Había dos favoritas. Las dos habían llegado en el último momento, como compitiendo en la 'foto finish' por ver quien conquistaba al jurado de una edición rara, atípica y con una sección oficial irregular y sin estrellas de Hollywood. La mexicana Nueva Orden, de Michel Franco, y Nomadland, de Chloé Zhao se pelearon en las quinielas hasta el último minuto, y el jurado confirmó esa pelea. Finalmente el León de Oro fue para Zhao, que se convierte en la quinta mujer que gana el premio tras Mira Nair, Sofía Coppola, Margarethe von Trotta y Agnès Varda.
Caso curioso el de Nomadland, una película que iba a competir en Telluride, y que finalmente se proyectó a la vez en los certámenes de Toronto y Venecia, donde se ha llevado el gran premio. Ni la directora ni su protagonista, Frances McDormand, estuvieron en el Lido, pero entraron por videoconferencia en las ruedas de prensa y en la ceremonia de clausura. Nomadland es una producción de Fox que tras su compra ha pasado a manos de Disney, que tiene en su poder, y de rebote, una de las grandes favoritas al Oscar de este año. En un curso donde Hollywood no ha visitado el festival, y donde Disney ha traicionado a los cines quitando Mulan de las salas, el León de Oro ha acabado en su vitrina. Irónico y desconcertante, metáfora perfecta de una industria patas arriba
El segundo premio, el Gran Premio del Jurado, fue para el mexicano por esa distopía brutal en la que los indígenas, los pobres, y los marginados de una sociedad tan polarizada cono la mexicana, se rebelan de forma violenta contra los privilegiados. Una obra que muchos han comparado con Joker o Parásitos y que es un puñetazo en el estómago del espectador, que ve en sus imágenes michas reminiscencias de lo que ocurre en todo el mundo, un paralelismo que Franco escurría en la rueda de prensa, pero que reconocía al recoger nervioso su premio.
El premio a la Mejor actriz estaba casi cantado desde antes de empezar el festival. La actriz Vanessa Kirby, conocida por dar vida a la Princesa Margarita en la serie The Crown, llegaba como la gran estrella de la edición gracias a dos películas: Pieces of a woman y The world to come. En la primera daba una interpretación contundente en una película en la que había entrado como productor Martin Scorsese pocos días antes de presentarse en la Biennale. Tras ver el filme toda la crítica coincidió en que su retrato del dolor de una madre que pierde un bebé en un parto doméstico era digno del reconocimiento. La mostra continúa su tendencia a premiar a actrices y actores de Hollywood. Este año destacan a Kirby en una edición marcada por los grandes papeles femeninos, y los pocos destacables masculinos.
En ese contexto se llevó la Copa Volpi al Mejor actor al italiano Pierfrancesco Favino, productor y estrella de Padrenostro, una de las películas italianas a competición. El premio a Favino suena casi a compensación tras haber estado el año pasado en una de las mejores películas del curso, El traidor, y ver cómo perdía casi todos los galardones posibles frente a Antonio Banderas: primero en Cannes, y luego en los premios del cine europeo. Un reconocimiento a una de las grandes estrellas del cine italiano.
El jurado destinó su Premio Especial al veterano Andrei Konchalovsky, que presentó una de las películas más contundentes de la sección oficial, Queridos camaradas, sobre una huelga obrera en la unión soviética que terminó en masacre y que fue escondida durante años por el poder. El ruso ya había ganado aquí el premio al mejor director en 2014, pero se le resiste el León de Oro. Otro de los que estaba en la lista de preferidos de la crítica, el filme indio El discípulo, se conformó con el premio al Mejor guion. Una película apadrinada por Alfonso Cuarón que radiografía el fracaso y el ansia de éxito de una generación pero desde el marco de la música tradicional india. Por su parte, el premio al mejor director fue para Kiroshi Kurosawa, por su historia de espías Wife of a spy.
Entre las favoritas que se quedaron fuera destacan tres, Notturno, el emocionante y poético documental sobre las fronteras de países en guerra en Oriente Medio de Gianfranco Rosi. Puede que el León de Oro que ganó por Sacro Gra haya pesado en su contra, pero es injusto no verla en el palmarés, igual que no ver a la iraní Sun Children excepto por esa mención a su actor joven, Rouhollah Zamani, que se llevó el premio Marcello Mastroianni. Tampoco Quo Vadis, Aida?, la visión de la matanza de Srebrenica de Jasmila Zbanic enamoró al jurado, ya que se fue de vacío.
Venecia ha sobrevivido a la pandemia, a la ausencia de Netflix y de las grandes estrellas, y sin embargo se las ha apañado para ser relevante, incluso para dar el premio a una película de la que todo el mundo hablará en los próximos meses. Un buen golpe maestro para la Biennale, que habrá que ver qué camino sigue el año que viene cuando la situación se haya calmado, apostar por los autores, o volver a arrodillarse a las estrellas.