Los que tenemos la suerte de venir al Festival de Cine de San Sebastián desde hace mucho, siempre lanzábamos la misma pregunta a la salida de muchas proyecciones: “¿ese de ahí no es el de Vetusta Morla?”. Daba igual que fuera el pase de las 8 de la mañana o el de las 19 de la tarde. Año tras año aparecía ese ‘clon’ de Pucho, el cantante de la banda que revolucionó el indie español. Iba solo. Salía sin hacer ruido. Si no era él se le parecía mucho. Poco a poco se fue desvelando el misterio. Sí, era Pucho. El líder del grupo es un cinéfilo empedernido. No de los de mentira que ven dos películas de Bergman para presumir, de esos que conocen al director iraní que triunfa en Karlovy Vary.
Cada edición del Zinemaldia se venía a ver películas, como un festivalero más, y ahora el propio certamen se lo ha agradecido haciéndole un hueco en el jurado oficial de la sección Zabaltegui. El músico cinéfilo convertido en juez y uno de los que decidirán quién sale coronado. Una labor que no tenía cuando venía por su cuenta. En una charla con EL ESPAÑOL, Pucho confirma que sí, que ese que veíamos pasar era él, y que venía y tenía “una vida de friki total”. “Era de los de hacerme la parrilla en casa y conectarme el domingo para conseguir las entradas. De hecho, a veces, me ha pillado en aeropuertos y me ha tocado ponerme en un rincón a sacar las entradas para no quedarme sin ellas”, dice riendo.
Hasta cuando tenía gira se las apañaba para venir a San Sebastián. Aunque aclara que nunca ha movido un concierto para poder acudir. “A ver, como todo está tan reprogramado, y normalmente con el grupo giramos en fin de semana, pues los años que he tenido concierto durante el festival, siempre he venido los días entre semana. Me cojo un tren desde donde esté y vengo hasta el siguiente concierto. Siempre, como mínimo vengo cinco días. De hecho, este es el primer año que estoy todo el festival completo”.
Pero su pasión cinéfila viene de mucho antes, desde que era pequeño. “Mis padres me llevaban mucho al cine y haciendo memoria sí que yo he tenido siempre un impulso, una curiosidad por el cine. Siempre he ido un poco a mi bola, y me iba al cine y desde muy pequeño. Recuerdo que pasábamos las Navidades en el Barrio del Pilar y nos íbamos a La Vaguada, a los multicines. Me acuerdo de coger a mis primos y ver la peli comercial de las Navidades. Luego en el cine de Tres Cantos, que hubo un cine al principio, y cuando me aburría decía, me voy a ver la peli que haya en el cine. Luego ya empecé a ver pelis más independientes y a veces si mis amigos no querían venir, así que cogía el autobús y me iba a Madrid a verlas a los Renoir de Cuatro Caminos, que ya no existen tampoco. Ha sido siempre como una cuestión muy mía, un impulso de conocer y curiosear”, recuerda.
Le gusta todo tipo de cine, y aunque se decante por lo más autoral “también me gusta el cine que no pierde el carácter popular y de entretenimiento”. Lo último que le ha sorprendido tiene nombre de maestro y de veterano. “La última de Godard, El libro de imágenes, me dejó loco. Y este año me ha gustado mucho Bacurau, que es una rareza tremenda, un artefacto de imágenes y que tiene algo ahí que me gusta mucho. Pero las películas que me gustan vienen de muchos sitios”. Por eso quizás no se está limitando a ver las obras de su sección, sino que está haciendo un intensivo en el que ya han caído “la de Vinterberg, Druk; el documental de The Pogues de Julian Temple; Verano 1985, de Ozon... Un poco de todo...”. Algo más que un poco, ya que desde el Festival “alucinaron un poco cuando pedí entradas y les tuve que decir que tranquilos, que es mi ritmo de ver pelis”.
Los años que he tenido concierto durante el festival, siempre he venido los días entre semana. Me cojo un tren desde donde esté y vengo hasta el siguiente concierto
No quiere actuar como un jurado al uso, y pasa de ir con la libreta y el boli a las proyecciones. “Tomo notas, pero por la noche, no en la proyección. Al final del día hago un repaso de lo que he visto y me apunto algunas notas. Durante la sesión, yo creo que al final es como cualquier obra, primero tiene que llegar y que impactarte y luego ya iremos viendo para seguir desarrollando en la crítica. Pero primero me tiene que emocionar”. Entre los directores que compiten en esa sección está Juan Cavestany, que les dirigió en la película de La deriva, porque el propio pucho quiso ofrecérselo tras disfrutar con Gente en sitios, igual que Vigalondo dirigió el de Te lo digo a ti. “Mi cinefilia hizo que cuando en la banda ya teníamos medios, pues me pusiera a buscar directores de cine para los videoclips y apostar por hacer algo cinematográfico”, apunta.
Ahora le ha tocado vivir el festival desde el otro lado, en una edición rara y diferente en la que dejará su huella no como espectador, sino como el jurado que llegó de una banda de música y demostró ser más cinéfilo que muchos de los que pisan la alfombra roja.