Hace dos años el cine español descubrió un rostro que hasta entonces había estado ligado al teatro y la televisión catalana. Era el de Bruna Cusí, que sin previo aviso iluminaba dos de las mejores películas de aquel año. Ella era la inocente novia en Incierta Gloria, de Agustí Villaronga; y era la tía reconvertida en madre en la maravillosa Verano, 1993.
Aquel trabajo fue especial para todos los que trabajaron allí. Trajeron el talento de Carlas Simón, y confirmaron que aquella chica de rostro aniñado no había tenido un golpe de suerte, sino que derrochaba talento y tablas. El éxito de la película, con Goya para ella incluido, podía haberla catapultado a proyectos más grandes y comerciales, pero Bruna Cusí tiene muy claro el cine qué le gusta.
Es ese cine de riesgo, en el que hay que saltar al vacío, como las dos películas en las que se le puede ver este año. La primera, Ardara -dirigida por Raimon Fransoy y Xavier Puig-, llega a las salas este fin de semana, y es un juego sobre los recuerdos y una generación perdida en el que la realidad y la ficción se mezclan hasta confundirse. La segunda, La reina de los lagartos, es un cuento indescriptible y marciano dirigido por los Burning Percebes y que ha ganado el premio a la Mejor película en el Rizoma. Por si fueran pocos riesgos también ha probado las mieles de una superproducción de Neflix, la segunda temporada de The Alienist.
Estrenas dos películas pequeñas, muy diferentes entre sí, pero sobre todo, muy diferentes a lo que se hace en el cine español.
Ardara fue la primera película que rodé como protagonista realmente, y lo que valoro de estos proyectos es que no son rodajes convencionales. En Ardara nos fuimos 20 días a Irlanda, luego rodamos en Menorca y en Barcelona, en procesos distintos, así que fue un rodaje que se alarga en el tiempo. Es un proyecto que tuve en la cabeza como dos años, y eramos un equipo muy muy reducido. Esto es una película pequeña, y ahí el actor se convierte un poco en creador decides cosas que en otras películas hay gente que decide.
Esto te da libertad que en otros proyectos convencionales no tienes. Había un guion, pero mucha improvisación, nos íbamos con una furgoneta y si veían un lugar que a nivel fotográfico les gustaba, pues bajábamos y nos inventábamos algo. Ellos vienen del documental y están acostumbrados a rodar de una forma distinta. Hacíamos lluvia de ideas, y eso te da libertad, puedes jugar mucho y no tienes límite.
Esta película me ayudó mucho a colocarme en le tipo de cine que me gusta, en donde quiero yo estar, en que para mí es más especial una película así, sin dinero, con amigos y mucha fe
Es una metaficción, interpretas a Bruna Casas, ¿eres exactamente tú?
Ellos parten de la verdad para transformarla en ficción, pero hay puntos de verdad, por ejemplo que soy actriz, me llamo Bruna, mi madre es vasca, mi padre catalán…. y no tenía trabajo y sí la crisis de los 26 de ‘qué voy a hacer si mi trabajo no me da de comer’. También es verdad que tenía una amiga que se llama María, es murciana y es actriz, y que Marcia su padre es pintor, y a partir de ahí hacen una ficción. Cogen características tuyas y luego otras se ficcionan. Es un juego cinematográfico de varias realidades, de construir a partir del recuerdo una realidad.
Se ve un proceso de cástings, de negativas… ¿ha sido una película catártica?
Para mí la película fue catártica, y fue muy importante, porque por un lado llevaba tiempo sin trabajar y necesitaba sentir que hacía algo vocacional, algo artístico, porque sentía que tenia muchas cosas que ofrecer y no tenía la oportunidad y ellos me la dieron. Pero, además, me ayudó mucho a colocarme en le tipo de cine que me gusta, en donde quiero yo estar, en que para mí es más especial una película así, sin dinero, con amigos y mucha fe, con amor por lo que se hace, y a mí todo eso me ha definido como actriz, son los cimientos de qué tipo de actriz quiero ser.
Vivimos una industria muy polarizada entre las grandes producciones y el cine de autor más pequeño.
El cine de autor o el cine independiente, a no ser que seas un director consagrado, está marginado, no hay presupuesto para hacerlo. Este año he vivido películas de directores y directoras muy talentosas pero que no tienen los miedos porque hay un miedo al riesgo, a lo diferente, y no termino de entender por qué, porque eso es riqueza. Lo ideal es que las plataformas confiaran en este tipo de proyectos más allá de las series.
¿Has vivido muchos castings como los de la película?
Algunos, sí. Bastantes de publi y me prometí que no haría más.
¿De cine?
No, ninguno. Sí que...Mira, te voy a ser sincera, estoy un poco harta de encontrarme con castings donde la petición sea que venga muy guapa... pero a ver, eso qué es, eso no es actuable, por qué me dan esta información, de qué me sirve. A lo mejor en un caso concreto... si le influye o afecta al personaje por algo... Sí que te encuentras eso todavía, esos estereotipos que como actriz no son nada interesantes, pero cada vez menos eh. Me ha pasado que con personajes interesantes, que en un casting te indican quitar rasgos o peculiaridades del personaje, y sales enfadada porque no nos dejan hacer nuestro trabajo como mujeres. Me estoy poniendo guerrillera pero esto sucede todavía, y eso hay que prescindir de ello, hay que demostrar tu trabajo como actriz.
Estoy un poco harta de encontrarme con castings donde la petición sea que venga muy guapa... pero a ver, eso qué es, eso no es actuable, por qué me dan esta información
¿Alguna vez has perdido la vocación?
No, pero me la he cuestionado y me la cuestiono, pero me gusta tanto… a veces no compensa, porque es muy sacrificada. No sólo cuando no tienes trabajo, sino también cuando estás en proyectos en los que lo pasas mal por como es el personaje, si es muy oscuro. Yo en Dogville, en teatro, era muy duro salir cada noche en el escenario y hacer una violación y cosas tan violentas, y la recompensa es muy poca, y el feedback a veces no es real. O esto de los castings, puedes hacer 20 y no te cogen, y ahí sí te planteas tener otra profesión donde no te puedas sentir tan vulnerable, o donde no estar tan expuesta o juzgada como persona, porque al final trabajamos con nuestro cuerpo y nuestras emociones, pero esa es parte de la gracia también, porque contamos historias y eso es lo que más me gusta.
La otra película que tienes es La reina de los lagartos, que creo que la mejor forma de describirla es como una marcianada, cómo fue leer ese guion.
Pues es que no hubo guion, me mandaron un tratamiento genial, uno de los mejores que he leído, y el riesgo para ellos es que rodábamos en Súper 8, y teníamos que ir casi a toma única. Ellos tenían muy claro lo que tenía que suceder, pero el diálogo lo improvisábamos, nos daban indicaciones previas pero era libre, y lo que nos pasó es que el primer día intentamos ensayar y luego rodarlo y cuando rodábamos salía menos fresco que el ensayo, porque intentábamos recordarlo, así que decidimos no ensayar, y el celuloide es caro y había lo que había, así que había una o dos tomas como mucho. Tiene una cosa de imperfecta que me encanta.
Y de ahí a Netflix.
Sí, he estado rodando la segunda temporada de The alienist, que lleva de sobrenombre The angel of darkness, y el personaje es la mujer del embajador de Nueva York en 1890, cuando se acerca la guerra con Cuba, y sucede una cosa muy grave y se pone en contacto con Daniel Bruhl y con Dakota Fanning para que le ayuden. Ha sido muy interesante, primero trabajar en inglés, que no es mi primer idioma, y es que cambia hasta tu tono de voz, porque además, aunque podía tener acento español, era inglés de época, y el otro reto era trabajar con actores como Luke Evans, Dakota Fanning, o Daniel Bruhl.
¿Cómo llegas a una superproducción tan grande?
Pues por un casting, por una self tape, que pensé que no servían y sí que sirven. Me grabé en casa dos escenas y a la semana estaba allí. El nivel de producción es una locura, lo que más me ha gustado es la preproducción, porque como tienen mucho dinero pueden tener mucho tiempo para la preparación, y los decorados eran una ciudad entera de Nueva York construida, los vestidos todos a medida... Hay un trabajo detrás alucinante, y la gente de allí vienen de Juego de tronos…
Esta profesión es una noria en la que puedes estar arriba y abajo. Puedes hacer un buen trabajo y que no lo vea nadie y uno malo que lo vea todo el mundo
Ganaste un Goya por Verano, 1993, ¿sirve de algo ganar un Goya?
Sí, totalmente, es verdad que ganar un premio no quiere decir que vayas a tener mucho más trabajo. Hay gente que gana un Goya y está dos años sin trabajar, pero a mí me ha servido por dos cosas. Una, porque te da autoestima, porque eso es muy necesario en esta profesión, te da la seguridad de que has hecho algo bueno, que no vas desencaminada, un reconocimiento muy bonito que en épocas más difíciles dices ‘ostras, pues hice este trabajo que lo hice bien’, es una cosa egocéntrica, pero es así, necesitas una palmadita en la espalda. Pero es verdad, que el premio fue para mí hacer Verano 1993 y hacer antes Incierta gloria, eso es lo que me abrió puertas a hacer pruebas, que me conocieran... pero el Goya te da una visibilidad que ayuda y me ha abierto puertas, porque la gente te ubica más, sabe más quién eres, y si te haces más visible, pues la gente piensa más en ti para más proyectos.
Luego está la cara B, y es que tener un Goya no te hace mejor actriz. Hay un factor suerte, que creo que es un 50%, y esta profesión es una noria en la que puedes estar arriba y abajo. Puedes hacer un buen trabajo y que no lo vea nadie y uno malo que lo vea todo el mundo. A mí me pasó mucho que el año de los premios me decía: ‘esto no es mi vida, y se va a acabar, y voy a volver a mi rutina’. Tienes que tener mucho los pies en el suelo y no idealizar un premio.