Más de 4.000 mujeres, según Gonzalo Berger, combatieron como milicianas en la Guerra Civil. Es una figura desconocida, que normalmente no aborda la historia, ni la literatura ni el cine -con excepciones como Libertarias, de Vicente Aranda-, pero que tuvo un papel fundamental en las trincheras. Nombres como el de Casilda Méndez, única mujer en su unidad en el País Vasco, o el de Mika Etchebéhère, que con su testimonio dio a conocer la presencia femenina en el frente y cómo también ellas sufrieron el machismo de sus propios compañeros.
Muchos preferían ver a una mujer cocinando para las milicias que empuñando un arma, y eso afectó a muchas de ellas. Esa realidad, que todavía parece un misterio, ya la mostraba Ken Loach en su obra maestra Tierra y Libertad. Tuvo que venir un director inglés a hacer la mejor película de la Guerra Civil española. También a hablarnos de las mujeres que dejaron todo para combatir contra el fascismo.
La película se rodó en nuestro país, y revolucionó el pueblo de Mirambel, que con apenas 120 habitantes vio como un rodaje cambiaba su historia para siempre. Se cumplen 25 años de aquel rodaje en Teruel. Una película que cambió la vida a sus habitantes, pero también a las actrices profesionales que participaron en ella. Rosana Pastor, Blanca en la ficción, ganó un Goya a la Mejor actriz revelación por Tierra y Libertad, pero también se llevó una experiencia vital que recuerda con emoción. La misma con la que el propio Loach hablaba a este periódico de sus recuerdos de la que considera la película más especial de su filmografía.
“No tengo que mirar atrás para darme cuenta de lo importante que fue porque lo tengo muy presente en mi vida”, cuenta Pastor a EL ESPAÑOL. “Tierra y Libertad fue un punto de inflexión para mí. Un momento importante, definitorio y clarificador en mi trabajo, pero también personalmente por lo que viví. Tuve la experiencia de la lucha por la libertad y la democracia que se dio en España en aquellos momentos. La lucha por las condiciones de los desfavorecidos, y eso ha seguido de alguna manera”, explica.
Dicen que Ken Loach escogió a los actores del reparto no por su valía como intérpretes -o al menos no sólo-, sino pensando en si ellos se hubieran embarcado en la lucha contra el fascismo en 1936. Rosana Pastor -que posteriormente entró en política de la mano de Podemos- e Icíar Bollaín -directora comprometida que conoció a su pareja, el guionista Paul Laverty en el rodaje- cumplen a la perfección esa definición.
Teníamos la sensación de vivir la guerra, no de actuar. Además se acerca a un momento de la guerra en que se quería cambiar la sociedad. Luego ese camino se frustró
Para Bollaín Tierra y Libertad fue algo más que un rodaje. “Teníamos la sensación de vivir la guerra, no de actuar, porque Ken Loach hace que todo se sienta muy de verdad. Además se acerca a un momento de la guerra y a un lugar, en el alto Maestrazgo, en que se quería cambiar la sociedad, colectivizar las tierras etc. Luego ese camino se frustró. Tierra y Libertad estaba rodada con mucha naturalidad, no tenía nada acartonado, mostraba a un grupo de milicianos internacionales, jóvenes, idealistas que vinieron a apoyar la República y se ven aplastados por el propio partido comunista”, recuerda.
Esa forma de rodar dio lugar a momentos en los que la realidad y la ficción se confundían. Sin el guion, los actores buscaban la forma de saber si su personaje moriría en la siguiente contienda. Si un personaje veía que tenía tres mudas de ropa pensaba lo peor, que una sería para los impactos de bala. “No teníamos guion, nos iba dando hojitas y cualquier cosa que quisiéramos decir era bienvenida”, rememora Pastor, que lloró cuando descubrió el destino de su personaje en una de las escenas clave y más emotivas del filme.
Logró una implicación tan grande… mi personaje o mi persona, escogió y trazó esa línea que la llevaba a su muerte, sin saberlo. Blanca, o yo, se colocó en ese lugar
Es en la que llega el ejército republicano y termina disparando a las milicias del POUM. En aquella explanada podían actuar y decir lo que ellos creían que dirían sus personajes, y Rosana Pastor avanzó decidida hacia Coogan para llamarle traidor. “Me dirigí hacia nuestro compañero americano y le tiraba de los pantalones. Ken cortó, se solía quedar con la primera toma. En ese momento me sacó fuera, y me dijo ‘tú has venido hasta aquí, ahora vas a oir unos disparos detrás de ti, y te van a disparar por la espalda y te vas a morir’. Y yo no paraba de decirle que no me quería morir. No quería. En montaje vi unas fotos que me enseñó la productora Rebeca O’Brien y se nos ve a Ken y a mí por el monte llorando porque yo no me quería morir. Logró una implicación tan grande… mi personaje o mi persona, escogió y trazó esa línea que la llevaba a su muerte, sin saberlo. Blanca, o yo, se colocó en ese lugar”.
El cine y la Memoria Histórica
Casi todo el mundo coincide en que Guerra y Libertad es la mejor película de la Guerra Civil que se ha rodado. También una de las pocas que abordan realmente el conflicto y no sus consecuencias o la dictadura. La fractura de la izquierda fue el punto de vista elegido por Ken Loach, que creó un filme que ha resistido el paso del tiempo y que es un canto por la importancia y la necesidad de la Memoria Histórica, también a través de la ficción.
“La Guerra Civil es seguramente lo más importante que ha ocurrido en nuestra historia reciente, muchas de las heridas que dejó siguen en cierto modo abiertas, muchos de los los crímenes que se cometieron durante la guerra y después siguen impunes, y muchos muertos siguen en las calzadas de las carreteras... creo que es muy importante seguir recordándolo, con historias de ficción como Tierra y Libertad y con documentales, como el extraordinario El Silencio de los Otros. Nunca he entendido esa idea de que hay muchas películas sobre el tema... no nos cansamos de ver películas sobre la Primera o Segunda Guerra Mundial”, analiza Icíar Bollín.
Rosana Pastor comparte la visión de su compañera y cree que “sólo hay que mirar el panorama político actual” para darse cuenta de la importancia de Tierra y Libertad y de la Memoria Histórica. “La forma de comportarnos es que no queremos saber ni conocer nuestro pasado. Nos parece que hay muchas películas sobre la guerra porque nos importa un pito, no estamos atentos ni queremos estarlo, a nuestro pasado. Yo no tuve desaparecidos ni muertos en mi casa, pero lo que sí hubo fue un silencio que lo cubría todo. Como adolescente, la primera vez que oí decir que Franco era un criminal fue cuando tenía 15 años y me fui de vacaciones con una amiga de Barcelona que tenía una familia con una trayectoria más de izquierdas. En mi familia se había escondido, no se hablaba. La historia del pueblo español está cubierta de silencio y de una injusticia que sigue siendo flagrante. Hay miles de personas en cunetas, pero no queremos saberlo, hemos preferido girar la cara a otro lado, o al menos mucha gente, porque otros sí que ha mirado a la realidad de frente”, zanja.
La historia del pueblo español está cubierta de silencio y de una injusticia que sigue siendo flagrante. Hay miles de personas en cunetas, pero hemos preferido girar la cara
Por eso es necesario el cine, la construcción del relato, contar la Guerra Civil a través de nuestra ficción, “que siempre tiene un papel fundamental para contarnos, para ir donde no llega la razón”. “El cine construye nuestro imaginario, ayuda a explicarnos quiénes somos, es injusto que se diga ‘otra película d ella guerra más”, opina Pastor.
La conciencia de Europa
Ken Loach es, a sus 83 años, el director más activista. El único que mira y cuenta las historias de los olvidados por la sociedad, esos a los que el cine no se atreve a retratar. Un cineasta británico que prefiere dar voz a un obrero que dirigir la enésima película sobre una monarquía que no le representa. Él fue uno de los primeros que se atrevió a romper el tabú de la Guerra Vivil, y a convertirse “en la conciencia de Europa”, como le define con orgullo Rosana Pastor.
Cada película de Ken Loach es importantísima para nosotros, es la conciencia de Europa mirándola a los ojos y poniendo un espejo que muestra un reflejo que no queremos ver
Lo dijo después de ver Yo, Daniel Blake, y sigue siéndolo. “Sigue estando al pie del cañón para contar las cosas que nadie ve y de la forma en que las cuenta, que mete el dedo en la llaga. Ojalá siga teniendo esa vida que le dan las películas. Él va cumpliendo años,pero cada película suya es importantísima para todos nosotros, es la conciencia de Europa mirándola a los ojos y poniendo un espejo que muestra un reflejo que muchas veces no queremos ver”.
El compromiso de Loach no es con los poderosos, sino como recuerda su amiga Icíar Bollaín “con la clase trabajadora, con personajes cercanos… Es difícil pensar en un relevo para Ken Loach, es un hombre que lleva más de cinco décadas fiel a si mismo, haciendo un cine que cuestiona el poder”. Tuvo que ser él, el que viniera a contar nuestra historia, y sigue siendo él quien en cada discurso, hasta con reinas delante, cante las cuarenta a una sociedad que sigue sin hacer memoria y sin mirar de frente a sus víctimas.