Han pasado ocho años. 67 capítulos desde aquella vez que visitamos Invernalia y Desembarco del Rey por primera vez. En ese tiempo han pasado muchas cosas. España ha tenido tres presidentes del Gobierno diferentes, se cambió de Papa y a la Selección española ganar su última Eurocopa y volver a la senda de la derrota en campeonatos internacionales. Juego de Tronos ha acompañado los cambios de la sociedad de la última década, y ahora se despide con una última temporada que promete emociones fuertes.
Como todos, Juego de Tronos también ha cambiado, y de aquella ficción que parecía un drama medieval ha evolucionado a una narración que se parece más a El señor de los anillos, con sus dragones y toques de cuento fantástico. Analizamos los cambios más importantes que han ocurrido en estas siete temporadas.
Menos sexo
Puede parecer algo secundario, pero una de las primeras cosas que se destaca de la primera temporada de Juego de Tronos eran sus numerosas escenas de sexo. Orgías en burdeles, tríos, escenas lésbicas, frontales masculinos… todo cabía en sus episodios. Las críticas a que alguna vez se optaba por la gratuidad de los desnudos llegó pronto, y aunque nunca se ha renunciado a ese toque salvaje, sí que se ha rebajado el tono.
Sólo hay que comparar una escena sexual de la primera temporada con el encuentro de Jon Snow y Daenerys en la última, sutil y elegante y en la que se comentó más el culo de Kit Harrington que otra cosa. Esto también se debe a que Emilia Clarke, una de las que más se desnudó en los primeros compases de la ficción, firmó una clausula para no desnudarse más (o al menos elegirlo ella, ya que lo incumplió en la sexta temporada).
Más muertes
O al menos las mismas. Mientras que en el aspecto sexual Juego de tronos bajó el acelerador, en el de la violencia se ha mantenido. Muchos fans han creado un contador de muertes, que se ha desbocado en las últimas temporadas. No porque sean más salvajes, sino porque las batallas han sido más multitudinarias. La de los Bastardos, Casa Austera y, sobre todo, la destrucción del muro a mano de los Caminantes Blancos provocaron muchas bajas.
La falta de piedad es una de las notas características de la serie, que sin embargo ha perdido parte del efecto sorpresa. En las primeras temporadas las muertes fueron mucho más imprevistas. Pocos predijeron la caída de Ned Stark, de su hijo Rob, o de la hija de Stannis Baratheon. Los personajes importantes iban sobreviviendo, y todos sabíamos que a la temporada final llegarían nombres como Cersei, Jon, Arya, Tyrion o Daenerys. Se espera que en la octava se atrevan a matar a alguno de los protagonistas.
Más acción y menos intriga
Otro de los cambios más notorios está en el tono de la serie en estas dos últimas temporadas. Si en las primeras se tomaba su tiempo para desarrollar los intereses de cada personaje, y con esos mimbres crear intrigas y traiciones, desde que se ha abandonado como base los libros de George R,.R. Martin, Juego de Tronos se ha rendido a la acción. El ritmo se ha desbocado, los sucesos ocurren a una velocidad de crucero y lo que en la primera temporada se hubiera contado en cuatro capítulos, aquí se solventa en diez minutos.
Se nota mucho en los viajes entre territorio y territorio, antes podían durar una temporada, mientras que ahora en medio episodio ha podido recorrerse medio poniente. Esto ha desafiado a la lógica narrativa de la serie, e incluso los creadores tuvieron que responder a alguna incoherencia en la séptima temporada. Ahora todo es más espectacular y a lo grande, también provocado por su giro hacia el fantástico. Las intrigas palaciegas han dado paso a una megaproducción llena de dragones, zombies y efectos especiales.
Feminismo y política
“Juego de Tronos es una serie que habla de poder, que pone a la mujer en una posición de poder, y eso es único. Juego de Tronos es una serie política. Es fantasía, sí, pero está poniendo a las mujeres en esa posición de poder y eso resuena para cualquier situación actual en la que haya mujeres”. La que hablaba era Emilia Clarke cuando este periódico le preguntaba sobre por qué los políticos usaban la serie como referencia constantemente.
Ella lo tenía claro. La ficción de HBO tiene un paralelismo claro con la sociedad actual, y eso se ha notado en su trato de la mujer, que han evolucionado a la par que lo hacía el mundo de la mano de la revolución feminista. Su personaje empezó siendo la sombra de su hermano, siendo vejada y abusada, pero fue empoderándose hastaliderar una revolución y demostrar que es más válida y valiente que cualquier hombre para ocupar el trono de hierro. También una villana como Cersei ha demostrado que sus intrigas son las más inteligentes y ha sido la más hábil para retener el poder. Un duelo femenino por el trono que se resolverá en esta temporada final.