Almodóvar: "Nunca imaginé que la libertad de expresión estaría más en peligro hoy que en los 80"
El director español estrena 'Dolor y Gloria', en la que se abre en canal, y reflexiona sobre su pasado, su cine, y La Movida.
18 marzo, 2019 02:21Noticias relacionadas
Pedro Almodóvar siempre habla de él a través de sus películas. Desde aquella Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, un reflejo de sus ansias de libertad en el Madrid de la Movida hasta en Los abrazos rotos, las dudas de un director ciego incapaz de rodar, la realidad siempre se filtra por las aristas de su ficción. A veces lo hace de forma abierta, como en La mala educación, y otras uno aprecia los rasgos de su universo personal pero no encuentra esa verdad.
Ese exorcismo de los demonios personales con Dolor y Gloria, en la que el director se abre en canal para mostrar sus demonios internos. Su mente frágil ante la página en blanco, el sufrimiento de un director, el trauma de haber perdido a una madre con la que siempre quedó una conversación pendiente y el deseo como motor de todo. De la vida y de la creación.
Su película número 21 es una de sus obras más redondas, en ella todos sus temas y rasgos estéticos se funden de una forma sublime. Con ella, además, el director se ha colocado ante la prensa en una posición incómoda, obligado a hablar de sí mismo. Lo hace a través de su película en la que uno es inevitable que especule sobre qué es verdad y qué no, aunque lo mejor es dejarse llevar por esa realidad ficcionada que es un torrente de emociones. Se nota que el director disfruta hablando de ella, que la tenía muy dentro, y por ello habla sin cesar de cada uno de esos impulsos que le llevaron a Dolor y Gloria.
Bueno, cómo lleva hablar de usted, porque en esta película se pone en el foco y se abre, así que es inevitable.
Creo que os cuesta trabajo distinguir realidad-ficción y cómo la realidad incide en la ficción convirtiéndose en una cosa distinta, con reglas distintas, y que no tiene tanto que ver con la vida sino con el hecho de escribir. Hay una dificultad, no en entenderlo, pero sí en aceptar que una película es ficción. Aunque uno intente escribir un documental crea una distancia porque tienes que darle un toque de ficción a los hechos para que sean más narrables. Y el origen en este caso soy yo, es evidente, pero el origen es la realidad. Yo cuando escribo es porque he imaginado algo, pero siempre a partir de algo que he visto.
En Tacones Lejanos, por ejemplo, estaba en un bar, era la hora del parte, y salió la locutora diciendo que fulanito ha sido asesinado y pensé: "Ay, ojalá diga la locutora, y yo sé quién fue, le maté yo. Y que explicara por qué". Y cuando subí a casa, en plan casi diversión, me puse a desarrollar la idea. Yo tengo muchos documentos de notas que se me ocurren, que me lo provocan cosas como el telediario, o algo que leo, cosas que escucho, de las que recuerdo. La realidad siempre me propone el modo de empezar una historia, las primeras líneas, y si me interesa yo ya voy desarrollando y aparece la ficción, pero siempre a partir de la realidad. En este caso esa realidad soy yo.
En Dolor y Gloria el recuerdo del primer deseo es el que hace surgir la pulsión de escribir. ¿Ha habido algo que provocara escribir este filme?
A veces es que escribo por disciplina. Cuando acabo la promoción y me toca escribir me pongo y me pongo. Aquí la película que iba a hacer, y que tenía más o menos el guion listo, no me gustaba. Para escribir necesitas estar estimulado por una idea, y en este caso no me gustaba, y a veces vuelvo a guiones que están en mi ordenador y a veces los convierto en otra cosa. Yo había escrito, provocado por los dolores de espada, ya os digo que de dolores vamos a hablar poco porque hay mucho en el mundo y yo no tengo derecho a quejarme, pero escribí un bloque de secuencias donde pensaba… yo nunca he tomado caballo, pero he estado rodeado de él, por eso lo conozco bien, pero pensé, y si paso de todos los analgésicos y me paso al gran analgésico, y pensé en toda la gente que podía proporcionarlo y ya, o no estaba aquí, o no sabía localizarles.
Pero en un libro de direcciones antiguas tenía un número de un dealer de entonces que era amigo mío. Así que fui a su casa, no pedí nada, de hecho tomamos dos botellas de agua, pero nos pusimos al día, de la gente, de los que habían muerto, de los que no… Y lo que escribí luego es que casi le pedí que me invitara y lo que provocaba al tomarla, los recuerdos… tenían que ver con los años 80. Eso no tenía en sí mismo un gran valor, era un relato real que lo dejé en el ordenador.
Sólo he tenido dos o tres malas experiencias con actores. He tenido muy buena suerte
Hay una acumulación de imágenes y cosas en esta película. Por ejemplo, una de las que me impulsó, pero no de una forma tan grande como al protagonista, en este caso para mí fue un impulso dividido en varios y no estaban en el mismo tiempo, sino en distintas épocas. El verano anterior a la escritura del guion recuerdo como uno de mis momentos mas placenteros meterme en la piscina y dejarme colocar en la ingravidez. El cuerpo y la tensión desaparecer, y yo buscaba ese momento, así que me hice hacer una foto para ver cómo se veía desde fuera. Decidí empezar el relato con esta imagen. Ya tenía decidido escribir esta vuelta a los 80.
¿Pero los dolores, esos achaques que luego plasma Juan Gatti, le han trastocado tanto?
No estoy tan mal, en absoluto. Mi operación de espalda fue menor, me fijaron la parte lumbar. Lo que sí es cierto, y de verdad lo digo sin queja, pero desde ese momento tu espalda se comporta de otro modo, y se contractura continuamente, porque el resto de espalda compensa que hay una parte que no se mueve y está cogida por hierros. Y eso es un gran cambio que los médicos no te dicen. Yo conozco esos dolores y lo que provocan después, y realmente eso es lo que me lanza a escribir esto y la que me obliga y empuja a tomar esa postura debajo del agua que te decía. Estoy en el entorno del dolor, pero no me gusta de verdad hablar de mis dolores porque creo que realmente no tengo derecho. El personaje de Antonio no va de víctima y yo mucho menos.
La mayor parte de dolencias las conozco y se las paso al personaje, pero para que no suene a queja las resumo en esa especie de listado que son dos minutos para dejarlo dicho y no hablar más de ello. Con ese escrito de los 80, y con la imagen de la piscina, eso me lanza a escribir a alguien sumergido, y ese agua de la piscina me llevó a otra corriente, que es la del río, donde yo recuerdo, y mi hermano Agustín también, esa escena de las lavanderas como uno de los momentos más felices de mi infancia. Era un momento duro para ellas, pero cantaban, hablaban, era una fiesta. Recuerdo tendiendo las sábanas que después olían a poleo. Y en esta alternancia me da la clave para seguir con este hombre y recupero esa historia de la vuelta a los 80, ahora en vez de un dealer un actor, que no corresponde a un actor, sino a dos o tres malas experiencias que yo he tenido. Porque he tenido muy buena suerte.
Comprenderá que es inevitable que intentemos pensar en quiénes son.
Pues es una putada, porque no es justo con ninguno de ellos. Hay toque de tres, y después ficcionado, pero no es el retrato de ninguno de ellos. Como veis nunca escribo el guion de una vez, porque también tenía un relato corto, de unos 20 minutos, que se llamaba El primer deseo, donde hablo, me lo invento, porque ni he vivido en cuevas ni me he enamorado de un albañil, pero podría haberlo hecho. Y ese relato iba a formar parte de una película de Antonio de relatos, que yo al final no tuve tiempo ni tenia claro el proyecto, pero lo tenía escrito. Y esto me venía muy bien para la infancia del protagonista, y también he escrito un monólogo, es que diréis, tu escribes y luego…
Al final hacer una película es como un puzle para usted.
Sí, es que tenía otro monólogo también. Y ya tenía la imagen del hombre sumergido, luego su infancia que encontré en ese relato, y parte de su obra en este otro monólogo, que eran como unas memorias de los 80, que hablaba de un amor truncado… Y a partir de ahí ya tengo muchos elementos para jugar y se desarrolla toda la película. Al final quería salvar a este hombre, pero no sabía si le podía salvar, porque tenía muchas cosas de mí, y salvarle a él era salvarme a mí. Cuando llegué a que recuperaba la acuarela y recordaba el primer deseo, ese momento, esa urgencia de narrarlo, eso ya es una salvación. Su gran droga es hacer cine, hacer películas, porque él cree que no es posible, que no va a poder hacerlo y que no tiene sentido, y su dependencia no es de una droga, es del cine. Yo esa dependencia la he sentido y ese miedo, que es atroz, también lo he sentido.
No es que estemos de elecciones, es que ni sabemos hasta cuándo vamos a estar, porque parece que va para largo
La materia prima son sus vivencias, ¿dónde ha puesto los límites a la hora de mostrar tanto de sí mismo?
No es mi autobiografía, pero sí es la que me representa más. Hay mucho de mi intimidad. Hubo un momento, al principio, cuando vi que me lanzaba a un personaje en una situación parecida a la mía, en el que sentí un vértigo, pero cuando lo superé, en la escritura es donde me siento más libre. Porque, personalmente, soy muy pudoroso. Ahora no me queda más remedio que hablar de mí, pero en las entrevistas intento huir de mi intimidad, y también con mis amigos, no suelo hablar de mi intimidad. Pero una vez superado ese momento de vértigo, si el guion estaba en función de mí, no quedaba más remedio que tirar para adelante. No sólo abres las puertas a tu intimidad, sino que desarrollas posibilidades que no han ocurrido y eso me estremece.
El otro día revisaba Laberinto de pasiones, y hay escenas provocadoras, muy libres, con riesgo, y pensaba si esa película se podría hacer hoy en día.
No vuelvo a ver mis películas, pero lo que sí es cierto es que ahora mismo mis películas de los 80, aunque sí me atrevería a hacerlas, estoy seguro de que tendrían muchos de los problemas que no tuvieron en su momento, porque entonces fueron muy celebradas, pero el país en el que vivimos ahora y el que vivimos en el 81 son muy distintos, y yo nunca hubiera pensado que 40 años después íbamos a estar así en este país, donde la libertad de expresión tiene más limitaciones, está más en peligro que en aquel momento. Me atrevería y creo que cualquiera puede hacerlo, pero los exhibidores y distribuidores me pondrían serios problemas para que se pusiera en contacto con el público.
Me siento muy orgulloso de todo lo que hice en los 80, del tipo de vida de los 80. Fue una vida de excesos, explosiva, porque acabábamos de salir de una dictadura
Actualmente se está viviendo un momento de revisionismo crítico con la Movida, no sé qué piensa de aquel momento, si se arrepiente de algo.
Yo no me arrepiento, me siento muy orgulloso de todo lo que hice en los 80, del tipo de vida de los 80. Fue una vida de excesos, explosiva, porque acabábamos de salir de una dictadura, era muy joven y tenía la suerte de ser joven y de gozar de unas libertades inéditas hasta entonces y que afectaban a todos los terrenos de tu vida. No era sólo en lo expresivo, sino en tu vida, en lo sexual, en la forma de pensar. Es tan saludable no tener limitaciones en tu cabeza… menos si eres un psicópata. Pero esa sensación de libertad es inenarrable. No me arrepiento de nada, me alegro de que me tocara aquella época. Como todo en la vida, es una época en la que había muchos riesgos, hablando de la heroína como en la película, alguien dijo, y me gustó mucho, que para aquella generación que descubríamos las drogas, la heroína fue nuestra guerra de Vietnam, una guerra donde cayó mucha gente, y es verdad, muchos se quedaron por el camino.
Yo tuve suerte porque no creo que haya vivido peligrosamente, pero respecto a esos peligros me salvó que yo soy muy disciplinado, y salía, me acostaba muy tarde, pero a las 6.45 me levantaba para ir a Telefónica, y luego por la tarde escribía o hacía teatro. Tenía muy claro eso desde que salí de mi pueblo, que quería hacer cine. Eso era muy difícil de consumar, ese sueño, pero tenía mucha determinación. Eso dio una dirección muy clara a aquellos años locos. Me acuerdo en plena fiesta que me decían: "Pero cómo te vas ahora puesto hasta aquí", y yo era el primero que me iba porque tenía cosas que hacer. No me arrepiento, al contrario. No soy nostálgico, pero fue una época maravillosa.
¿Cómo está viviendo el clima político actual, convulso, con elecciones a la vuelta de la esquina, gobiernos que no duran…?
Es que es un tema del que no quiero hablar mucho. Durante el montón de entrevistas que hice para los Goya, hora y media, sólo me hicieron una pregunta de tipo político y salio en todos los medios. Y eso quiere decir algo. Yo claro que tengo ideas de todo lo que ocurre, de las elecciones, del procés, de la ultraderecha… hay muchos temas, pero estoy en mi propia campaña, que es hablar de la película. Y no me da miedo ni corte, pero este tema fagocitaría todas las preguntas que me habéis hecho, y sé que no depende de vosotros, como no dependen los titulares, pero trato de defender mi tiempo para hablar de mi película, porque no es que estemos de elecciones, es que ni sabemos hasta cuándo vamos a estar, porque parece que va para largo. Sólo digo que la gente vaya mayoritariamente a votar.
Pues entonces déjeme preguntarle por Netflix y la pelea...
Uy esa es otra, ¿qué pelea ha habido ahora?
En España hay cada vez menos salas de cine, pero mientras haya un cinéfilo tiene que existir una pantalla de cine. Y yo defiendo eso
La de Spielberg, que pide endurecer las normas para optar al Oscar, y otros como Ava Duvernay que se oponen. Le pregunto porque además Netflix creo que colabora de alguna forma en la película.
Antes la película iba a la ventana de Canal Plus, de pago, y Netflix nos ha ofrecido eso, y se la hemos vendido para ese pase. Ellos querían la película como uno de sus originals, y ofreciendo unas cantidades de dinero que mi hermano no tuvo miedo a rechazar. Así que será la plataforma que la pondrá tras los estrenos en salas. Sabía que Spielberg estaba en contra. Hay algo con las plataformas o Netflix. No me parece mal que haya tantas plataformas tratando de ofrecer cada vez más ficción, cada vez desde más lados, porque eso enriquece. Está claro que el ser humano necesita dosis de ficción, y la ficción no va a morir, tenemos mucho trabajo por delante. Y eso es positivo.
Pero, la Academia de Hollywood, como la española, es una Academia de Cine. Ya existen las academias de televisión y dan sus premios. Se trata de la convivencia de todos los formatos, pero donde siga existiendo la gran pantalla donde el cinéfilo puede ir a ver las películas. En España hay cada vez menos, pero mientras haya un cinéfilo tiene que existir una pantalla de cine. Y yo defiendo eso. Pero no se trata de estar en contra, la situación es rara y no estoy seguro de hacia dónde se va a decantar. Y cuando llegue Disney eso va a ser descomunal, porque las plataformas están tratando de cambiar la forma de ver cine.
¿Acabarán con las salas?
En España se han cerrado como 500 salas, y al español parece que le da igual. Si eso ocurre en Francia, no es lo mismo. Allí son el guardián de las esencias, aunque Cannes quisiera poner pelis de Netflix, las asociaciones se lo impedirían porque el pueblo francés quiere verlas en el cine. Porque el cine tiene una entidad emocional clara, forma parte de su cultura y lo van a defender. Es que en España hay comarcas enteras sin ningún cine. Los niños de esas ciudades no van a poder ver una película en una pantalla y es tristísimo. Pienso en mí mismo, que a los 10 años, fue la mayor experiencia de mi vida. Lo que no sé que hay en las cabezas de los que gobiernan Netflix para el futuro, porque tengo la sensación de que aunque quieran cambiar el modelo, se están encontrando con una realidad adversa. De momento los exhibidores aquí se han opuesto a estrenar sus películas, es una batalla que se está librando.