El fin de semana del 25 al 27 de enero de 2020 los cines españoles racaudaron 7,5 millones de euros. No fue una cifra escandalosa, simplemente una más. Más de un millón de entradas vendida en los tres días de ocio en los que la familia sale a disfrutar de una buena película. Pocos imaginaban lo que ocurriría poco después. La llegada de una pandemia mundial, el confinamiento y la agonía de unas salas de cine que tuvieron que bajar la persiana y la han abierto sin saber bien lo que viene. De hecho, muchas ya están volviendo a bajarla.
Para poner en contexto, el fin de semana del 22 al 24 de enero de este año se recaudaron 700.000 euros y se vendieron 100.000 entradas. Lo que hace un año recaudaba sola la cuarta película del ránking, la española Malasaña 32, ahora es la suma de todos los filmes que uno encuentra en cartelera. Un secarral provocado por varios factores. El principal es la falta de estrenos. Nadie quiere arriesgarse a llevar su película a los cines con una tercera ola que ya presenta peores datos que la primera.
No nos engañemos, tampoco lo hicieron en la segunda. Excepto Santiago Segura con Padre no hay más que uno 2 y Christopher Nolan con Tenet, ninguna apuesta de peso llegó a las salas. Ambas funcionaron bien. La primera vendió más de dos millones de entradas, la segunda más de uno. No fue suficiente para que el resto se animaran. Si en verano o en septiembre, con la pandemia más controlada, no hubo estrenos, ni que decir tiene que en esta tercera con las secuelas de las navidades palpándose en las cifras es una utopía.
La rutina actual de un periodista es mirar en el correo todos los estrenos que se retrasan cada semana. La situación es insostenible, y ya no sólo son las grandes producciones las que han retrasado su fecha, nadie quiere estrenar ahora y prefieren esperar a que todo pase. El 29 de enero se estrenan cinco películas, ninguna tiene una gran distribuidora detrás y llegarán sin que nadie se entere y harán unas cifras que hace un año eran impensables.
Hollywood ni está ni se le espera. Hasta que la situación no se normalice no habrá estrenos, y James Bond, que llegaba en abril, ha vuelto a retrasar su llegada. Eso indica que desde EEUU y la meca del cine no confían en que una gran producción sea rentable hasta, mínimo, mayo, aunque verano parece una fecha más asequible. La misma fecha que parece que ha elegido el festival de Cannes, que según Variety retrasará su edición de mayo a julio para asegurar una edición que este año no puede retrasarse.
A eso hay que sumar los toques de queda y las restricciones de las comunidades autónomas. Cada una a una hora y que hacen que sea difícil programar una cartelera en condiciones. En Castilla y León es a las 20 horas, lo que solo permitiría una sesión diaria, y abrir todo un local solo para eso no es rentable. El resto de lugares también han tomado medidas restrictivas de aforo y horario, lo que ha puesto otra vez la espada sobre el cuello de las salas de exhibición.
La situación parece la misma que en marzo: cerrar. En Cinesa ya lo hicieron hace dos semanas en todos sus cines (39 en total, con cerca de 500 pantallas), excepto los 13 de Madrid, cinco de Barcelona, los Luxe Bonaire de Valencia y La Cañada de Málaga que se mantienen abiertos de miércoles a domingo. Supuestamente deberían volver la semana que viene, pero todo indica que no lo harán. De hecho, la empresa ha ofrecido sus complejos como centros de vacunación, por lo que con casi total seguridad seguirán cerrados. Ellos dejaron sólo abiertos los de Madrid, el último bastión de las salas. Puede que tampoco resistan mucho si la situación no cambia.
No han sido los únicos en cerrar. La cadena Yelmo también ha anunciado que dejaría sin actividad temporal a todas las salas que no tuvieran sede en Madrid y Las Palmas de Gran Canaria. La tercera en discordia, Ocine, Las dos grandes cadenas se retiran. Y si ellas lo hacen imaginen los pequeños. En la primera ola el Ministerio de Cultura salió a ayudar a las salas con 11 millones en ayudas directas. Cantidad insuficiente. Desde Yelmo comentaban a este periódico que la cifra debería superar los 40 millones, y en Ocine también piden más medidas para superar esta situación si no quieren que la industria de la exhibición se vea abocada a la bancarrota. También subrayan que esto no es un adiós, sino un hasta luego con la mirada puesta en la primavera: “es muy importante decir que los cierres son temporales”.