Desde que cayera la dictadura argentina en 1983, más de 3.000 mujeres han muerto en abortos clandestinos. Un país donde estas prácticas estás completamente prohibidas y donde se practican entre 350.000 y 500.000 de forma ilegal provocando en torno a 50.000 mujeres hospitalizadas por complicaciones durante la intervención.
Sólo los casos de violación o peligro de salud para la mujer están aceptados por la ley argentina, que condena y castiga al resto. Por eso el país lleva años viviendo las llamadas ‘mareas verdes’ con las que asociaciones feministas y de derechos humanos promueven el proyecto de ley para la interrupción voluntaria del embarazo. En mayo de este año la iniciativa volvió al congreso por octava vez tras lo ocurrido el año pasado, cuando los diputados lo aprobaron, pero fue rechazada en el senado por 38 votos en contra, 31 a favor y dos abstenciones.
Pero la lucha no para, y también ha llegado al cine con el documental La ola verde (que sea ley), que tras su paso por el Festival de Cannes, donde las mujeres argentinas trasladaron la manifestación a la alfombra roja, ha llegado a San Sebastián, donde todo el certamen se ha parado de forma momentánea para solidarizarse y pedir la reforma de la ley del aborto en Argentina. La fotografía impresionaba. Decenas de personas con sus pañuelos verdes se reunían en las escaleras del Kursaal para dar a conocer la terrible realidad. Directores, actrices como Mercedes Morán, productores cono Gerardo Herrero y miembros de todos los sectores de la industria han mostrado su compromiso para denunciar esta situación terrible.
Una realidad que se palpa en las historias que el director Juan Solanas ha recopilado en su documental, como la de Ana María Acevedo, enferma de cáncer y a la que los médicos se negaron a concederle el aborto y a darle quimioterapia pues esta dañaría el feto. A los seis meses le practicaron una cesárea y el niño murió a las 24 horas. Ella aguantaría unos pocos días más antes de fallecer. Un caso que califican de asesinato y el ejemplo más importante de lo necesario de la reforma de la Ley del Aborto.
La ola verde comienza con una frase demoledora: "En Argentina muere una mujer a la semana por un aborto clandestino", pero también da voz a partidarios de ambas posturas, y muestra a mujeres que decidieron abortar con la ley en contra y sigue el proceso que condujo a que el Senado bloqueara el proyecto el año pasado. "Cuando decidí hacer la película me quedó claro que lo más importante era la realidad, porque para mí la gente que se opone al aborto no tiene ni la más remota idea de las consecuencias de frases como 'Salvemos las dos vidas', o 'Aspiremos a más'. Me pone loco, no sé qué significa: ¿a más sadismo, a más muertes?", contaba el director en Cannes a la agencia EFE.
Una denuncia contra la doble moral, como decía Solanas. "Más allá de que hay mucha gente que se dice opositora y que tiene una novia, una amante o una hija que abortan, quise mostrar que no tiene corpus teórico, que es una especie de creencia, como decir yo creo en las hadas. Me parece fantástico, siempre y cuando lo apliques solo a tu vida. Yo soy ateo, pero me atrevo a decir que si Dios existe es feminista, porque es un milagro estar acá”, decía en el certamen francés.
A pesar del éxito del documenta no se muestra optimista con el futuro: "Si hubo un cambio en este tiempo fue uno negativo. Después de la media sanción empezó a haber presiones a senadores, empezó el aparato evangelista y de la iglesia a presionar, e hicieron un trabajo excelente, por eso es más importante que nunca no aflojar". Por eso cree que hay que luchar por los derechos, y su tour por los festivales está visibilizando el problema de forma internacional.