Ha llegado la nueva normalidad, y todos los sectores tienen que empezar a andar de nuevo. Con distancia y mascarillas, pero deben retomar el paso para reactivar la economía. Las salas de cine han abierto de nuevo, y ahora esperan estrenos atractivos para la gente. Para que esa rueda del mercado del cine no pare los rodajes deben volver también. No es fácil. Mientras que algunas series diarias han adaptado hasta sus tramas para minimizar riesgos -además de incorporar estrictas medidas-, películas como la esperadísima Alcarrás, de Carla Simón, ha tenido que retrasar un año su rodaje.
El filme de la director de Verano 1993 se rodaba este verano, y por su trama coral y el estilo de su directora, se debía juntar un elenco de jóvenes, actores mayores y el equipo en una finca en Girona. Rodarla ahora suponía renunciar a la visión de una historia personal, y desde la productora han preferido aparcar la segunda obra de una de nuestras realizadoras más prometedoras. La realidad para nuestra industria no es tan fácil. Las grandes producciones tienen que ver las medidas, los protocolos y cómo hacer todo sin sacrificar el proyecto. Todo esto tiene un apartado al que pocos están mirando: el encarecimiento de los rodajes. La vuelta al ruedo de las películas está siendo en torno a un 10% más caro, una cantidad que para filmes pequeños supone un esfuerzo ingente.
“Depende mucho del tipo de producción, pero el encarecimiento oscila entre un 5% y un 10% por estas medidas. Los largometrajes con ayudas públicas se ha permitido, algo coherente, que estos sobrecostes sean reconocidos a efecto de subvención, pero las películas por encargo toca renegociar, porque tú tenías un presupuesto del que no te puedes salir. Las circunstancias son tantas como rodajes y a veces hay partidas previstas para imprevistos y otras el presupuesto no lo contemplaba. Todo el mundo está trabajando en esto y en cómo evitar que estos sobrecostes signifique que haya que suprimir cosas. Teníamos una carrerilla buenisima de rodajes de fuera y del sector y hay que poner el foco en eso”, cuenta a EL ESPAÑOL Mabel Klimt, socio de Elzaburu - firma especializada en propiedad industrial e intelectual y tecnologías de la información- y presidenta de DENAE -asociación española de derecho del entretenimiento-, que ha elaborado un documento con las medidas preventivas recomendadas para llevar a cabo cualquier producción audiovisual.
Para Klimt, que trabajó como Secretaria General de la Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales Españoles, el problema de los nuevos rodajes pasa por el gran número de protocolos y por los seguros, que nunca cubrirán un nuevo brote o el parón por coronavirus. “La realidad es que estamos en un momento plurinormativo bastante evidente, y todo el mundo lo hace por querer ayudar y ha estado buscando normas. Lo suyo sería el protocolo del ministerio de sanidad, pero es muy genérico. El ICAA ha dictado también una guíaa de buenas prácticas en el que han participado muchas asociaciones, la fundacion Secuoya o la gente de publicidad han sacado su normativa propia... pero no es vinculante, y los sindicatos ya han pedido convocar al comité de salud laboral dentro del convenio colectivo, y todos con la misma motivación: dar más seguridad”, apunta.
“El problema, además de la plurinormatividad, es que todo esto es bastanye cambiante y es muy complejo para un rodaje, que además es algo dinámico y donde hay muchas circunstancias, y regularlo de una forma minuciosa, que es lo que se requiere, es complejo. Ahora hay un problema de fondo, que es de tema de responsabilidad, y es que no hay ningún seguro que cubra eso, y si no hay seguro que te cubra tienes que minimizar la responsabilidad hasta el mínimo, porque nadie quiere que nadie se enferme”, añade.
Los largometrajes con ayudas públicas se ha permitido, algo coherente, que estos sobrecostes sean reconocidos a efecto de subvención
De momento las compañías no mueven ficha, ya que en caso de pandemia se considera caso de fuera mayor y eso no lo cubre ningún seguro, pero Klimt cree que podría haber soluciones intermedias, como “establecer algún escenario particular que diera cierta cobertura o que haya circunstancias concretas que más allá de la pandemia quedaran cubiertas con los seguros” algo que cree que será “uno de los temas de conversación en la nueva normalidad”. Como ejemplo siempre Francia, donde ya ha habido “alguna sentencia en la que un juez ha obligado a la compañía de seguros a proteger con el seguro vigente”.
Este encarecimiento perjudica a las productoras pequeñas, y esto lleva a un “debate sobre cómo hacerlo para que todos, también los pequeños tengan cobertura, porque esto no es algo voluntario, sino que hay que hacerlo sí o sí. Es que para afrontar un rodaje no puedes prescindir de las medidas, hay sanciones penales. Tendrán que replantear el rodaje al completo para reducir otros costes, ver si había menores o no... cuestiones delicadas donde hay que volver a dar la vuelta al tema”.
Los más preocupados son los actores, porque como recuerda Klimt, son los que “tienen que asumir la decisión de trabajar sin medidas de protección, o decidir hacer una minicuarentena o una cuarentena en estado pleno, y además hay gente que pertenece a grupos de riesgo, hay menores… es un tema para el que ninguna de las normativas tiene la solución, porque por más que hagas test, eso sólo acredita que sigues sin estar infectado, pero no es una garantía de que no te puedes contagiar ni es un certificado de inmunidad, y ahí está la preocupación mayor, además de que en cada rodaje hay una serie de casuísticas inmensas”. Un futuro incierto que se irá resolviendo poco a poco, entre medidas de seguridad y con ganas de reactivar un sector que empezaba a ver la luz al final del túnel.
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