A Rian Johnson las masas enfurecidas le hicieron la cruz. Apuntaron su nombre en una lista y estuvieron a punto de costarle una carrera que se intuía prometedora. Tras debutar con la imaginativa Brick, en la que mezclaba el cine negro y el de institutos, divertir con Los hermanos Bloom y manejar un blockbuster inteligente en Looper, Disney le confió el Episodio VIII de Star Wars, Los últimos Jedi.
Con J.J. Abrams regalando el episodio anterior a los fans cabreados en un ejercicio de nostalgia, Johnson creyó que era el momento de que la saga volara en otras direcciones, y vaya si lo hizo. Su episodio fue original, diferente, tanto que hasta acabó con una imagen atípica dentro de la franquicia. Ya no había héroes celebrando, sino un niño dickensiano que sostenía una escoba como si fuera una espada y que mostraba que la fuerza no era cuestión de apellidos.
Demasiado iconoclasta debió parecer, ya que Disney recoló para el noveno y volvió a recurrir a Abrams, que cerrará la trilogía en menos de un mes. Eso ha dado carta blanca para que Johnson escribiera otro filme radicalmente opuesto pero en el que demuestra que él lo que quiere es subvertir los géneros, divertirse con ellos y debajo meter un mensaje que actué como leitmotiv mientras todos se entretienen.
El resultado es Puñales por la espalda, un thriller de esos que en EEUU llaman ‘whodunnit’ y cuyo interés consiste en descubrir quién es el asesino. Una versión actualizada de Los diez negritos de Agatha Christie o del mítico juego del Cluedo, que ponía en valor las habilidades como detective de los participantes al tener que descubrir al crimina yendo por las habitaciones del tablero buscando pistas hasta dar con su identidad y con el arma homicida.
Johnson coge todo eso, lo mete en su coctelera y sale un filme divertido, que le da la vuelta a las convenciones del género y que juega todo el rato con lo que el espectador espera para darle otra cosa. Aquí el investigador, un juguetón Daniel Craig, se supone que no se le escapa una, pero todo ocurre a su lado sin que se entere. El muerto, un escritor de novela de misterio con una poderosa editorial como herencia, tiene una familia en la que cada miembro es más desagradable que el anterior. Una familia con los rostros de Jamie Lee Curtis, Don Johnson o Chris Evans, todos al servicio de este divertimento de primera.
La primera parte son los clásicos interrogatorios a toda la familia y a la cuidadora emigrante, Ana de Armas demostrando que es ya una estrella de Hollywood, en la que confiaba y que todos dicen que es un miembro más de la familia. Puñales por la espalda dinamita todo al descubrir su mayor misterio cuando queda la mitad de metraje, y ante la confusión lo que llega son innumerables giros que uno no espera y que lleva a Puñales por la espalda por donde uno nunca espera.
En este Cluedo cinematográfico Johnson consigue lo más difícil, y es hablar de EEUU con un género tan poco propicio para ello como el ‘whodunnit. Y sobre todo del racismo. No como algo intrínseco a la derecha radical, sino a un país en cuyo nacimiento e historia siempre ha estado presente. Es curioso como el género, igual que hizo Get Out y está haciendo la serie Watchmen esté siendo crítica con todos. No vale con señalar al auge de la extrema derecha, sino que todo el sistema ha propiciado ese odio.
En esta familia hay miembros del alt-right, madres solteras, progres, jóvenes, hedonistas… y al final todos se creen por encima del que viene de fuera. Puñales por la espalda es una metáfora ácida y precisa de la actualidad de EEUU en clave de comedia negra y thriller. Un nuevo logro de Ryan Johnson, que demuestra que puede hacer lo que quiera sin perder su esencia.
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