Mucho antes de que Fernando Aramburu escribiera Patria, y por supuesto muchísimo antes de que llegara la serie, un director español se atrevió a hablar de la banda terrorista y de las heridas de sus crímenes en la sociedad vasca y del resto del país. Se trata de Imanol Uribe, cineasta fundamental gracias a obras como La muerte de Mikel o Días contados. Él se atrevió a mirar al terrorismo de frente, y realizó un cine valiente, comprometido, que habría debate y generaba discusión.
En 2021 se van a cumplir seis años sin que Uribe dirija una película, algo que no se debería permitir nuestra industria. El cine de Uribe es ese tipo de película de tamaño medio que el modelo actual parece castigar. A pesar de todo, y con una pandemia en medio, el cineasta ha logrado levantar un proyecto perseguido durante muchos años. Se llama La mirada de Lucía, y cuenta la historia real de la única testigo de la matanza de los jesuitas en El Salvador en la que fue asesinado el sacerdote y teólogo de la liberación, Ignacio Ellacuría en 1989. Un rodaje que le llevó a El Salvador, donde nació, uno de los motivos que mueven este filme. “Mi padre era muy aventurero y se fue a El Salvador a montar un negocio y nací allí, estudié allí con los Jesuitas, y luego me fui interno a Tudela”, contaba el director a este medio a punto de embarcar para retomar el rodaje en aquel país.
Una película en donde vuelve a mezclar lo político, lo social y una historia de personajes, y que además enlaza con nuestro presente, ya que el pasado mes de septiembre el excoronel y exviceministro de Seguridad Pública de El Salvador, Inocencio Montano, uno de los militares salvadoreños implicados en el crimen, extraditado a nuestro país por EEUU hace tres años, resultó condenado a 133 años y 4 meses de cárcel por el asesinato de los jesuitas españoles aquella noche. Además, el rodaje ha coincidido con la anulación, por parte de la Sala de lo Penal de la Corte Suprema de Justicia de El Salvador, del proceso penal contra los supuestos autores intelectuales, declarando la nulidad del mismo y reafirmando los sobreseimientos definitivos de los allí imputados.
Aquel asesinato le tocó de cerca, y recuerda perfectamente “aquel 16 de noviembre de 1989 que para mú fue como el 11S, una cosa terrible”. Una historia en la que lleva cuatro años trabajando y en la que ha investigado con el guionista Daniel Cebrián. Para ello han visto a los que vivieron en primera persona aquella masacre, como el padre Tojeira, al que da vida Carmelo Gómez, y a la única testigo, Lucía -que en la ficción interpretará Juana Acosta-, que como cuenta Uribe “no ha podido regresar a El Salvador porque aquello le cambió la vida para siempre”.
El director español quedó fascinado por la labor de aquellos “filósofos” que se opusieron tanto a la guerrilla como a la dictadura militar en el país, y tiene su “interpretación personal” sobre su asesinato. “Él estaba intentando que acabara aquella Guerra Civil cruenta que llevaba diez años, y creo que su muerte se debe a que había muchos intereses porque aquella guerra no acabara. Era un intermediario muy importante y eso le costó la vida”, apunta el cineasta. Costó levantar el proyecto, y cuando parecía que se levantaba el rodaje llegó el confinamiento, pero finalmente el momento llegó, y Uribe lo define “como un orgasmo”. Llevaba demasiado tiempo sin trabajar, y para él “estar sin rodar es un drama”.
Él estaba intentando que acabara aquella Guerra Civil cruenta que llevaba diez años, y creo que su muerte se debe a que había muchos intereses porque aquella guerra no acabara
En este momento de auge de las series, Imanol Uribe recooce que hace un par de años empezó a mover un proyecto “en Cuba”, pero también que “ahora mismo no creo que aguantara una serie entera”. “Los rodajes son muy intensos. Una película ya son seis siete semanas muy potentes, y las disfruto y las vivo, pero lo que sé de las series, es que son jornadas largas, muy seguidas y a otro ritmo, y creo que no me satisface”, dice con sinceridad.
La curiosidad es enorme por saber si el gran cronista de ETA ha visto la serie que ha llevado el terrorismo a la ficción televisiva, Patria: “Vi el primer episodio, y no porque no quiera ver más, sino porque ya estaba en harina con el rodaje y cuando me meto no me gusta ver cosas, manías de director. Si queréis una opinión… Yo tengo un handicap, y es que yo he vivido aquellos momentos, y los referentes anímicos y personales de cada uno son muy difíciles de retratar. Es un trabajo muy digno y me parece genial que se hable del tema”.
¿Era más difícil hacer entonces una serie sobre el terrorismo con ETA matando o ahora? Uribe no tiene una respuesta clara, y cree que cada momento tenía sus complicaciones. “La razón te dice que la perspectiva del tiempo te da amplitud de miras, y que te pones por encima de las circunstancias, pero es que esas circunstancias y los sientimientos son tan importantes… A cada uno le tocó en un momento y a mí me tocó en aquel, y mis obras tendrán los vicios y defectos de esa cercanía, pero también veo que la distancia y todo lo que ha pasado, con posicionamientos políticos que han cambiado, influye en la visión de ahora, así que no sé. Son dos maneras de afrontar un hecho”, zanja.