Las películas románticas siempre siguen el mismo patrón chico conoce chica (o al revés), se gustan, tienen problemas y acaban juntos en el último minuto cuando todo parecía condenado al fracaso. Pero, ¿qué ocurre antes?, ¿quiénes son esas dos personas que se cruzan en un momento concreto y surge la chispa? Nunca se profundiza en de dónde vienen, o se habla de su bagaje hasta llegar a ese momento vital concreto.
Eso es lo que cuenta el director francés Cédric Klapisch en Tan cerca, tan lejos, atípica película de amor en la que los protagonistas nunca se cruzan, aunque del destino parezca jugar con ellos en encuentros que no se materializan. Pero aquí lo que importa es hablar de esos dos treintañeros completamente perdidos en una ciudad como París. Una generación desencantada en un mundo hiperconectado pero en el que no encajan.
Klapisch ha retratado a los jóvenes en diferentes momentos, también en aquel canto a la libertad y la alegría de los erasmus en Una casa de locos, pero ahora su mirada se tiñe de gris porque la crisis y el desencanto también ha afectado a una generación a la que se le prometieron cosas que nunca llegaron.
Normalmente se cuenta la historia que sigue a esta película, la de chica conoce a chico, ¿cómo definiría esta historia?
Se trata de ‘antes de la historia de amor’. Normalmente estamos acostumbrados a ver historias de amor y quería colocar el momento del encuentro en un lugar donde no estamos habituados a verlo.
¿Por qué?
Era casi una apuesta entre mi coguionista y yo, nos preguntamos si teníamos derecho, si podíamos contar una historia así, y durante mucho tiempo nos dijimos que no. Tuvimos que trabajar casi un mes antes de darnos cuenta de que podíamos. Durante un mes le decía ‘no, no esto no va a funcionar’, y de repente nos dimos cuenta de que sí.
Las redes sociales y los medios de comunicación no arreglan el problema de la soledad, y paradójicamente este mundo hiperconectado fabrica y favorece esa sensación de soledad
Hay una decisión de puesta en escena clara, que es no usar la pantalla partida, lo cual hubiera sido muy fácil para esta historia.
Es una apuesta muy interesante, quisimos apostar por un estilo de los años 30 del cine francés que se llama el realismo poético, y lo interesante es que son películas de Renoir pero todas hechas en estudio y donde el objetivo era ser realista pero rodando dentro de un estudio. Es muy diferente a lo que hace Almodóvar por ejemplo, que cuando rueda en estudio quiere que el espectador sepa que es un estudio, que es falso, cuando aquí es lo contrario. Aquí es hacer pensar que es cierto usando una imagen muy fabricada y muy estilizada. La idea era no jugar para nada con ciertas funciones de cine que se prestan a lo artificial.
Habla del desencanto de una generación. Son dos personas en una ciudad que a priori está llena de posibilidades pero que no encuentran su sitio.
Es que las redes sociales y los medios de comunicación no arreglan el problema de la soledad, y paradójicamente este mundo hiperconectado fabrica y favorece esa sensación de súper soledad. Me documente para el tema de los psicólogos y me contaron una historia que me impresionó, una chica que fue al psicoanalista porque todos sus amigos se fueron de vacaciones y estaba triste, porque subieron una foto en Instagram en la playa o en la piscina, y ella estaba deprimida hasta tal punto que se fue a la piscina municipal y se hizo una foto a los pies para ser como los otros, para demostrar que ella también había estado. La presión para demostrar esa felicidad de estar todos guay es enorme en mundo.
Trata un tema que parece tabú, la salud mental y el tema de los psicólogos.
En primer lugar hay que decir que nadie esta realmente bien. Nos ha pasado a todos, tenemos días malos, de depresión, de llorar, y no es cuestión de estar loco o de tener una enfermedad mental, son cosas que nos pasan a todos. Teníamos muchas ganas de tratar este tema con naturalidad y hacerlo de forma equilibrada. Queríamos decir que no es tabú y que no pasa nada. Es algo muy sencillo, es ir a hablar con alguien para ayudarnos, y había que normalizarlo.
También se habla de cómo la precariedad ha afectado a una generación e incluso a la posibilidad de encontrar a alguien.
Cuando al mundo le va mal, a las personas no les va bien. Son la imagen de su época. Es verdad que en otros películas he retratado a jóvenes más entusiastas, porque eran épocas mas boyantes y estamos en una época de mucha ansiedad, muy complicada en España, en Francia y en todas partes.
Usted lleva muchos años en la industria y muchos éxitos de taquilla, ¿cómo vive el momento actual de cambio de paradigma en la industria con la llegada de las plataformas?
Yo estoy a favor de la pantalla grande, de las salas de cine, pero también veo muchas películas en el ordenador y la televisión, pero mi oficio tengo claro que es llegar a llenar una sala de cine. No tiene que ver tanto con el tamaño de la pantalla, sino por el hecho de la sensación de colectividad. Porque es una experiencia particular e importante ve runa historia con otra gente, tener a gente a tu lado aunque no hables con ellos sigue siendo una experiencia importante. Pero hay un riesgo, que es que solo queden las salas para las películas de Marvel, para las grandes películas, y eso sería muy triste, pero soy optimista respecto a al salud del cine y creo que esto es momentáneo. Esa alegría de una sala de cine llena de gente no va a desaparecer.