Hace unas meses una tos era un sonido más. Uno de tantos con los que se conviven en grandes ciudades de todo el mundo. Nadie prestaba ninguna atención a que alguien tosiera, pero las cosas han cambiado. La llegada del coronavirus y la alarma social y sanitaria que han provocado ha hecho que el mundo se ponga en alerta. Seguramente la gente no sepa cómo se contagia ni cuáles son realmente sus características, pero todos han leído alguna noticia alarmista que les ha hecho tener miedo, y ahora una tos es una alarma de que algo no va bien.
El mundo se ha dividido en dos. Los que mantienen la calma ante los nuevos datos de contagiados y las noticias sensacionalistas y los que se rinden y entran en pánico. La gente porta mascarillas por las calles, viaja acompañado de geles desinfectantes e incluso evitan grandes concentraciones para evitar el contacto con los demás. Grandes eventos se han cancelado, hay rodajes y estrenos de cine que se han cancelado y museos como el Louvre han preferido cerrar como precaución.
Un escenario que parece de película, y que en efecto lo es, ya que todo lo que estamos viviendo en las últimas semanas lo anticipó la película Contagio, dirigida por Steven Soderbergh y escrita por Scott Z. Burns. El filme se estrenó en 2011 y contaba el desarrollo rápido de un virus del que no se tenía conocimiento y que creaba una situación de absoluta emergencia. La protagonizaba un reparto en el que estaban Gwyneth Paltrow como la paciente cero, Matt Damon, Lawrence Fishburne, Kate Winslet o Marion Cotillard entre otros.
Lo curioso del filme es que su coincidencia no se queda sólo en la excusa argumental, sino que anticipó términos y situaciones que ahora estamos viendo. La gente con las mascarillas, los hospitales en China, las ruedas de prensa explicando términos que hasta ahora no habíamos escuchados… hasta datos que hacen que el filme parezca una profecía, bastante pesimista, de lo que está por venir.
Por ejemplo, el origen del virus. Contagio también lo sitúa en China, pero en vez de en Wuhan en Hong Kong, y también en el mercado de animales. Por si fuera poca casualidad, el que origina todo es un murciélago, que dejaba caer un trozo de plátano infectado de su boca, lo comía un cerdo y este acababa en un restaurante chino, donde el cocinero estrecha la mano de Gwyneth Paltrow, convirtiéndola en la primera infectada del filme y de la pandemia global. En el caso real también fue un murciélago, pero se cree que fue un excremento con le virus lo que cayó en una planta que fue ingerida por un pangolín, que de alguna forma, seguramente en un mercado de animales, acabe contagiando a un humano.
Según un comunicado del Ministerio de Sanidad español, la vía de transmisión del coronavirus es “a través de las secreciones de personas infectadas, principalmente por contacto directo con gotas respiratorias de más de 5 micras (capaces de transmitirse a distancias de hasta 2 metros) y las manos o los fómites contaminados con estas secreciones seguido del contacto con la mucosa de la boca, nariz u ojos “. La misma forma de contagio está en el filme de Soderbergh, que además hablaba de ese término, ‘fómites’ mucho antes del coronovairus.
Lo explicaba el personaje de Kate Winslet cuando contaba por qué se extendía a tanta velocidad: “Una persona se toca la cara entre 2.000 o 3.000 veces al día, y entre medias tocamos pomos, grifos, el botón del ascensor y a otras personas que se convierten en fómites”. Es decir, cualquier objeto que al ser contaminado con el virus puede contagiárselo a otro ser vivo. Si bien es cierto que en el filme esta cepa era mucho más agresiva y peligrosa, sí que mostraba unos patrones muy similares, y muchas escenas que predecían lo que se viviría casi diez años después.
Uno de los hallazgos de la película, que en su momento no parecía tan actual como ahora, es su tratamiento de las noticias y cómo el sensacionalismo puede crear más alarma de la que ya de por sí crea el virus. En Contagio el personaje al que da vida Jude Law publica desde su blog todo tipo de teorías conspiratorias y extiende el pánico y la desinformación -hasta les hace creer que existe una vacuna que el gobierno no quiere dar que no es más que un producto homeopático- a pesar de que él crea que lo que hace se llama ‘periodismo’. Un filme que se adelantó a sus tiempos, y que ahora queda como un análisis de cómo nos comportamos en momentos de crisis.