Las memorias de Woody Allen son el chismorreo del momento en Hollywood. Después de que su editorial cediera a las presiones y decidiera no publicarlas, el director atajó el problema y cambió de empresa sacándolas a la venta de forma sorpresa. Apropos of nothing -que aquí publicará la editorial Alianza- es un recorrido por toda la vida del realizador, incluidos los momentos más polémicos. Lo primero que se supo de él, una vez publicado, es que afrontaba de frente las acusaciones de abuso a su hija Dylan Farrow y volvía a clamar por su inocencia: “nunca le puse un dedo encima”.
“Nunca le hice nada que pudiera interpretarse erróneamente como abusar de ella; fue una fabricación total de principio a fin", continúa y admite haber colocado su cabeza en el regazo de Dylan durante una visita en agosto de 1992 a la casa de Farrow en Connecticut pero sostiene que no hizo nada inapropiado. "Estaba en una habitación llena de gente mirando la televisión", explica. Asimismo, se compara con otros artistas como Henry Miller o James Joyce que, debido a diferentes injusticias, se vieron obligados a buscar su público lejos de su país.
En su momento Allen fue declarado "no culpable" de cargos de abuso ya que el caso nunca fue a juicio ya que las pruebas presentadas por el examen médico no eran concluyentes y el caso se cerró, pero la sombra de la sospecha siempre le ha perseguido. Volvieron con más fuerza con el nacimiento del Me Too y el realizador sufrió una campaña de ataques que hicieron que Amazon incumpliera el contrato para producirle sus próximos filmes y guardara Día de lluvia en Nueva York.
Los actores del filme, además, renegaron del director y algunos como Rebecca Hall (que ya había trabajado con el en otras ocasiones) y Timothée Chalamet, renunciaron a su sueldo y lo donaron a asociaciones en favor de las víctimas de abuso. Para el joven intérprete, Woody Allen tiene unas palabras en sus memorias, un zasca en toda regla en las que le acusa de ‘venderle’ por ampliar sus opciones de ganar un Oscar: “Los tres protagonistas son actores excelentes y fue un placer trabajar con ellos. Pero Timothée después anunció públicamente que se arrepentía de haber trabajado conmigo y que iba a donar todo su dinero, pero antes le juró a mi hermana que sólo lo hacía porque estaba nominado al Oscar y su agente pensaba que si renegaba de mí tendría más posibilidades de ganar”, asegura Allen.
Una nueva polémica en sus memorias que todavía no ha tenido respuesta de Chalamet ni de ninguno de los actores de los que habla. De momento, Día de lluvia en Nueva York sigue sin estrenarse en EEUU, y su nuevo filme Rifkin’s Festival ha sido producido por Mediapro y rodado en España, confirmando que Europa se ha convertido en su refugio creativo.