La historia del arte está llena de creadores olvidados. De personas que prefirieron no doblegarse a las normas de una industria que pide demasiado a cambio de una fama que muchas veces es efímera y caprichosa. Los que se resisten a pasar por el aro suelen ser expulsados. Ni siquiera se les da la oportunidad. Por eso hay que reivindicar la figura de todos esos artistas que no consiguieron la relevancia que merecían por haber decidido ser más libres y felices.
Es el caso del poeta y escritor zamorano Tomás Salvador, fallecido el año pasado y una figura desconocida para el gran público. Pero ahora, un documental quiere reivindicar la talla literaria de alguien que vivía a su ritmo, con sus normas y con la amabilidad por bandera. Para él lo más importante era ser buena persona, como destaca su hijo en El tiempo robado. Tomás Salvador González, el filme que ha pasado por la Seminci de Valladolid y que ha dirigido su amigo Juan Carlos Rivas, redactor de Días de Cine y ahora director de este homenaje que aspira a que más personas descubran a un autor diferente y único.
Rivas reconoce de forma honesta que este trabajo quiere “difundir su figura y su obra”. Él se hizo amigo del poeta en los últimos diez años de su vida, y tuvieron una amistad en la que el cine fue uno de los motores principales, porque Salvador era un cinéfilo empedernido, como recuerdan sus amigos en el documental, que destacan que dedicó poemas a files como Apocalypse Now, y que siempre hablaba de esa obra maestra que es Andrei Rublev, de Tarkovski. Con este trabajo quiere hacer un “homenaje a este hombre, muy entrañable en lo humano y más grande en lo literario”.
El tiempo robado recuerda poemas del autor con la voz de Javier Gutiérrez, pero da voz sobre todo a aquellos que le conocieron y que coinciden en destacar el aspecto humano, algo difícil en tiempos cínicos en los que “si se quiere ascender es necesario decir o hacer cosas con las que no estás de acuerdo, y eso estaba alejado de su forma de ser, no estaba dispuesto a pasar por esos aros”. “Era un hombre de otro tiempo que no es el nuestro, y no por cosas como que escribiera siempre a mano, o porque no tuviera teléfono móvil porque no le gustaba la esclavitud a la que nos somete la tecnología moderna. No casaba con los modos que se estilan en el tiempo actual y con valores como el del triunfo”, cuenta su amigo a este periódico.
Gustavo Martín Garzo, Luis Marigómez, Miguel Casado, Esperanza Ortega, Tomás Sánchez Santiago, Ildefonso Rodríguez y Olvido García Valdés… todos ellos hablan a cámara, y lo difícil para el director fue “quitar tantos elogios, porque la opinión de todos era tan unánime que parecía algo laudatorio y no quería que fueran sólo elogios, aunque fueran sinceros”. De las pocas cosas malas que se dicen es que era “desesperadamente lento”. Para todo. Para hablar, y para escribir. De hecho, sólo terminó una novela en toda su vida, El territorio del mastín.
El que discurre por caminos no señalados lo tiene más difícil, pero si además no tiene gran ambición de llegar a triunfar ni de sacrificar cosas es todavía más complicado
Tomás Salvador pagó el precio de quien se sale de los cánones. Pero no sólo fue eso: “El que discurre por caminos no señalados lo tiene más difícil, pero si además no tiene gran ambición de llegar a triunfar ni de sacrificar cosas es todavía más complicado, y este fue su caso. Él no quería renunciar a un modo de vida que no pasa por estar en determinados círculos, o determinadas tentaciones. Él era humilde y sencillo”.
El documental también incide en su faceta política como líder estudiantil en el franquismo, y es que como destaca el director, “como buena persona, que era la virtud que más apreciaba en la gente, él era muy solidario, y como persona buena y solidaria, pues él estuvo junto a los que luchaban contra la dictadura y fue muy activo en esa lucha”. No es que dejara su activismo, “pero esa energía que en la juventud dedicó a la lucha fue derivando hacia la escritura y la literatura, pero nunca abandonó su visión del mundo, y eso lo mantuvo hasta el final”.
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