haya ocurrido. Bohemian Rhapsody es mala, sin medias tintas. La película, dirigida a medias por Bryan Singer y un sustituto anónimo cuando fue despedido a medio rodaje, es la versión cinematográfica de Tu cara me suena. Prefiero ver a Brays Efe y Anabel Alonso haciéndome reír que a Rami Malek imitando como un poseso los rasgos de Freddy Mercury. En las actuaciones se nota su esfuerzo, en las escenas dramáticas parece un sketch del Saturday Night Live en el que faltan Will Ferrel y Kate McKinnon.
Todo eso olvidando su montaje sin sentido y su perversa narrativa en la que Mercury se convierte en un ser despreciable justo en el momento en el que asume su homosexualidad y el villano es su consejero gay que mira todo con cara del acahueta desde una esquina.
'Black Panther'
Seamos sinceros, Black Panther está nominada al Oscar por lo que significa y no por la película que realmente es. Sí, esta por encima de casi todos los títulos de Marvel, y por supuesto que Coogler es un realizador más que interesante, pero la obra está aquí por lo que ha significado para la comunidad negra y su aportación al imaginario colectivo. Si El caballero oscuro no estuvo nominada, Black Panther tampoco debería estarlo.
'El vicio del poder'
El vicio del poder es un documental de Michael Moore pasado por el filtro frenético de Adam McKay y una buena dosis de pelucas y silicona. Una versión chanante de la política americana a la que se agradece su valentía, y a la que alguien debería haberle dicho que es maniquea y con un punto de vista tan manipulador como absurdo. A McKay ya se le ven las costuras y debería pensar en otro formato para contar las cosas. Lo poco agrada y lo mucho cansa, y él empieza a ser un pesado.
'La favorita'
Lanthimos ha conquistado Hollywood. ¿Cómo? Dejando de escribir sus propias películas. Lo que muchos llaman venderse a la industria. Se las ha apañado para que no se note mucho, pero está claro que esa obra de cámara no es suya por mucho humor negro que tenga. El director no se había visto con tanto dinero en su vida, y muestra hasta el último alicatado del palacio con un ojo de pez del que uno se aburre a la media hora.
Eso obviando que aunque nos han vendido una película sobre mujeres en el poder, para el griego son tres locas masacrándose entre ellas. ¿Si hubieran sido tres hombres hubieran estado tan desquiciados? Hagan apuestas.
'Infiltrado en el KKKlan'
Que sí, que reírse de Trump está muy bien, y a todos nos hace gracia, pero basar toda una película en azotar al presidente de EEUU sin ninguna sutilidad ni profundidad no tiene ningún mérito. La historia de un policía negro que se infiltra en el Ku Klux Klan daba para mucho más, y para una reflexión profunda sobre el racismo endémico del país, pero Spike Lee se queda en el guantazo a mano abierta y la cuchufleta en vez de hablar de lo que hay detrás.
La muestra más clara de que la película no sirve para más que para reír es que al final tiene que poner unas imágenes tremendistas y documentales sobre la marcha supremacista de Charlottesville para concienciar y recordar -otra vez- que el racismo y la extrema derecha han vuelto.
'Ha nacido una estrella'
Viva la originalidad de Hollywood, que ha encumbrado el enésimo remake de una historia ya contada y mil veces vista. La novedad, que la dirige Bradley Cooper en su debut como realizador y la protagoniza Lady Gaga, nominada como Mejor actriz en un quinteto que le queda grande. La primera hora del filme es emocionante, pero es cantar Shallow y entrar el sopor absoluto.
La conversión de Gaga en estrella no interesa, y la caída a los infiernos de Cooper tiene cero sutileza. Un producto made in Hollywood perfecto para la taquilla, pero incomprensible en unos Oscar que sin premio a la película más popular, han decidido incluirlas en el premio a la Mejor película del año.