España, 1992. Los juegos olímpicos de Barcelona, la expo de Sevilla. Cobi, Curro. El año que nos vendieron que España se hacía moderna. Las ciudades se transformaban, llegaban las primeras campañas del sida y todo parecía de otro color. Aquel año es fundamental en la historia reciente, y aunque siempre se nos ha pintado de color de rosa, muchos cineastas han intentado contar la cara B de aquella fecha. Lo hizo Alberto Rodríguez en Grupo 7, y este año han sido Luis López Carrasco en El año del descubrimiento y la debutante Pilar Palomero, que ha presentado este domingo su ópera prima Las niñas en el Festival de Berlín.
Un debut emocionante, honesto, que ratifica que las miradas más interesantes vienen de las mujeres de nuestro cine. Un filme que bebe de la estela de Carla Simón, Belén Funes o Celia Rico -todas ellas ayudaron a la directora en el proceso- y que pone sus ojos en las mujeres de aquella época. Ese año de modernidad en el que, sin embargo, se seguía mirando mal a una madre soltera y se señalaba con el dedo a su hija en el colegio de monjas. En las calles carteles de las primeras campañas del SIDA, y dentro de las aulas 'Padres Nuestros' y la negación de la sexualidad. Un momento de contradicción que Palomero agarra y convierte en un canto a la libertad femenina y en un nuevo retrato de las sombras heredadas de nuestro país.
La directora reconoce que Las niñas tiene “bastante de autobiográfica”, pero deja claro que Celia, su joven protagonista no es ella. “Lo autobiográfico tiene que ver con el contexto histórico, la Zaragoza del 92. Yo tenía la edad de Celia y ese contexto, el del colegio, esa sociedad, es la que yo viví, y lo he recreado a través de vivencias mías y de gente que conozco”, explica a EL ESPAÑOL. Una de las ideas del filme era poner en cuestión ese año “paradigmático”, y sobre todo ese “sentimiento de modernidad” y preguntarse si realmente había llegado “a la educación, a las escuelas y a la sociedad”.
Celia, la protagonista del filme, tiene 12 años, y llega de un pueblo a Zaragoza con su madre. Su cuerpo cambia, ella cambia, y la libertad que empieza a respirarse fuera no la encuentra en las paredes del colegio de monjas donde su madre cree que le van a dar la educación que ella no recibió. Las cuchicheos la señalan, es hija de una madre soltera, aunque durante toda su vida se le haya mentido para no ser rechazada por una sociedad hipócrita donde todavía estaba mal visto.
“He hecho un trabajo de investigación, pero es que conozco casos de compañeras mías que vivieron situaciones parecidas y había murmuros y se conjeturaba. Se vivía como un estigma ser madre soltera. Parece algo lejano pero hasta el año 87 no se cerraron las casas de acogidas para mujeres solteras embarazadas que estaban gestionados por religiosas, era para mujeres que no tenían donde ir”, explica la realizadora.
Había muchos prejuicios respecto a la sexualidad de las mujeres, así que convertirse en adolescente en ese ambiente era muy confuso
Para Pilar Palomero lo que definía aquella época era la contradicción. Por eso no ha querido juzgar a ningún personaje. Ni a esa madre soltera que miente para proteger a su hija -interpretada por Natalia de Molina- ni siquiera a las monjas que creen que esa es la mejor forma de enseñar, aunque “querer hacer lo mejor no siempre es la forma de conseguirlo”. “Yo con esa edad no era consciente de la educación, pero después de adulta he recordado esas clase de religión, porque los textos son dictados reales de mis cuadernos, y me sorprendía de que en el 92 se nos enseñaran esas cosas, pero pasaba también en la televisión, que parecía de los 50 todavía”.
Las niñas también aborda el cambio de la protagonista, que entra en la adolescencia y ve cómo cambia “física y psicológicamente” mientras “le llegan mensajes contradictorios respecto al sexo, por un lado está esa campaña de ‘póntelo, pónselo’, que era necesaria pero que se llegó a prohibir porque decían que fomentaba el sexo entre los jóvenes, y por otro todos los prejuicios que había respecto a la sexualidad de las mujeres, así que convertirse en adolescente en ese ambiente es muy confuso”.
Para encontrar a la protagonista se vio a más de 1.000 niñas hasta que encontraron a Andrea Fandós, un proceso “precioso e intenso” de búsqueda y luego de trabajo, ya que casi todo se basó en improvisaciones con las jóvenes actrices, a las que les explicaban el contexto e incluso expresiones del 92 para que luego supieran reaccionar durante el rodaje
Las niñas irá también, como ya hizo Verano 1993, al Festival de Málaga, donde tendrá que demostrar si sigue la senda de Carla Simón o Elena Trapé, recientes ganadoras de la Biznaga de Oro, y parte de esa generación de la que la propia Pilar Palomero ya forma. Un “momento muy emocionante” que ahora tiene que consolidarse, para que todas ellas solidifiquen esa nueva voz del cine español que tanta falta hacía.