Juan José Campanella enamoró al público español con El hijo de la novia. Su capacidad para emocionar mientras hacía reír al espectador le convirtió en un nombre de referencia para el público cinéfilo. Campanella abrió el mercado español para el cine argentino y nos regaló a un actor como Ricardo Darín. La culminación de ese noviazgo entre España y el director fue El secreto de sus ojos, coproducida por nuestro país y que logró el Oscar a la Mejor película de habla no inglesa.
Desde entonces Campanella ha medido mucho sus pasos en el cine. Desde aquel premio en 2010 se ha centrado, sobre todo, en series en EEUU y en obras de teatro en su país. Sólo una película de animación entre medias hasta ahora, cuando llega su último filme, El cuento de las comadrejas, una comedia negra ambientada en el mundo del cine que se estrena este viernes.
El realizador argentino regresa al cine que mejor sabe hacer, y confiesa que cada vez le resulta más difícil encontrar una historia que le apasione. Esta, un remake de Los muchachos de antes no usaban arsénico, tenía todos los elementos necesarios para que descolgara su claqueta y juntara a un reparto que incluye a dos estrellas del cine argentino como Oscar Martínez y Graciela Borges, junto a la española Clara Lago.
En la película los personajes jóvenes no creen en las moralejas. La película tiene una, así que imagino que usted es defensor de esa forma de contar historias.
Sí, por supuesto, eso es lo que más me gusta de los cuentos. A mí siempre me han criticado porque dicen que mis películas está hechas bajo línea, pero para mí el punto más interesante es decir algo, que vaya más allá de la historia.
Ha estado mucho tiempo apartado del cine, ¿qué ha ocurrido en todo este tiempo?
He estado en un par de series en EEUU y he hecho mucho teatro, con dos obras que traeré a España a partir de julio. Para mí el cine es como una sinfonía. Tengo que encontrar una historia que tenga tantos requisitos que me impongo que cada vez me es más difícil que me fascine. Tiene que ser algo que quiera contar, y que no se haya contado antes o que lo vaya a hacer de forma distinta, que dentro de 20 o 30 años tenga el mismo interés. Uno nunca ve dos veces un programa de televisión, pero una película te acompaña a lo largo de tu vida y hay diferentes relecturas según vas creciendo. Cada vez me pongo más requisitos, y además es que el cine está cambiando delante de nuestros ojos, y una película de las características que me gustan a mí, sobre seres humanos, con humor, emoción y que traten emociones verdaderas, es cada vez más difícil de hacer.
Ese contexto nuevo incluye a las plataformas, ¿cree que su cine encaja en la línea de producción que pueden tener Netflix y estas compañías?
No tengo la menor idea. He trabajado en televisión y se firma distinto. Son otras historias. Mis historias se benefician de una audiencia numerosa porque tienen humor, y en una sala la risa se multiplica. No es lo mismo cuando uno está sólo en casa. La comedia funciona mejor en el cine que en casa. Ahora mucha gente dice que la pantalla grande es para espectáculo grande, para las películas de superhéroes… pero las emociones también son más grandes en el cine. En el cine se llora más, y se ríe más. Es difícil reír a carcajadas o llorar sólo en tu casa.
Su experiencia con los remakes -el de El secreto de sus ojos fue un fracaso en Hollywood- no es muy buena, y sin embargo El cuento de las comadrejas lo es.
Bueno, no tiene que ver una cosa con la otra. Hay remakes que funcionan mejor que las originales. Un remake tiene que notar su fuente, pero tiene que ser suficientemente distinto para justificar la película. Aquí cambio la historia. Además es un remake de una película que a su vez está basada en una novela.
La película está plagada de guiños al cine clásico, como esa escalera por la que baja una diva que parece de El crepúsculo de los dioses, o incluso a su propio cine, ya que se menciona una película suya pero con el título cambiado -La niña que gritó puta en vez de El niño que gritó puta-. ¿Este filme es un homenaje al cine de antes?
Totalmente. Es una segunda lectura para el espectador que ha visto mucho cine. Pero si no conocen los guiños o los directores, no piensen que no les va a interesar. No es para el que sabe datos, pero sí para el que vio cine porque vamos jugando y haciendo guiños con esas conversaciones sobre lo que tendría que pasar en una película, porque son gente del cine, y miran todo como si fuera una película.
También tiene una visión pesimista. Los jóvenes no conocen su propio cine, sus estrellas de hace décadas. ¿Ocurre en la actualidad?
Lamentablemente sí. Eso sería ya una tercera lectura de la película, pero no es sólo la juventud común, sino que me pasa también con los estudiantes de cine, que les dices que tienen que ver una película en blanco y negro y no la ven. Llevé a ver a una estudiante que es casi sobrina mía y que estudiaba cine la película de Frank Capra El secreto de vivir y su comentario fue que no sabía que en aquella época la gente era tan ingeniosa.
¿En qué momento nos olvidamos de nuestra historia?
No lo sé. Creo que ocurre desde hace 20 años o así, lo ubico como a finales de los 80 o en los 90. Ahí hubo un corte muy fuerte, y no saben lo que se pierden. Yo en mis clases de guion doy 34 películas enteras, y para ellos es la posibilidad de redescubrir un arte y sus posibilidades. Muchos de ellos no se habían emocionado hasta el punto de las lágrimas, no conocen ese poder, y de repente ven Qué bello es vivir y dicen: "¿Qué me ha pasado?.
La película, de manera tangencial, también habla de las heridas de la dictadura argentina en sus personajes. ¿Es importante el arte para recuperar la memoria histórica, para no olvidar?
Se menciona poquito, pero explica muy bien por qué estos personajes se habían perdido. Es fundamental que el cine hable de eso, mis películas lo demuestran. Todas de alguna forma tienen que ver con eso. Además son experiencias transmisibles en todos los países. Aquí tuvisteis el franquismo, y en EEUU estuvo la lista negra, todos los países han tenido serias experiencias contra los totalitarismos que nos son comunes a todos.