Hablar con Enrique Urbizu es recibir una clase magistral de cine e historia del audiovisual. La cantidad de referencias que maneja y que utiliza son apabullantes. Las mismas que usa en sus creaciones, donde se mezcla Goya con Curro Jiménez en una coctelera para dar como resultado una serie como Libertad -que llega el viernes 26 a Movistar+-, que también se estrenará como película en cines en un remontaje que hará que luzca mejor cada fotograma.
Urbizu se ha enfrentado así a su segunda serie tras Gigantes, y lo hace consciente de que es una serie, nada de una película larga. Una historia de bandoleros en el siglo XIX con Bebe como gran protagonista, esa Llanera que sale de la cárcel tras 17 años y se enfrenta a un mundo que puede cambiar para siempre.
¿Qué tenían los bandoleros para que fuera una obsesión crear una historia sobre ellos?
Yo soy del 62, y durante mi infancia en el tardofranquismo tuve la suerte de vivir en un caserío en el monte, y el juego infantil está muy relacionado con la naturaleza, con el pinar,y creo que el cine es una prolongación del juego infantil. Luego están los relatos de aventuras, las lecturas iniciáticas, los siglos del pasado, la isla del tesoro... y vas construyendo mundos de fantasía, y cuando eso se solidifica muy temprano en la vocación de cineasta, pues ya está inoculado el deseo de hacer cine de aventuras, de exteriores. Hacer el cine soñado más que el cine posible. Luego está la serie fundamental en la preadolescencia, que es Curro Jiménez, que fue formativa y altamente determinante para definir la vocación y para aprender que se podían hacer cosas más que notables y con medios en España. Todo eso lo aprendimos viendo Curro Jiménez.
Ha hablado de vocación temprana, ¿cuándo llegó?
A los 13 o 14 años. Cuando llegó la tele yo ya veía planos, me interesaba cómo estaba organizado todo, no sólo la historia. Me acuerdo perfectamente cuando vi el Macbeth de orson Welles y yo pensaba en ese barroquismo, en el contraste, en cómo estaba organizada la imagen… Además, mi padre me llevaba mucho al muso de bellas artes de Bilbao, así que la relación con la imagen y con el relato es de toda la vida, y ya en el colegio haces socios y demás y allí es cuando descubres que hacer cine es divertidísimo y se hace en grupo, porque el cine tiene mucho de aventura.
Divertidísimo y complicadísimo.
En aquellos años era imposible. Yo hacía Súper 8, pero se trataba de aprender, no de llegar a ningún lado, luego ya te vas juntando con gente, es el efecto de la gravedad cero, te vas uniendo y teníamos un grupo sólido de cuatro o seis personas que juntas empezamos a considerar la posibilidad de hcaer un largo de verdad.
Durante mi infancia viví en un caserío en el monte, y el juego infantil está muy relacionado con la naturaleza, y creo que el cine es una prolongación del juego infantil
Ya ha hablado de Curro Jiménez y es imposible no hablar de ella, ¿cree que la serie romantizaba las leyendas de los bandoleros?
Nosotros queríamos huir de todos los arquetipos del genero como son el justiciero, el justiciero, el patriota, el bandido con conciencia social o de clase… algo que en el caso de Curro Jiménez fue muy útil, incluso ayudó a la educación democrática de la población. Hablaba de ciertos valores como el rechazo a la violencia, el diálogo… eso en los años de la Transición. Pero nosotros queríamos huir de eso y trabajar con materiales menos habituales.
Y mucho más violenta.
Y nos hemos quedado cortos. Eran tiempos muy duros, y esta gente no escatimaba si tenía que matar. Eran pobres, analfabetos y muy burros.
Siempre se dice que toda obra histórica debe hablar del presente.
Todo lo que hablemos del pasado en nuestro país, pone en el reflejo a nuestra actualidad. Somos lo que somos a consecuencia de lo que hemos sido. Lo dice el personaje del inglés, cada país es responsable de su propia reputación y de sus propias leyendas. Es difícil abstraerse de lo contemporáneo viendo la serie. Hay diálogos sobre justicia, monarquía, justicia social, libertad de comercio, sobre este país en el que el rencor nunca tendrá remedio.
Siempre se dice que este momento histórico que usted retrata en Libertad fue un punto de inflexión en nuestra historia, que podíamos haber ido hacia un sitio u otro.
Eso nos dicen los historiadores, que la pérdida del tren de la revolución francesa hizo que la toma de conciencia del ciudadano aquí se retrasara hasta el siglo XX, mientras tanto no tenemos conciencia, somos súbditos. Es un siglo muy interesante donde hay muchas versiones distintas sobre qué trenes perdimos y dónde estaríamos ahora si hubiéramos cogido otro tren. Tenemos un país y una historia que se merece muchas horas de ficción, muchas más de las que le dedicamos.
Decía en la rueda de prensa que el western nos debe todo a nosotros.
Los caballos para empezar. Los nombres de los sitios: el río Colorado, Santa Fe, San Diego, El Paso, la silla de montar, el sombrero cordobés, la bota campera… la gente te dice: ‘llevas botas vaqueras’. No, perdona, son camperas, el que lleva bota campera es el otro. Los indios de Ford hablan castellano. La huella hispana en la frontera es inmensa y no hacemos ni puto caso a eso y hemos dejado que esa narrativa haya quedado exclusivamente en la industria de Hollywood, que ha construido un ideario que ahora ves a un cordobés en una dehesa pasotoreando un toro bravo y dices que parece un western, ¡no me jodas! Eso tiene 200 años más que John Wayne.
Ahora ves a un cordobés en una dehesa pasotoreando un toro bravo y dices que parece un western, ¡no me jodas! Eso tiene 200 años más que John Wayne
Siempre se dice que los directores de cine decís que las series son películas largas...
Yo nunca he dicho eso, Gigantes era un serial, un folletín por entregas y eso es lo que quería ser.
Libertad llega como serie y como película en cines, ¿se han derribado todas las fronteras y ya podemos hablar sólo del audiovisual?
Siempre ha existido sólo el audiovisual, lo demás son canales y formatos. Hay telecomedia en directo, hay seriales infinitos, están las maravillosas series de la tarde de señoras de época, que siempre que la pones están hablando de cositas, da una paz… hay muchas, pero yo creo que es el lenguaje, la capacidad de albergar el lenguaje en cada formato, lo que te dará la calidad, y no hay que andar comparando una con otra, sino ver lo que tú ofreces. Yo soy un gran fan de La que se avecina y todavía no he visto ni un capitulo de The Crown, y me imagino que es una puta obra maestra, pero la otra también, pero no las compares, porque no se hacen igual. Mira el ritmo interno que tiene, el reparto que cuaja magníficamente, el delirio de esos guiones… todo eso es de alta calidad.