Hacía más de diez años que no veíamos a Sophia Loren en acción. Aunque entre medias realizó un corto y una película para televisión, fue en 2009 cuando los espectadores de todo el mundo la pudimos ver en Nine, el musical de Rob Marshall basado en la mítica Ocho y medio de Fellini. Un guiño del director al origen italiano del filme original. Loren salía cinco minutos en escena. Lo suficiente para que el mundo se parara cuando aparecía. Su magnetismo seguía intacto. La Loren seguía siendo esa fuerza de la naturaleza que conquistó todo el mundo y que se convirtió en la primera mujer en ganar el Oscar a la Mejor actriz en un papel que no fuera en inglés.
Parecía que, con sus 86 años, la leyenda del cine había decidido retirarse y descansar. Sólo la habíamos visto en actos como el Oscar honorífico a Lina Wertmüller, el año pasado, donde visiblemente nerviosa le entregó el premio a la primera mujer directora en ser nominada y una de las personas que más apostó por Loren en su carrera. Pero era sólo un pequeño parón, esperando a que llegara un papel con el que regresar por la puerta grande. Quienes han logrado este regreso han sido su hijo y Edoardo Ponte y Netflix, que han producido La vida por delante, una adaptación de la novela del mismo nombre de Romain Gary, en la que ella es la estrella absoluta.
En la película, que se estrena en la plataforma el 13 de noviembre, la actriz da vida a Madame Rosa, una superviviente del holocausto que sobrevive en Bari, en la costa italiana, y que acoge a niños inmigrantes en su casa. La llegada de Momo, un niño senegalés, cambiará su vida. Una interpretación conmovedora por la que muchos piden una nueva nominación al Oscar, con la que haría historia: sería la más veterana en optar al premio. De momento, Netflix y el American Film Institute organizaron un acto virtual en el que la actriz apareció junto a su hijo en un coloquio conducido por Isabella Rossellini.
EL ESPAÑOL pudo acudir al acto virtual, en el que Loren no soltó la mano de su hijo y habló de este papel, de su carrera...y de su futuro, que lo ve lleno de papeles. “Sí, no creo que vaya a parar. Lo haré siempre. Trabajaré todo lo que pueda, claro que sí"”, dijo con toda seguridad y en inglés. Ponte dijo que con este papel quería regalar una nueva versión de su madre como actriz."Quería que hiciese cosas que nunca hubiera hecho, espontáneas. Creo que el resultado es que vemos una Sophia Loren familiar, con esa autenticidad y vitalidad que siempre tiene, pero con cosas nunca, más profundas de su experiencia en la vida".
Su personaje es una mujer rosa, curtida en un siglo XX que ha dejado su huella en su cuerpo y en su mente. Algo que tiene que ver con su propia experiencia. Sophia Loren vivió junto a su madre la Segunda Guerra Mundial, y siempre dice que ella es “mi gran ídolo, siempre he intentado ser como mi madre, era una mujer fuere e increíble”. En este encuentro habló de sus recuerdos junto a ella en aquella guerra. “Cuando era pequeña, en la guerra, mi madre estaba en casa conmigo y con mi abuela, y vivimos todo tipo de desastres. Ella estaba en contra de entrar en la guerra y, aunque estuviera asustada, siempre estaba con nosotras, durante las bombas, durante la guerra, todas las noches jugábamos y olvidábamos la guerra. No era una vida agradable, pero cuando eres niño, cada caricia, cada sonrisa que te dan, te hace feliz, incluso en medio de una guerra", explicó.
Cuando De Sica me vio, yo tenía 17 años, me preguntó si había ido a la escuela. Le dije que no, porque la guerra nos había tratado fatal. No sabía ni escribir. ¡Y se puso contento!
Repasar la vida de Sophia Loren es pasear por la historia del cine, especialmente la del italiano, con ese neorrealismo que marcó una época y en la que ella nació como actriz. Fue Vittorio de Sica quien la descubrió. Ella le consideraba “un dios”, y fue quien la aupó a los altares del séptimo arte. "A De Sica le gustaba trabajar con actores no profesionales, porque en realidad lo que no le gustaba era los malos actores. Cuando me vio, yo tenía 17 años, me preguntó si había ido a la escuela. Le dije que no, porque la guerra nos había tratado fatal. No sabía ni escribir. ¡Y se puso contento! Me dijo, vamos a empezar a rodar mañana, te mandaremos el guion y puedes inventarte y decir lo que quieras, eres bella, eres una chica de la calle, no pasa nada. Ese fue mi primer encuentro con De Sica", contaba la actriz sobre su debut en El oro de Nápoles, en 1954.
Firmó su primer papel sin saber escribir, y cambió su vida. "Cuando tuve que firmar el contrato, no me lo creía. Fue un momento increíble, mi primer encuentro con Vittorio de Sica, fue el encuentro de mi vida. Siempre tan agradable, hicimos tantas cosas, siempre tan feliz cuando él me daba la enhorabuena. Las mejores cosas que he hecho en el cine han sido con él", dijo emocionada en el encuentro en el que demostró que su belleza y su energía siguen inalterables.