Envejecer es fácil, pero rejuvenecer no lo es tanto. Al menos en el cine. Para hacer parecer a alguien más mayor que lo que es basta con un buen equipo de maquillaje y peluquería. A veces no es suficiente, y el resultado se parece más a La hora chanante, pero en general unos buenos profesionales pueden solventar la papeleta. Pero, ¿qué pasa al revés?, ¿qué ocurre cuando un personaje aparece en dos épocas de su vida y al actor hay que quitarle años y arrugas?
De momento la operación ni se pensaba. O cogías un actor joven y le ponías kilos de maquillaje u optabas por coger dos actores o actrices diferentes para las dos líneas temporales. Ahí también venían los problemas, uno de los dos actores debe imitar a otro, produciéndose momentos cercanos al bochorno como en la segunda entrega de Animales fantásticos cuando un adolescente tuvo que intentar reproducir los espasmódicos y extraños movimientos de Eddie Redmayne. Hasta ahora.
Los efectos especiales han llegado a tal punto de sofisticación que empieza a ser un arma muy poderosa para los directores. Los primeros intentos fueron fatídicos. Aquel Jeff Bridges joven en Tron: legacy producía pesadillas y la versión digital de la princesa Leia en Rogue One parecía más una figura de cera del Madame Tussauds que un personaje con alma.
2019 es el año que ha cambiado eso. Varias películas lo han conseguido, entre ellas Capitana Marvel y Geminis, que ha creado un Will Smith joven bastante creíble. Pero la que se ha llevado la palma es El irlandés, la producción de Netflix dirigida por Martin Scorsese que ha rejuvenecido a Robert De Niro, Al Pacino y Joe Pesci en una operación que ha costado millones y muchos quebraderos de cabeza.
Scorsese lo tuvo claro. No había otra opción. Ellos eran los protagonistas y ellos tenían que serlo en los flashbacks que recorren la historia de EEUU. No iba a coger otros actores, su triunvirato debía ser intocable. Era el principal reclamo. La plataforma dio libertad creativa absoluta al director, que se obsesionó con el proceso de rejuvenecimiento digital. Las malas lenguas dicen que cada vez que veía un resultado no le gustaba, y que por eso el filme, que se esperaba incluso para Cannes de 2018, tardó tanto en realizarse y subió su cuenta hasta los 160 millones de dólares.
Este 'lifting' digital ha hecho que ya no sea una excusa la edad para no contratar a un actor o actriz, pero la pregunta es obvia, ¿cuál es el resultado? Las primeras imágenes públicas de El irlandés no convencieron, y decenas de memes corrieron como la pólvora. Todos destacaban que parecía un videojuego en vez de una película. Ahora, con el filme ya presentado y con la crítica a sus pies es más fácil encontrar reacciones más sopesadas y justificadas sobre el ‘de-aging’.
Slashfilm se mojaba y decía que “tardaba una hora en acostumbrarse” a ese efecto que quitaba las arrugas de los actores, especialmente en el caso de De Niro por el tipo de interpretación y porque Scorsese se recre más en su cara que en la del sus compañeros. “Eso sólo atrae la atención hacia la tecnología de ‘de-aging’, especialmente a la luz del día. Sólo en la oscuridad y en ángulos más abiertos puedes meterte del todo en el filme”, añadía para concluir que, a pesar de todo, esta nueva técnica era la única forma posible de que Scorsese pudiera realizar su nueva obra maestra.
Para Vulture este rejuvenecimiento facial es, por un lado “impresionante”. “Una buena parte de esta epopeya de tres horas y media tiene lugar entre actores que en realidad no tienen la edad que interpretan- Uno se maravilla por todo el esfuerzo que se ha realizado para que esto sea remotamente posible. No es un simple logro tecnológico; es un golpe estratégico de brillantez (…) Aunque no estés completamente de acuerdo con la apariencia de estos actores, después de un tiempo simplemente dejas de notarlo, o al menos no te importa. Podría haber sido más problemático si estuvieras viendo una película de dos horas que tenía, por ejemplo, 20 o 30 minutos de actores de mediana edad con la cara brillante”, apunta el medio de referencia de EEUU.
No todo es positivo, también reconoce que “los actores a menudo todavía tienen ese brillo extraño en sus caras, especialmente De Niro, tal vez porque está interpretando un personaje algo pasivo, un tipo que básicamente hace lo que le dicen y se queda callado, por lo que la mayoría de las veces estamos viendo la expresión tensa y sumergida en su rostro”. Una sensación bastante generalizada de que a pesar del grandísimo trabajo de momento los efectos especiales no han podido sustituir del todo a un actor 100% de carne y hueso.
Para Laura Pedro, supervisora de efectos especiales en películas como Superlópez, por la que ganó el Goya, todo es cuestión de 'pasta'. "La dificultad vuelve a ser el dinero, en empresas que no manejan presupuestos como los de estas pelis no pueden hacer el enorme desarrollo que implica poder tener procesos para llegar a generar este tipo de 3D", cuenta a este periódico destacando a ILM, la empresa que se ha encargado en el filme de Scorsese y recordando que este gran presupuesto no afecta sólo a la postproducción, sino que también encarece la forma de rodar.
Cuando se hace un personaje en 3D rejuveneciendo a un personaje durante mucho rato (como en 'El irlandés'), hay algo en nuestro cerebro que no te deja aceptarlo
Para ella todo es cuestión de acostumbrarse, ya que "cuando hace años se empezaron a hacer animales en 3D nos parecían muy falsos o cuando se empezaban a simular fuegos, aguas y otros elementos físicos", mientras que ahora nadie piensa eso cuando ven el gato de Capitana Marvel o los animales de la versión de acción real de El rey León.
De momento los efectos especiales en las personas chirrían, y para Laura Pedro tiene que ver con un factor psicológico: "cuando se usa como recurso puntual no te chirría nada. Pero si es cierto que desde mi punto de vista, cuando se hace un personaje en 3D, resucitando a un actor que está muerto (como en Star Wars), o rejuveneciendo a un personaje durante mucho rato (como en El irlandés o Gemini Man) hay algo en nuestro cerebro que no te deja aceptarlo. En el primer caso porque sabes que esa persona real está muerta, y en el segundo caso porque sabes que esa persona en la actualidad no es así por lo cual tú cerebro te “obliga” a verlo falso. Yo creo que el problema de ahora es que es nuevo, no en cuanto a la tecnología, sino que quizá aún no estamos preparados", opina.
Captura sin casco
Quizás hubiera sido más fácil si hubieran recurrido a la técnica de captura de movimiento, que coloca un casco con cámaras al actor, que además lleva colocados decenas de sensores por su cara para registrar cada movimiento y que la versión digital sea lo más real posible, pero De Niro dejó claro en una de las primeras reuniones hace cuatro años que “de ninguna manera se iba a poner el casco con los marcadores faciales”, según contó el supervisor de los efectos de Industrial Light and Magic -empresa encargada- a Vulture.
“Él quería estar en el set, actuando con los otros actores. Con las cámaras del casco necesitas calibrar y eso requiere dos horas de maquillaje. El principal problema para la tecnología de marcadores tiene que ver con la iluminación. Debes encender esas caras o los marcadores no leerán la información. Lo que se nos ocurrió es algo que nunca antes se había hecho, nunca se había hecho sin casco ni marcadores”, explicaba sobre el complejo método.
Para ello ILM se sacó de la manga una técnica de captura que no necesitaba todo ese aparataje y que capturaba los movimientos faciales de sus interpretaciones y se trasladaban de forma literal a sus versiones digitales y rejuvenecidas. Un equipo de tres cámaras de las cuales dos de ellas se dedicaban por completo a capturar todo lo que hacían los actores sin tener que forzarla iluminación ni alterarla.
Pero para Scorsese no fue suficiente. Como contó en el Festival de Cine de Nueva York, no se trataba sólo de la tecnología, sino también de la forma de actuar, y se dio cuenta cuando al rodar con Pacino cuando supuestamente debía tener 49 años el actor se movió a la velocidad de un señor de 70. Allí se percató que ese factor había que tenerlo en cuenta e hizo repetir la toma para aumentar la vitalidad de su interpretación. Un nivel de perfeccionismo que hace que el futuro de la técnica del ‘de-aging’ sea prometedor. Puede que ahora no sea perfecto, pero Scorsese ha puesto las bases para que sea factible.
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